Qué es la acromegalia, la rara enfermedad que provoca “gigantismo” en los adultos y empieza en el cerebro

Uno de los rasgos más característicos es el agrandamiento de manos y pies o cambios en el rostro

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Revisión de unos rayos-X del
Revisión de unos rayos-X del cerebro (Shutterstock)

La acromegalia es un trastorno poco frecuente en adultos que produce un crecimiento excesivo de huesos, órganos y tejidos blandos, debido a un exceso de hormona del crecimiento. El origen más común de la acromegalia es un tumor benigno (un adenoma) en la glándula pituitaria (hipófisis), localizada en la base del cerebro.

Ese tumor estimula la producción excesiva de hormona del crecimiento (GH), lo que a su vez induce al hígado a generar niveles elevados del factor IGF-1, responsable del crecimiento anormal de tejidos y huesos. En raras ocasiones, la acromegalia puede deberse a tumores en otras partes del cuerpo (pulmón, páncreas...), que inducen indirectamente un exceso de hormonas estimulantes.

Los cambios físicos suelen aparecer lentamente, por lo que muchas veces pasan desapercibidos al principio, aclara la Clínica Mayo. Uno de los rasgos más característicos es el agrandamiento de manos y pies (por ejemplo, los anillos ya no encajan o se necesita un número de calzado superior), así como cambios en los rasgos faciales: labios y orejas más gruesos, nariz ancha, mandíbula prominente, frente agrandada y separación entre los dientes.

La piel puede volverse más gruesa, grasa o áspera; pueden aparecer acné o acrocordones cutáneos. Otros signos incluyen sudoración excesiva, aumento del volumen de órganos (como el corazón), fatiga, dolores articulares, cambios en la voz, dolor de cabeza e incluso problemas de visión si el tumor presiona estructuras cercanas.

Diagnóstico y tratamiento de la acromegalia

Para diagnosticar la acromegalia, los especialistas combinan historia clínica, examen físico y pruebas hormonales, principalmente midiendo los niveles de IGF-1. Si este resulta alto, puede solicitarse una prueba de supresión de la hormona del crecimiento: tras administrar glucosa, en una persona sana los niveles de GH deberían bajar; en acromegalia, permanecen elevados.

Si las pruebas hormonales sugieren acromegalia, se realiza una resonancia magnética (u otro estudio de imagen) de la zona hipotálamo-hipofisaria para localizar el adenoma. También pueden realizarse radiografías de manos y pies para evaluar si hay un aumento estructural de los huesos.

El objetivo del tratamiento es reducir los niveles de hormona del crecimiento y de IGF-1, eliminar o controlar el tumor y prevenir o tratar complicaciones asociadas, recoge la Clínica Universidad de Navarra:

  • Cirugía: la opción más recomendada suele ser la extirpación del adenoma mediante cirugía transesfenoidal. Este método logra en muchos casos devolver los niveles hormonales a rangos normales.
  • Tratamiento farmacológico: cuando la cirugía no es suficiente o no puede realizarse, se recurre a medicamentos como los análogos de somatostatina o agonistas dopaminérgicos, que reducen la producción de hormona del crecimiento. Otro fármaco, el antagonista del receptor de GH, bloquea su acción sobre los tejidos.
  • Radioterapia: en aquellos casos en que ni la cirugía ni los fármacos controlan adecuadamente el exceso hormonal, se puede recurrir a radioterapia tradicional, radiocirugía estereotáctica o terapia con protones. Esta opción suele ser más lenta en mostrar resultados y requiere un seguimiento prolongado.

Si no se trata, la acromegalia puede derivar en complicaciones graves: hipertensión, problemas cardíacos (miocardiopatías, arritmias, valvulopatías), alteraciones metabólicas como diabetes o dislipemia, problemas en las articulaciones, apnea del sueño, síndrome del túnel carpiano, e incluso un aumento del riesgo de ciertos cánceres.

Episodio: Prevención del cáncer.

Por ello, es fundamental que cualquier persona que detecte cambios físicos progresivos o síntomas como sudoración excesiva, dolores articulares, fatiga o problemas de sueño, consulte con un endocrinólogo lo antes posible. Un diagnóstico temprano aumenta las posibilidades de tratar la enfermedad con éxito y de evitar secuelas graves.