Madrid, 10 abr (EFE).- Un informe de la Universidad de Valencia respalda con evidencias científicas la reducción de la tasa de alcohol a 0,1 mg por litro de aire espirado para reducir la siniestralidad, si bien advierte de que no es suficiente si no se acompaña de otras medidas como incrementar los controles de alcoholomia y las sanciones.
El estudio encargado por la Dirección General de Tráfico (DGT), realizado por el Instituto de Investigación en Tráfico y Seguridad Vial (INTRAS) de la Universidad de Valencia, que se ha presentado este jueves, responde a la intención del Gobierno de reducir de 0,25 mg/l de aire espirado a 0,1 mg/l, lo que equivale a 0,2 gramos por litro en sangre (0,5 actualmente).
Para ello, el Congreso está tramitando una proposición de ley del grupo socialista, cuyo plazo de presentación de enmiendas termina el próximo 22 de abril, ha explicado el director general de Tráfico (DGT), Pere Navarro, quien ha señalado que aunque existe consenso entre los diferentes grupos políticos, "saldrá lo que sus señorías decidan y quieran".
No obstante, Navarro ha subrayado que reducir la tasa de alcohol al volante es un compromiso moral con quiénes perdieron la vida en la carretera a causa del alcohol. "Tenemos una cierta obligación ética y moral", ha dicho.
Los resultados del informe son claros: el alcohol sigue siendo uno de los factores de riesgo más graves y persistentes en la siniestralidad vial.
"Los datos indican claramente que tenemos un problema gravísimo", ha señalado el catedrático de Seguridad Vial de la Universidad de Valencia, Luis Montoro, uno de los responsables del estudio, quien ha precisado que en los últimos 100 años han muerto 20 millones de personas en el mundo y 100.000 en España a causa del alcohol al volante, la mitad de ellos causados por conductores que habían bebido.
Además, el problema se ha incrementado, sobre todo, en los tres últimos años, lo que, en su opinión, se puede deber a efectos colaterales de la pandemia.
Así, el 34 % de los conductores que han muerto en carretera presentaban alcohol en sangre y si, a ello, se suma el consumo de drogas y psicofármacos, la cifra asciende al 54 %, ha expuesto este experto.
El informe propone como medida prioritaria la reducción de la tasa máxima de alcohol a 0,1, en consonancia con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, la Unión Europea y el Consejo Europeo de Seguridad en el Transporte (ETSC).
Esta tasa ya está implementada desde hace años en países como Suecia y Noruega, dos de los estados europeos que tienen los mejores datos del mundo en seguridad vial y siniestralidad.
Sin embargo, los expertos destacan que la bajada por si sola no sería suficiente si no se acompaña de un conjunto de medidas complementarias como el incremento de los controles de alcoholemia, especialmente en zonas urbanas, con una estrategia aleatoria y altamente visible, y la generalización de los controles de doble prueba (alcohol y drogas).
Abogan, además, por reformas legales para sancionar de forma más eficaz el policonsumo, potenciar las campañas de concienciación ciudadana y fortalecer la educación vial en autoescuelas y programas de reeducación para infractores reincidentes.
El informe también advierte de que la reducción de los límites legales de alcoholemia o el endurecimiento de las sanciones tienen un impacto limitado —cuando no nulo— en el comportamiento de los conductores alcohólicos o de quienes consumen alcohol de forma habitual y excesiva.
En estos casos, la disociación entre el consumo y la conducción no se produce por la vía punitiva, sino con programas específicos de reeducación vial y tratamiento sanitario que pueden resultar realmente eficaces para modificar sus conductas de riesgo.
Montero ha justificado la reducción de la tasa al asegurar que con la actual de 0,5 gramos el riesgo de sufrir un accidente con víctimas es entre 3 y 5 veces superior.
Sin embargo, no se ha mostrado a favor de implantar la tasa cero porque hay muchos medicamentos y frutas que contienen alcohol, al igual que algunas comidas y postres. De hecho, los países que la tienen establecida, en la práctica no multan si se supera ese límite.
Con el 0,1 se pretende dar un margen, al igual que ocurre con los radares, "para no caer en conflictos legales", ha explicado este catedrático, que ha incidido en que se trata de no beber nada antes de ponerse al volante.
En el mismo sentido, Pere Navarro ha explicado que ninguno de los países que tienen establecida una tasa cero son referentes en seguridad vial y ha insistido en que 0,1 mg equivale a tolerancia cero: "Ni botellín pequeño ni nada".
También Antonio Avenoso, director ejecutivo del Consejo Europeo de seguridad en el transporte, ha señalado que el mensaje más claro es también el mensaje más seguro: "No conducir cuando se beba", y ha señalado que la medida evitará que "muchas vidas sean arruinadas o destruidas".
"Llevamos muchos años con la misma tasa y con estos debates y hay que hacer algo. Esta es la medida que los organismos recomiendan y que nos da la impresión de que la sociedad española está preparada para ello", ha sentenciado el responsable de la DGT. EFE
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