
En la Exposición Universal de París de 1889, la inauguración de la Torre Eiffel eclipsó cualquier otra innovación, pero un croata presentaba en ese mismo evento un aparato destinado a cambiar la historia del transporte: el velocímetro eléctrico.
Josip Belušić, especialista en física y matemáticas, diseñó un dispositivo que medía la velocidad, la distancia recorrida, los tiempos de viaje y detención, y también permitía llevar un registro preciso del número y los movimientos de los pasajeros. Este avance fue valorado por su capacidad para controlar y documentar todos los aspectos de los desplazamientos, como destacó BBC News.
Vida y formación de Josip Belušić
Josip Belušić nació el 12 de marzo de 1847 en Županići, una pequeña localidad bajo dominio del Imperio austrohúngaro. Creció en un ambiente rural y desde joven demostró aptitudes para las ciencias naturales. Se formó académicamente en Pazin, continuó en Koper, y completó sus estudios superiores en Viena. Allí se especializó en matemáticas y física. En 1875 inició su carrera como profesor en la escuela imperial de Koper y luego asumió la dirección de la Escuela Marítima de Castelnuovo, cerca de Trieste.

Su trayectoria estuvo marcada por el trabajo académico riguroso y la pasión por la enseñanza, según reconstruyó The Guardian a través de archivos históricos.
El velocímetro eléctrico y sus características
El gran logro de Belušić fue el velocímetro eléctrico, patentado en Viena en 1888 con el nombre de “velocímetro” y luego conocido como “Controllore automatico per vetture”. Utilizando corriente eléctrica, el aparato no solo indicaba a qué velocidad avanzaba la carroza, sino también la distancia total, los tiempos exactos de inicio, de detención, y el comportamiento de los pasajeros: cuántos subían, bajaban y cuánto tiempo permanecían en el vehículo.
Según los reportes de BBC News, el velocímetro eléctrico de Belušić fusionaba funciones esenciales para el control del transporte urbano y anticipaba soluciones que décadas después serían esenciales en taxis y colectivos.
Previo a su presentación parisina, Belušić realizó demostraciones públicas de su invento en Istria y Trieste. Durante estos experimentos, varios periodistas participaron en las pruebas y verificaron la exactitud de los registros que producía el aparato. El prototipo original permanece resguardado en los Archivos Estatales de Viena.

Reconocimiento internacional en París
El reconocimiento para Belušić llegó en la Exposición Universal de París de 1889, evento que convocó a 28 millones de visitantes y miles de expositores. En ese marco, el Ayuntamiento de París organizó un concurso para elegir el mejor sistema de control de carruajes urbanos.
De los 129 dispositivos presentados, el velocímetro eléctrico de Belušić fue seleccionado por su precisión y confiabilidad, como detalló un análisis retrospectivo de BBC News. A partir de junio de 1890, cien unidades se instalaron en carruajes municipales. Además, la Academia Francesa de Inventores le otorgó un diploma, una medalla de oro y el reconocimiento como miembro honorario, según The Guardian. El velocímetro eléctrico, además de medir la velocidad, establecía la hora exacta de salida, documentaba las paradas y registraba el movimiento de los pasajeros con un nivel de detalle inédito para la época.
El gran inventor que terminó en el olvido
El éxito técnico cosechado por Belušić y la utilidad comprobada del velocímetro eléctrico no impidieron que su nombre pasara inadvertido fuera del ámbito especializado. La notoriedad mundial alcanzada por la Torre Eiffel de Gustave Eiffel dejó en segundo plano el alcance de su invento, que tampoco consiguió una expansión comercial global, como subraya The New York Times. Aunque hoy se le considera el precursor de los sistemas de monitoreo modernos en el transporte, el reconocimiento masivo jamás llegó.

El tramo final de la vida de Josip Belušić quedó envuelto en el misterio. Diversas fuentes institucionales recuperadas por BBC News sugieren que posiblemente vendió los derechos de su patente ante problemas económicos. Belušić falleció el 8 de enero de 1905 en Trieste. El destino del velocímetro eléctrico y los detalles de sus últimos años permanecen sin esclarecerse, lo que confirma el lugar de este inventor croata como una figura innovadora, aún pendiente de reconocimiento público.
La invención de Belušić, piedra basal de la medición electrónica en el transporte, sigue esperando ocupar el lugar de protagonismo que le corresponde junto a la silueta de la Torre Eiffel en la historia de la modernidad.
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