La psicóloga Rocío Ramos-Paúl, ‘Supernanny’, tiene un mensaje para los padres sobre los deberes de sus hijos: “Se tienen que implicar lo menos posible”

La experta destaca la importancia de prevenir el control excesivo y la sobreprotección infantil

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Rocío Ramos-Paúl, la psicóloga conocida
Rocío Ramos-Paúl, la psicóloga conocida como “la supernanny”. (Montaje Infobae)

Durante años, muchos padres han creído que implicarse al máximo en los estudios de sus hijos es la única vía para garantizar el éxito académico. Sin embargo, cada vez más expertos advierten de que este modelo, lejos de ayudar, puede convertirse en un obstáculo para el desarrollo emocional y la autonomía infantil.

Rocío Ramos-Paúl, psicóloga conocida popularmente por su papel como Supernanny, ha insistido recientemente en esta idea en una intervención en Herrera en COPE. Ante la pregunta de hasta dónde deberían llegar los padres para que sus hijos obtengan buenas calificaciones, su respuesta fue contundente: la implicación debe ser mínima. No se trata de desentenderse, sino de acompañar sin invadir. Estar presentes, sí; pero hacer los deberes con ellos, no debe ocurrir. “Se tienen que implicar lo menos posible”, señaló.

El problema, según la experta, surge cuando los padres intentan asumir demasiados roles a la vez. Convertirse en progenitor, amigo y profesor genera una confusión que acaba deteriorando el vínculo familiar. Esta intromisión constante suele provocar un clima de tensión que transforma el estudio en un campo de batalla.

Una explicación neuropsicológica

Desde la neuropsicología, Álvaro Bilbao coincide en esta crítica y señala dos conductas especialmente dañinas: el control excesivo y la sobreexigencia. Padres que supervisan cada detalle transmiten, aunque no lo pretendan, un mensaje de desconfianza hacia la capacidad de sus hijos. A ello se suma el perfeccionismo, que impone una presión constante por obtener resultados sobresalientes, con consecuencias de ansiedad y frágil autoestima.

Frente a este modelo, la propuesta es sencilla: ceder responsabilidad. Ramos-Paúl defiende que el niño sea quien decida cómo abordar sus tareas, mientras los adultos se limitan a resolver dudas concretas cuando estas surgen. Este enfoque no implica abandono, sino respeto por el proceso de aprendizaje.

Un niño haciendo los deberes
Un niño haciendo los deberes del colegio. (AdobeStock)

La psicóloga educativa Silvia Álava refuerza esta idea al afirmar que los deberes pertenecen exclusivamente a los niños. Cuando los padres los asumen, el mensaje implícito es que el esfuerzo no es necesario, porque otro lo hará por ellos. Así, la autonomía se ve sustituida por la dependencia.

La investigación avala esta postura. Diversos estudios apuntan a que el apoyo a la autonomía —escuchar, permitir la iniciativa y tolerar el error— tiene un impacto positivo en el rendimiento académico. Los niños que se equivocan, reflexionan y corrigen aprenden más que aquellos a los que se les evita cualquier tropiezo.

El problema de los deberes

Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), España ocupa el quinto lugar entre los países donde los estudiantes dedican más horas a los deberes escolares, una tendencia que, años atrás, también había sido motivo de preocupación para la Organización Mundial de la Salud. Este volumen de tareas ha propiciado un debate social sobre el verdadero alcance y función del trabajo académico fuera del aula.

Por ello, hay expertos como el psicólogo sanitario Alberto Soler, que sostiene que los deberes, tal como se imponen de forma generalizada y sistemática, suelen generar desigualdad entre los alumnos. “Los alumnos de las familias con más recursos, ya sean económicos o de tiempo, avanzarán más y mejor que el resto de los alumnos”, ha señalado el autor de Hijos y padres felices y Niños sin etiquetas.

A través de sus redes sociales, Soler ha insistido en que su crítica no se dirige a tareas puntuales asignadas a casos individuales, sino a ese sistema de deberes rutinarios que se destinan a toda la clase, en un intento de compensar los contenidos que no se cubrieron durante el horario escolar. Para Soler, la clave consiste en atender cuánto deberes asignar, de modo que las tareas proporcionen autonomía y responsabilidad a niños, niñas y adolescentes, pero sin que acaben transformándose en una carga excesiva.