Microbosques urbanos transforman azoteas de Nueva York

Nuevas iniciativas ecológicas están convirtiendo techos en ecosistemas vivos, mejorando la biodiversidad y la calidad ambiental con el método Miyawaki y apoyo internacional

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Visualización conceptual de una metrópolis
Visualización conceptual de una metrópolis del futuro con terrazas cubiertas de vegetación y microbosques urbanos que equilibran sostenibilidad y bienestar.

En los últimos años, azoteas de grandes ciudades como Nueva York, han comenzado a transformarse en auténticos ecosistemas vivos, gracias a la labor de arquitectos paisajistas y colectivos ambientales que impulsan la instalación de microbosques urbanos. Esta tendencia, que responde tanto a la escasez de áreas verdes como a los desafíos del cambio climático en entornos densamente poblados, está redefiniendo el paisaje vertical y la calidad de vida en las metrópolis, según weforum.org.

Inspirados en la técnica japonesa Miyawaki, estos bosques miniatura emplean especies nativas que, al ser plantadas de manera densa, logran un crecimiento acelerado y requieren un mantenimiento mínimo. El método, desarrollado por el botánico Akira Miyawaki en la década de 1970, ha demostrado su eficacia en la restauración de la biodiversidad urbana.

De acuerdo con el Proyecto de Microbosque de la Ciudad de Somerville, Massachusetts, “El método Miyawaki fomenta un crecimiento rápido mediante la plantación densa de entre treinta y cincuenta especies en un área pequeña”, según información publicada en voice.somervillema.gov. Esta estrategia permite que los árboles alcancen una comunidad forestal estable y de múltiples capas en apenas veinte o treinta años, en contraste con los cientos de años que demandan los bosques tradicionales, como explicó la bióloga ambiental Simone Webber en su blog The Miyawaki Method for Creating Forests, citado por creatingtomorrowsforests.co.uk.

Proyecto Green Our Roof en
Proyecto Green Our Roof en Sídney, donde techos corporativos se transforman en ecosistemas que capturan carbono y favorecen la polinización urbana.

El impacto ambiental de estos microbosques es notable. Según la Miyawaki Afforestation Network, un microbosque puede capturar hasta 250 kilogramos de CO₂ por año por cada 100 metros cuadrados, lo que contribuye de manera significativa a la reducción de la contaminación atmosférica en zonas urbanas. Además, estos espacios actúan como refugios de biodiversidad, albergando hasta veinte veces más especies que los bosques gestionados con especies no nativas, como señaló Simon Torkington, redactor senior del World Economic Forum, en weforum.org.

En Nueva York, la iniciativa Tiny Forest Initiative ha impulsado la creación de más de quince microbosques en techos y solares vacíos desde 2023, con el respaldo del NYC Department of Parks & Recreation, según weforum.org. Estas acciones cuentan con el apoyo de organismos internacionales como la ONU-Hábitat y el World Green Building Council, que promueven los microbosques como parte de la estrategia de “ciudades esponja” y adaptación climática, según weforum.org.

Torres Bosco Verticale, en Milán,
Torres Bosco Verticale, en Milán, pioneras en integrar vegetación nativa en fachadas y balcones, inspirando desarrollos en Nueva York y Buenos Aires.

El movimiento de microbosques urbanos no solo transforma el entorno físico, sino que también influye en el bienestar mental y social de los habitantes. Kate Orff, fundadora del estudio de arquitectura paisajística SCAPE, destacó en entrevista con The Guardian: “Estamos aprendiendo que los ecosistemas a pequeña escala pueden tener efectos enormes. Un bosque en una azotea puede cambiar la manera en que respira un edificio y cómo se siente una ciudad”.

Esta visión es compartida por Timothy Beatley, profesor de Comunidades Sostenibles en la Universidad de Virginia, quien afirmó en el Columbia Climate School Report, Urban Rewilding in Dense Cities, 2024: “Los microbosques representan la siguiente evolución de las ciudades biofílicas: restaurar un sentido de lo salvaje dentro del núcleo urbano”.

El proyecto Roots in the
El proyecto Roots in the Sky, de Fabrix y Sheppard Robson, convierte azoteas de Londres en espacios verdes de convivencia y educación ambiental.

Además de su función ecológica, los microbosques se han convertido en herramientas pedagógicas en escuelas urbanas, donde estudiantes y docentes participan en la creación y el cuidado de estos espacios, promoviendo la educación ambiental y el sentido de pertenencia comunitaria, según weforum.org.

La expansión de los microbosques urbanos, impulsada por la técnica Miyawaki y el compromiso de arquitectos, colectivos y organismos internacionales, está redefiniendo la relación entre ciudad y naturaleza, y consolidando a las azoteas como nuevos pulmones verdes en el corazón de las metrópolis.