Ávila se alza sobre la meseta castellana como uno de los grandes tesoros patrimoniales de España. Conocida por su imponente muralla, una de las mejor conservadas de Europa, esta ciudad castellanoleonesa ofrece una combinación única de legado histórico, arquitectura religiosa y excelente gastronomía. No en vano, su casco histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, reconocimiento que subraya su relevancia cultural y su valor universal excepcional.
De este modo, el elemento más representativo de Ávila es, sin duda, su muralla medieval, una estructura defensiva que abraza el casco antiguo y que, con sus más de 2.500 metros de perímetro, 87 torreones y 9 puertas, da forma al perfil más icónico de la ciudad. A sus pies, la ciudad conserva un extraordinario conjunto de edificios religiosos, entre los que destacan la Catedral del Salvador, considerada la primera catedral gótica de España, y la Basílica de San Vicente, joya del románico construida en el lugar donde, según la tradición, fueron martirizados los santos Vicente, Sabina y Cristeta.
Este conjunto monumental convierte a Ávila en una visita frecuente para quienes viven en el centro peninsular, y muy especialmente para los habitantes de Madrid, ya que el trayecto apenas supera la hora por carretera. Esa cercanía la convierte en una escapada perfecta para un fin de semana, ideal para explorar su herencia histórica, pasear por sus calles empedradas y descubrir rincones con siglos de memoria. Pero no solo eso, pues la localidad permite disfrutar de uno de los mejores alojamientos de España gracias a su Parador de Turismo.
Un Parador en un Palacio

El Parador de Ávila no es un alojamiento al uso. Se ubica en el antiguo Palacio de Piedras Albas, una construcción renacentista del siglo XVI situada en pleno corazón del casco histórico. Justo frente a la catedral, este edificio histórico ofrece unas vistas privilegiadas de la muralla que rodea la ciudad. El entorno, silencioso y monumental, permite al viajero vivir una experiencia de alojamiento que combina comodidad, elegancia y autenticidad patrimonial.
El interior del Parador ha sido restaurado con un enfoque que prioriza la calidez y el descanso. Las habitaciones son amplias y silenciosas, y el comedor ofrece un ambiente único con vistas al jardín y a la muralla a través de un patio acristalado que enmarca la historia desde cada mesa. Tal y como destaca el propio Parador en su página web, se trata de un lugar “intimista y acogedor”, perfectamente integrado con el entorno cultural de la ciudad.
Más allá de sus muros, el Parador guarda otros secretos. Sus jardines históricos son un espacio abierto a la contemplación y al descubrimiento arqueológico. En ellos se encuentra una pequeña colección que incluye sarcófagos antiguos, pilas bautismales y un verraco prerromano del siglo V a.C., elementos que refuerzan la riqueza histórica del edificio. Estos detalles convierten un simple paseo por el jardín en un recorrido por el pasado, conectando al visitante con siglos de civilización sin necesidad de salir del alojamiento.
El establecimiento no se limita a ofrecer un entorno de época; también apuesta por la vanguardia y la comodidad, con todos los servicios modernos disponibles para sus huéspedes. De este modo, el Parador logra equilibrar el respeto por la tradición con las necesidades del viajero actual.
Cocina abulense con sello propio

La experiencia en Ávila no estaría completa sin degustar su gastronomía local, y el restaurante del Parador ejerce como embajador de la cocina tradicional de la región. Con un enfoque basado en el producto de cercanía, la carta está centrada en la ternera Avileña Negra Ibérica, raza autóctona que protagoniza platos como el chuletón y la chuleta, emblemas de la cocina abulense.
El menú también incluye especialidades regionales como las judías de El Barco de Ávila, las patatas revolconas y, para el postre, las famosas Yemas de Santa Teresa, que en el Parador se elaboran de forma artesanal. Además, el restaurante organiza cada año las Jornadas Gastronómicas de las Judías del Barco, un evento que pone en valor la tradición culinaria de la provincia y la estrecha vinculación entre territorio y cocina.
De esta forma, a una hora de Madrid, Ávila invita a sumergirse en su pasado con solo cruzar sus puertas. Entre murallas milenarias, plazas silenciosas y palacios renacentistas, la ciudad ofrece un viaje en el tiempo sin renunciar al confort. El Parador, como testigo de piedra de ese legado, permite al visitante disfrutar de una experiencia completa: historia, descanso y una mesa que rinde homenaje a los sabores de siempre. Una escapada que no necesita muchos días, pero que deja huella durante mucho tiempo.
Cómo llegar
Desde Madrid, el viaje es de alrededor de 1 hora y 25 minutos por la carretera A-6. Por su parte, desde Valladolid el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 30 minutos por las vías N-601 y N-403.
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