Los primeros síntomas del linfoma: de la hinchazón de los ganglios a un cansancio inexplicable

Los profesionales de la salud aconsejan no ignorar estos síntomas si se muestran persistentes

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Una mujer examinándose los ganglios
Una mujer examinándose los ganglios linfáticos del cuello (AdobeStock)

El linfoma es un tipo de cáncer que afecta al sistema linfático, una parte esencial del sistema inmunitario responsable de combatir infecciones y mantener el equilibrio de líquidos en el cuerpo. Según la Clínica Mayo, este tipo de cáncer se origina cuando los linfocitos (un tipo de glóbulo blanco) comienzan a multiplicarse de manera anormal, acumulándose en los ganglios linfáticos y otros tejidos, lo que interfiere con el funcionamiento normal del organismo.

Aunque puede presentarse a cualquier edad, es más común en adultos jóvenes y personas mayores de 55 años. Existen dos tipos principales: el linfoma de Hodgkin y el linfoma no Hodgkin, los cuales difieren en su comportamiento, tratamiento y pronóstico.

Síntomas del linfoma

Uno de los mayores desafíos del linfoma es que sus síntomas suelen ser confusos y fácilmente atribuibles a enfermedades comunes como infecciones virales o un cansancio por estrés. En cambio, la Clínica Mayo recoge entre los signos más característicos la hinchazón indolora de los ganglios linfáticos, generalmente en el cuello, las axilas, la ingle o el abdomen. Esta inflamación puede pasar desapercibida por no causar dolor, lo que retrasa la consulta médica.

Otro síntoma frecuente es la fiebre persistente sin causa aparente, acompañada de sudoraciones nocturnas que pueden empapar la ropa o la cama, incluso en ambientes fríos.

El cansancio extremo, que no mejora con el descanso, es otro indicio común. Este agotamiento responde a la manera en que el cáncer afecta la producción de células sanguíneas y al gasto de energía que realiza el organismo al intentar combatir la enfermedad.

Asimismo, la pérdida de peso involuntaria, de más de 10 % del peso corporal en pocos meses, puede ser una señal de alarma. Estos síntomas, aunque inespecíficos, deben ser tomados en serio, especialmente si persisten o se intensifican con el tiempo.

Algunos pacientes también experimentan dolor en el pecho, el abdomen o los huesos, dependiendo de la ubicación de los ganglios afectados o del avance de la enfermedad. En ciertos casos, el linfoma puede presionar órganos internos o estructuras óseas, provocando molestias o dificultad para respirar.

Otro signo menos conocido, pero igualmente importante, es una picazón persistente en la piel, que no responde a tratamientos comunes y puede deberse a la liberación de ciertas sustancias químicas por parte de las células cancerígenas.

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Detección precoz, clave para el linfoma

De acuerdo con la Clínica Mayo, el diagnóstico del linfoma requiere una combinación de estudios médicos que incluyen análisis de sangre, biopsias de ganglios linfáticos y pruebas de imagen como tomografías computarizadas o resonancias magnéticas. El tratamiento depende del tipo y la etapa del linfoma, pero suele incluir quimioterapia, inmunoterapia, radioterapia o, en algunos casos, trasplante de médula ósea. Los avances en la medicina han permitido que muchos pacientes logren la remisión completa de la enfermedad y una buena calidad de vida, siempre que el diagnóstico se realice de manera temprana.

La detección oportuna es clave. Por ello, los expertos recomiendan no ignorar síntomas persistentes como la fiebre inexplicable, la fatiga crónica o los ganglios inflamados. Consultar a un médico ante cualquier señal inusual puede marcar la diferencia entre un tratamiento exitoso y un diagnóstico tardío. En la actualidad, gracias a los nuevos tratamientos dirigidos y terapias biológicas, las tasas de supervivencia han mejorado significativamente, pero la concientización sigue siendo fundamental.