Las semanas previas al asesinato de cuatro estudiantes de la Universidad de Idaho estuvieron marcadas por episodios extraños y desconcertantes en la casa de alquiler donde vivían. Entre ellos, un hombre desconocido fue visto observando a una de las víctimas, puertas aparecieron forzadas y surgieron referencias a un posible acosador. Estos detalles, contenidos en cientos de páginas recién desclasificadas por la policía, fueron revelados horas después de que Bryan Kohberger fuera condenado a cadena perpetua por los crímenes cometidos el 13 de noviembre de 2022.
Las víctimas —Kaylee Goncalves, Madison Mogen, Xana Kernodle y Ethan Chapin—fueron asesinados brutalmente en la residencia situada en 1122 King Road, cerca del campus universitario en Moscow, Idaho. Kohberger, un estudiante de doctorado en criminología de la Universidad Estatal de Washington, fue identificado como el autor gracias a pruebas de ADN y rastreos digitales.
Aunque los investigadores no han confirmado si los incidentes previos están directamente vinculados con los asesinatos, los documentos muestran la intensidad con la que las autoridades examinaron pistas posibles para construir el caso contra Kohberger. CBS News y AP obtuvieron y publicaron extractos clave del expediente judicial.
Kaylee Goncalves dijo haber visto a un hombre desconocido fuera de su casa semanas antes del crimen
Según la compañera de piso sobreviviente Bethany Funke, Goncalves se mostró visiblemente alterada después de un episodio ocurrido aproximadamente un mes antes de los asesinatos. Al sacar a su perro Murphy al exterior, notó la presencia de un hombre desconocido “por encima de su casa, al sur”, observándola fijamente. Goncalves reaccionó con preocupación, notificando a sus compañeras y llamándolas para confirmar si regresarían pronto, de acuerdo con el testimonio recogido por la policía.
Otra amiga cercana de Goncalves mencionó a los investigadores que, durante un almuerzo el 11 de septiembre de 2022, Kaylee hizo comentarios sobre tener un acosador. También se habló en esa reunión de que habría recibido algo sospechoso por correo, e incluso un extraño mensaje por Facebook Messenger. Los reportes policiales señalan que varios de los presentes recordaron esas referencias de manera ambigua, pero todos coincidieron en que Goncalves expresó incomodidad.

La puerta de entrada apareció suelta en sus bisagras nueve días antes del ataque
El 4 de noviembre, apenas nueve días antes de los homicidios, las jóvenes regresaron a casa a las 11:00 de la mañana y encontraron la puerta principal abierta y suelta. Funke explicó a la policía que el viento la empujaba y que la cerradura parecía haber sido forzada. Goncalves no se encontraba en la residencia en ese momento, y fue el padre de Kernodle quien acudió más tarde a reparar los daños.
Los documentos oficiales no establecen conexión directa entre ese episodio y el posterior ataque, pero fueron incluidos en el expediente como parte de una reconstrucción cronológica del ambiente en el que vivían las víctimas. Se trata de uno de varios indicios de que las jóvenes ya habían sentido preocupación por su seguridad.
La escena del crimen reveló signos de lucha intensa y heridas defensivas
Cuando la policía ingresó al domicilio el 13 de noviembre, encontró una escena “sangrienta”, con fluidos corporales en las camas, suelos y paredes. En la habitación de Xana Kernodle, uno de los agentes anotó que “era evidente que había ocurrido una lucha intensa”. La joven presentaba múltiples heridas defensivas, lo que sugiere que intentó resistirse activamente a su agresor.
Estos detalles forenses fueron esenciales para determinar la brutalidad del crimen y perfilar la conducta del asesino. El informe también reveló que una funda de cuchillo hallada junto a los cuerpos contenía ADN que más tarde sería clave para identificar a Kohberger.

La policía rastreó a Kohberger mediante ADN, registros digitales y reportes ciudadanos
La investigación incluyó entrevistas con ciudadanos, revisión de grabaciones de cámaras de vigilancia, análisis de compras en línea y registros de ubicación de teléfonos móviles. Un empleado de Walmart informó que un hombre joven, blanco, había preguntado por pasamontañas semanas antes del crimen. Otros ciudadanos ofrecieron pistas tras ver a las víctimas en transmisiones en vivo desde un camión de comida.
Una vecina relató que, en agosto o septiembre, ella y su hija vieron a un hombre “nervioso” en su jardín. Aseguró estar casi segura de que se trataba de Kohberger. El seguimiento de su celular la noche del crimen, combinado con registros de compra de un cuchillo de estilo militar y una coincidencia genética obtenida de un hisopo desechado, sellaron el vínculo del sospechoso con el caso.
Los investigadores incluso solicitaron órdenes para acceder a registros de la aplicación de citas Tinder, intentando identificar cuentas ligadas al sospechoso con correos electrónicos que lo conectaran a las víctimas, aunque sin éxito. El expediente judicial indica que la motivación del crimen aún no está clara.
Kohberger fue detenido sin oponer resistencia y pidió hablar con un abogado tras un breve diálogo
Kohberger fue arrestado seis semanas después de los crímenes, en casa de sus padres en Albrightsville, Pennsylvania. Fue trasladado a un cuartel de policía estatal, donde conversó brevemente con agentes de la policía de Moscow, la policía estatal de Idaho y el FBI. Hablaron de su interés en la criminología, de su papel como asistente de enseñanza, y del equipo de fútbol de la Universidad Estatal de Washington.
Cuando los agentes le explicaron que lo interrogaban por lo ocurrido en Moscow, Kohberger respondió: “Por supuesto”. Al preguntarle si deseaba hablar al respecto, contestó: “Creo que necesito un abogado”. Aun así, continuó conversando unos minutos más, preguntando si su perro y sus padres estaban bien.
Los oficiales pusieron fin al interrogatorio cuando invocó su derecho a permanecer en silencio. Los informes policiales indican que se le tomaron muestras de ADN y se confiscaron varios objetos: una linterna plateada, cuatro guantes quirúrgicos, ropa negra, calcetas, ropa interior y un par de tenis Nike talla 13 en blanco y negro.
Su vida en prisión reveló comportamientos obsesivos según otro recluso
Un compañero de celda en la cárcel del condado de Latah declaró el 16 de septiembre de 2024 que Kohberger mostraba hábitos compulsivos: se lavaba las manos docenas de veces al día, pasaba hasta una hora bajo la ducha y dormía muy poco por las noches. También mencionó que Kohberger solía interrogarlo con frecuencia sobre sus antecedentes penales, lo que llegó a irritarlo.
El testimonio formó parte de los documentos policiales y refuerza el perfil psicológico del acusado, aunque no fue utilizado como prueba clave en el juicio.
Kohberger se declaró culpable este mes como parte de un acuerdo para evitar la pena de muerte. En su audiencia de sentencia, vestido con un overol naranja, escuchó los testimonios de las familias de las víctimas. Cuando el juez le preguntó si deseaba hacer una declaración final, Kohberger contestó: “Con todo respeto, declino”.
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