Asesinó a sus padres y quedó libre: la oscura verdad detrás del caso Lizzie Borden, la devota protestante

Secretos familiares, sangre y un juicio envuelto en dudas forjaron la leyenda de Lizzie Borden, la heredera sospechosa que desafió a la justicia y dejó misterios más de un siglo después

Guardar
El doble asesinato de Andrew
El doble asesinato de Andrew y Abby Borden conmocionó a la ciudad de Fall River en 1892 (Lizzyborden.org)

Un jueves de agosto de 1892, el horror irrumpió en la casa número 92 de Fall River, Massachusetts. Dos miembros de una de las familias más adineradas de la ciudad, Andrew y Abby Borden, aparecieron brutalmente asesinados a hachazos en su propia casa. Su hija menor, Lizzie Borden, dejó un testimonio que alimentaría especulaciones y leyendas en torno a su figura y su participación en el asesinato de sus padres. El caso se convirtió rápidamente en una obsesión nacional. Alrededor del nombre de Lizzie se fundieron prejuicios de clase, género y etnicidad, así como múltiples pistas que, hasta hoy, dejan un eco inquietante en la historia criminal de los Estados Unidos.

Fall River no solo era un pujante centro textil, sino también un microcosmos de las tensiones sociales del siglo XIX. Según Smithsonian Magazine, Andrew Borden, a pesar de su fortuna, nunca hizo ostentación de riqueza. Prefirió vivir entre comerciantes e inmigrantes, lejos de las mansiones de la Colina, el enclave de la élite local. Esta vida sobria y distante, regida por normas estrictas, influyó notablemente en la familia Borden. Su hija menor, de 32 años, asistía a la iglesia y pariticipaba actividades benéficas, pero albergaba el sueño de salir del barrio dominado cada vez más por extranjeros, y creía que su padre podía mudarse a un entorno acorde a su fortuna.

La mañana del 4 de agosto de 1892, Lizzie y la empleada irlandesa Bridget Sullivan permanecían en casa junto a Abby, la madrastra. Horas después, la brutalidad quedó expuesta: Abby había recibido 19 hachazos en el segundo piso; Andrew, 10 más en la sala. No hubo testigos ni móvil evidente: ni robo, ni agresión sexual, ni señales de lucha. El arma homicida nunca fue identificada con certeza. Los únicos adultos presentes eran Lizzie y Sullivan, mientras que Emma, la hermana mayor, estaba de vacaciones a 24 kilómetros. La policía, influida al principio por prejuicios de género y origen, se inclinó por buscar a un hombre extranjero, al cual detuvieron y luego liberaron por falta de pruebas.

El cuerpo de Andrew Borden,
El cuerpo de Andrew Borden, foto policial (Wikipedia)

Las primeras declaraciones de Lizzie despertaron sospechas. Afirmó haber encontrado el cuerpo del padre tras regresar del granero y llamó a la criada para pedir ayuda. Sin embargo, obvió buscar apoyo entre los médicos del vecindario de origen irlandés o francocanadiense; solo uno “yanqui” le pareció lo suficientemente digno. Ese detalle evidenció las poderosas barreras culturales que marcaron la recepción inicial de las pistas y la propia investigación, según Smithsonian Magazine.

El clima social de Fall River convirtió rápidamente el caso en una excusa para la rivalidad política y étnica. El periódico del alcalde irlandés, Fall River Globe, adoptó una línea abiertamente acusatoria contra Lizzie, mientras que el diario de la clase alta la defendió. La figura de Lizzie se presentó como irreprochable: maestra de escuela dominical, activa en la iglesia protestante, mujer soltera dedicada a causas benéficas. Para muchos de su clase, una devota protestante jamás habría sido capaz de semejante brutalidad.

Durante los interrogatorios, Lizzie cayó en contradicciones. La joven modificó sus relatos sobre sus movimientos en la casa. Un posible intento de comprar ácido prúsico la víspera del crimen y la quema de un vestido días después —según testificó su amiga Alice Russell— sumaron dudas sobre su inocencia. Sin embargo, los análisis científicos no hallaron rastros de sangre en las herramientas recuperadas ni en la ropa entregada a la policía. A lo largo del proceso, varios testigos justificaron sus lagunas de memoria y su conducta distante como efectos secundarios de una alta dosis de morfina prescrita tras el trauma de los asesinatos.

