En las profundidades de los hospitales insalubres del siglo XVI, donde el sufrimiento era la norma y el dolor, un precio inevitable del tratamiento, un joven barbero desafió todos los pronósticos.
Ambroise Paré, surgido de los márgenes de la sociedad y ajeno a la educación tradicional, irrumpió en la historia cuando la compasión parecía estar reñida con la medicina. Su vida es el retrato de cómo la determinación y el ingenio pueden llevar a alguien desde el más completo anonimato a la corte real parisina, gracias a una revolución, en este caso, en la ciencia de curar.
Orígenes humildes y un oficio despreciado
La historia de Paré comienza en Bourg-Hersen, al oeste de París, en 1510. Hijo de un lacayo y de una mujer dedicada a la prostitución, creció en el estrato más bajo de la Francia renacentista. Sin acceso a la educación formal y limitado en recursos, aprendió a leer de la mano de un clérigo, pero nunca dominó el latín ni el griego, idiomas que abrían las puertas de la medicina universitaria. Según detalla National Geographic, este entorno adverso empujó a Paré hacia el gremio de los cirujanos-barberos, oficio que entonces apenas superaba el prestigio de un barbero corriente.
En el siglo XVI, la figura del cirujano-barbero equivalía a la de un ayudante multifuncional: afeitar barbas, extraer dientes, tratar heridas y aplicar sangrías eran parte de su quehacer. Las operaciones se realizaban en condiciones extremas y la cirugía era vista como un arte menor, relegado a los que no podían aspirar a la medicina académica. Como relata BBC Mundo, Paré fue admitido, a los diecisiete años, en el Hôtel Dieu de París, uno de los hospitales más antiguos y precarios de la época, un entorno donde las amputaciones sin anestesia y la ausencia total de higiene eran moneda corriente.
Aprendizaje en el campo de batalla

La gran escuela de Paré fue el frente de guerra. En 1536, tras un breve paso por la universidad gracias al acceso otorgado a los barberos-cirujanos a las clases de anatomía y cirugía, fue nombrado cirujano militar. Sus primeras campañas junto al ejército francés en Italia marcaron su visión de la medicina. Paré prestó sus servicios a heridos de cualquier bando, sin discriminar por religión o nacionalidad, en una Europa fragmentada por el conflicto y el odio sectario. De acuerdo con BBC Mundo, esto supuso el regreso al espíritu hipocrático de la ayuda universal, un principio ausente en la práctica común del siglo XVI.
Las armas de fuego, recién incorporadas en los campos de batalla, planteaban un desafío inédito. Las heridas, agravadas por la creencia en la toxicidad de la pólvora, se trataban con aceite hirviendo para “limpiar” la supuesta infección, causando dolor y mortalidad. National Geographic narra que, al quedarse sin aceite en plena batalla, Paré improvisó con una mezcla de yema de huevo, aceite de rosas y trementina. El resultado sorprendió a sus contemporáneos: las heridas sanaban mejor y el sufrimiento era menor. Esta solución, nacida de la observación y el rechazo a la crueldad, se convirtió en un hito en la atención de heridos de guerra.
Innovaciones técnicas y humanismo
Otro de los grandes aportes de Paré fue la introducción de la ligadura de arterias en las amputaciones, utilizando fórceps y puntos de sutura en lugar del brutal hierro al rojo vivo. Aunque la ligadura era conocida, pocos se arriesgaban a emplearla por su dificultad técnica. Como explica BBC Mundo, Paré sistematizó esta práctica, reduciendo hemorragias y mejorando la supervivencia. También desarrolló prótesis de madera y metal para manos, brazos, piernas y ojos, trató fracturas abiertas evitando amputaciones, perfeccionó la extracción de proyectiles, introdujo bragueros para hernias y tubos para drenar abscesos.
Además de sus habilidades como cirujano, Paré fue un innovador comunicativo. Decidió escribir sus tratados médicos en francés, no en latín, con el objetivo de democratizar el acceso al conocimiento. Ilustró sus propios libros para facilitar la comprensión de sus métodos, una decisión que, según National Geographic, aceleró la difusión europea de la nueva cirugía. Paré también hizo valiosas aportaciones en obstetricia al proponer el giro manual del feto antes del parto en casos complicados.
Reconocimiento y legado en la historia de la medicina

Ascender en la jerarquía médica no fue sencillo. Paré enfrentó el escepticismo y la hostilidad de la élite académica, pero su prestigio creció tras salvar la vida del duque de Guisa, hecho que lo propulsó hasta la corte. Según National Geographic, ese éxito le valió convertirse en médico de cámara y consejero real, sirviendo consecutivamente a Enrique II, Francisco II, Carlos IX y Enrique III. Su presencia en momentos clave de la monarquía lo convirtió en una figura imprescindible.
El reconocimiento institucional llegó de la mano de la Hermandad de San Cosme y San Damián, que lo admitió como maestro de cirugía en 1561, y la Universidad de París, que le otorgó el título de doctor en 1584. Más allá de la técnica, Paré resumía su concepción del arte de curar en la frase: “Yo lo vendé, Dios lo curó”. De acuerdo con BBC Mundo, su humildad, objetividad y lógica racional se volvieron inusuales referentes de ética médica, y su obra Des Monstres et Prodiges, publicada en 1575, demostró su inquietud científica y su interés por las malformaciones y fenómenos de la naturaleza.
Un pionero para la cirugía moderna
Ambroise Paré falleció en París en 1590, a los 80 años, tras décadas de servicio y una producción científica inédita. Hoy, su nombre es sinónimo de ingenio, coraje y ética, valores centrales de la medicina moderna. Como reconoce BBC Mundo, “revolucionó la cirugía más de lo que la humanidad había hecho en los 1.500 años anteriores”.
En definitiva, la historia de Paré es la de quien, rompiendo barreras sociales y académicas, convirtió la compasión y la curiosidad en motores de progreso. De barbero a médico real, su legado sigue vigente: la cirugía, como disciplina científica y humana, le debe a Paré mucho más que técnicas; le debe el recordatorio de que su fin último es aliviar el sufrimiento y preservar la vida, y que esos son los objetivos que inspiran las mejores innovaciones en ese campo.
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