La vida de Steven Avery se ha convertido en uno de los relatos judiciales más impactantes y polémicos de Estados Unidos. En 1985, fue condenado injustamente y pasó 18 años en prisión. Apenas dos años después de su liberación, volvió a ser arrestado, esta vez señalado como el principal sospechoso del crimen que conmocionó a la opinión pública: el asesinato de la joven fotógrafa Teresa Halbach.
Su historia, expuesta por el documental Making a Murderer, revela los problemas más profundos del sistema penal y la fragilidad de la justicia cuando se enfrenta al error humano y la presión institucional.
Una condena injusta y el principio del calvario
En 1985, Steven Avery, un habitante del condado de Manitowoc, Wisconsin, fue condenado por la agresión sexual y el intento de asesinato de Penny Ann Beernsten. El proceso judicial estuvo marcado por irregularidades desde el principio: pese a contar con 16 testigos que afirmaban que Avery estaba a más de 100 kilómetros del lugar del crimen, el peso de una identificación ocular y el uso de pruebas forenses deficientes llevaron a los jueces a sentenciarlo.
Avery fue trasladado a prisión para cumplir una condena de 32 años, bajo la continua negativa del sistema a revisar su caso, incluso cuando surgían dudas sobre la investigación original.
Según reconstruyó The New York Times, Avery pasó casi dos décadas privado de su libertad pese a que toda la estructura judicial tenía acceso a su coartada y a cuestionamientos sobre la recolección de pruebas.

Durante ese largo encierro, la familia Avery se mantuvo firme denunciando que Steven era inocente, mientras diversas organizaciones de derechos civiles reclamaban por los errores cometidos durante el proceso. El caso, aunque era local, comenzó a llamar la atención de medios nacionales pero la respuesta oficial siempre fue la misma: no existían motivos suficientes para reabrir el expediente.
El giro inesperado: exoneración y libertad
La transformación radical de la historia llegó en 2003, cuando el Proyecto Inocencia de Wisconsin (WIP) intervino en el caso. Gracias al desarrollo de nuevas técnicas de análisis de ADN, la evidencia biológica hallada en la escena del crimen fue nuevamente examinada.
Los resultados confirmaron lo que Avery había sostenido desde el primer día: él no era el autor. El material genético correspondía a Gregory Allen, un delincuente sexual reincidente que actuaba en la zona y que había sido ignorado por la policía durante la investigación original.
La noticia de la exoneración de Avery recorrió el país. Según publicó The New York Times, la revelación puso en tela de juicio todo el sistema judicial de Wisconsin y extendió la preocupación sobre los riesgos de las condenas erróneas en Estados Unidos.
Lo cierto es que Avery recuperó su libertad después de 18 años en prisión y, de inmediato, inició una demanda por 36 millones de dólares contra el Estado de Wisconsin por los daños sufridos durante su encierro injusto.

El caso Halbach: del sueño de libertad a una nueva pesadilla
Solo dos años después de su liberación, en octubre de 2005, la vida de Steven volvió a cambiar drásticamente. Teresa Halbach, una joven fotógrafa de 25 años, acudió a la propiedad de la familia Avery para tomar fotografías de una camioneta que se encontraba a la venta.
Sin embargo, Halbach nunca regresó a casa. Tras una semana de intensa búsqueda, investigadores hallaron restos humanos calcinados y efectos personales de la joven en el terreno de la familia Avery.
Los medios locales y nacionales comenzaron a cubrir el caso con intensidad. La policía detuvo inmediatamente a Steven Avery y a su sobrino, Brendan Dassey, un adolescente con dificultades cognitivas.
Con la presión pública y mediática en aumento, la fiscalía presentó pruebas que vinculaban a Avery con el crimen, mientras que la confesión de Dassey, cuestionada por haber sido obtenida bajo técnicas de interrogatorio consideradas coercitivas, sirvió de base para imputaciones graves.
Según reportó CNN, la defensa argumentó que la investigación policial estuvo plagada de inconsistencias, omisiones e incluso posibles manipulaciones de evidencia.
Una segunda condena y la controversia judicial que cambió la opinión pública
El juicio por el asesinato de Teresa Halbach culminó en 2007, con la condena a cadena perpetua para Steven Avery y Brendan Dassey. La defensa, liderada por la abogada Kathleen Zellner en etapas posteriores, denunció una serie de graves irregularidades: desde la manipulación de pruebas y la presión a testigos, hasta la entrega de restos óseos a la familia de Halbach sin la realización de pruebas de ADN, una violación de la ley estatal según remarcó The Guardian.

Las apelaciones se fueron sucediendo y todas fueron rechazadas, tanto para Avery como para Dassey. Sin embargo, la polémica ganaba espacio en la sociedad: la familia Avery mantenía que Steven era inocente y señalaba que existía un interés institucional en responsabilizarlo, luego de su resonante demanda contra el Estado por el error de su primera condena.
En ese sentido, la defensa sostuvo en medios internacionales que existían pruebas clave no analizadas y pidió la intervención de organismos independientes.
La explosión mediática: “Making a Murderer” y el juicio mundial
El caso cobró relevancia mundial en 2015, cuando Netflix estrenó el documental Making a Murderer. Durante diez años, sus creadores documentaron el proceso judicial y expusieron las contradicciones de la investigación, la precariedad del sistema judicial de Manitowoc y el drama atravesado por dos generaciones de la familia Avery.
BBC News destacó que miles de personas reclamaron la revisión exhaustiva del caso tras la emisión de la serie. El documental causó tal impacto que permitió no solo poner en discusión la posibilidad de una segunda condena errónea, sino también subrayar la influencia de la opinión pública y los medios en la suerte judicial de los acusados.
A partir de ese momento, el expediente Avery pasó a ser considerado un símbolo de los límites, peligros y posibilidad de abusos dentro de la administración de justicia.

El presente: nuevas apelaciones y el futuro incierto de Avery
Actualmente, Steven Avery, de 63 años, sigue cumpliendo cadena perpetua en una prisión de Wisconsin. La defensa, encabezada por Kathleen Zellner, continúa luchando por una nueva revisión judicial, insistiendo en que existen pruebas científicas aún no analizadas y la posibilidad de que un tercero estuviera involucrado en el crimen.
Recientemente, la corte de apelaciones de Wisconsin desestimó el pedido de presentar nuevas pruebas y negó la reapertura del caso, aunque la defensa planea avanzar con recursos a instancias superiores y buscará que se realice un análisis forense integral sobre la evidencia hallada en el vehículo de Halbach, tal como consignó The Guardian.
La historia de Steven Avery —el hombre que perdió casi dos décadas detrás de las rejas por un error y que, tras lograr su libertad, fue acusado de un nuevo crimen— continúa abriendo interrogantes sobre la fragilidad de la verdad en los tribunales de Estados Unidos.
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