El caso Lizzie Borden expuso
El caso Lizzie Borden expuso tensiones de clase, género y etnicidad en la sociedad estadounidense del siglo XIX (Lizzyborden.org)

La detención de Lizzie, ocurrida el 11 de agosto, sorprendió y agitó a la opinión pública. Agrupaciones femeninas, como la Unión Cristiana de Mujeres por la Templanza, y sufragistas salieron en su defensa. Smithsonian Magazine subrayó la paradoja: Lizzie no iba a ser juzgada por un jurado de sus pares, ya que la ley prohibía a las mujeres integrar estos lugares. Esto fortaleció a sus partidarios, que llenaron el pequeño tribunal durante las audiencias. La fiscalía, por su parte, sólo reunió pruebas circunstanciales, sin un arma homicida clara ni una versión determinante sobre la motivación.

Durante el juicio estatal, Lizzie compareció vestida con atuendo recatado y sereno, por instrucción de sus abogados. La prensa describió su figura como “modesta y bien educada”, incapaz de poseer la fuerza brutal necesaria para empuñar la hachuela con la violencia requerida. A esto se sumó su posición social: los recursos de la familia le permitieron contratar a abogados de primer nivel e influenciar el ambiente del tribunal.

En junio de 1893, 12 hombres —en gran mayoría agricultores protestantes— formaron el jurado del caso. Ningún residente de Fall River integró ese cuerpo; solo un irlandés fue admitido. Según Britannica, el veredicto resultó rápido: Lizzie fue absuelta con poco más de una hora de deliberación y una recepción jubilosa por parte de los asistentes, aunque condenada a vivir en la sombra de la sospecha hasta el final de sus días.

La casa de Lizzy Borden
La casa de Lizzy Borden situada en el número 92 de Second Street en Fall River. Actualmente funciona como un hotel y museo (Wikipedia)

La absolución brindó libertad, pero terminó por aislarla. Dos meses después del fallo, las hermanas Borden se mudaron a una mansión en la Colina, pero buena parte de la élite local les dio la espalda. Los niños la hostigaban con burlas, y testimonios recogidos por Smithsonian Magazine reportan que terminó por replegarse, viajando a Boston o Nueva York y evitando la vida social de Fall River. La relación con su hermana Emma se rompió años después, hasta morir ambas en 1927, con solo nueve días de diferencia.

El asesinato de los Borden dejó más interrogantes que certezas: un crimen sin un motivo patente, una acusada absuelta por falta de pruebas directas, pero marcada para siempre como protagonista de una de las leyendas más tenebrosas de Estados Unidos. La historia de Lizzie Borden revela los entrecruzamientos de clase, género y cultura que moldean la justicia y la memoria colectiva.

Últimas Noticias

Escaleras hacia ninguna parte, puertas al vacío, fantasmas al acecho y una dueña maldita: los misterios de la mansión Winchester

Una casa con 161 habitaciones, 476 entradas, escaleras que no conducen a ningún sitio, puertas ocultas y espejos instalados para confundir a los fantasmas. En 1974, la fantástica vivienda de Sarah Winchester fue declarada Monumento Histórico Nacional

Escaleras hacia ninguna parte, puertas

“Casarme conmigo misma no significa que no quiera casarme con un hombre”: historias de sológamos, de Argentina a Japón

Hanaoka, una mujer japonesa fue una de primeras en celebrar una boda en solitario, con amigos y rituales, desafiando todas las tradiciones. Para muchos es una forma de reafirmar el amor propio. Los razones que los llevan a practicar este tipo de rituales que se consolida

“Casarme conmigo misma no significa

Ofrecía alojamiento en su casa a personas en situación vulnerable para matarlos: la asesina que fue denunciada por sus propias hijas

Entre fines de la década de 1990 y 2003 Michelle “Shelly” Knotek torturó primero y mató luego, a varias personas. Las refugiaba para maltratarlas. Sus hijas la delataron. Su esposo colaboraba en los crímenes

Ofrecía alojamiento en su casa

Cuatro Beatles que ya no se toleraban y mensajes ocultos sobre la supuesta muerte de Paul: la historia de la foto de “Abbey Road”

El 8 de agosto de 1969, poco antes de mediodía y en una sesión de apenas diez minutos, el escocés Iain McMillian fotografió a John, Paul, Ringo y George cruzando por la senda peatonal de Abbey Road, en la esquina de los estudios donde estaban grabando el álbum. Todas las elucubraciones que surgieron alrededor de la célebre foto

Cuatro Beatles que ya no

Verdad, mito y melancolía: cómo nació “Ojalá”, la obra más emblemática de Silvio Rodríguez

Durante años fue considerada una canción política, pero en realidad surgió del recuerdo de un amor frustrado. Dedicada a su primer gran vínculo afectivo, la canción refleja una herida emocional persistente que, con el tiempo, se transformó en un himno de la trova cubana

Verdad, mito y melancolía: cómo