“Pacientes que no son capaces de caminar sobre suelo firme logran dar pasos en el agua”: hidroterapia para la rehabilitación del ictus

Los ejercicios en el agua permiten que los pacientes de ictus puedan realizar movimientos que no podrían llevar a cabo en tierra firme

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Un hombre mayor hace ejercicio
Un hombre mayor hace ejercicio en una piscina (AdobeStock)

Cada año, 90.000 personas sufren un ictus en España y en torno a 23.000 de ellas fallecen. Son datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN) que revelan la realidad de la enfermedad que más discapacidad genera en todo el mundo y la segunda causa de muerte en todo el mundo. En las últimas tres décadas, su incidencia ha aumentado hasta en un 70 % en las últimas tres décadas, según el estudio Global Burden of Disease (GBD).

El ictus es una enfermedad cerebrovascular que se produce cuando el flujo de sangre que llega al cerebro se interrumpe o se reduce. El tiempo de actuación es determinante en sus secuelas, pues “por cada minuto que pasa sin que la sangre llegue al cerebro, se pierden casi dos millones de neuronas”, alerta la doctora María del Mar Freijo, Coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la SEN.

Ante la sospecha de ictus, se debe llamar inmediatamente al 112, “porque solo una atención urgente puede minimizar las secuelas y salvar vidas”. De los supervivientes, más del 30 % vive con secuelas que les provocan algún grado de discapacidad, lo que convierte esta enfermedad cerebrovascular en la primera causa de dependencia en España.

La rehabilitación tras un ictus constituye un pilar esencial en el proceso de recuperación del paciente con secuelas, al contribuir de manera decisiva a la mejora de la funcionalidad, la autonomía y la calidad. Su planificación debe ser individualizada, teniendo en cuenta las características personales, la gravedad del daño cerebral, las secuelas presentes y los recursos disponibles, con el fin de diseñar un programa terapéutico que potencie al máximo su capacidad de recuperación.

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La terapia del agua

En los últimos años, los avances científicos en rehabilitación se han preocupado por incorporar nuevas terapias que ayuden a los pacientes durante el proceso. Surge de entre ellas la hidroterapia, una herramienta que está demostrando ser muy útil y que aprovecha las propiedades físicas del medio acuático para facilitar movimientos que, en tierra firme, pueden resultar imposibles de realizar.

“Pacientes que no son capaces de caminar sobre suelo firme logran dar pasos en el agua sin impedimentos, gracias al efecto de descarga de peso”, explica la doctora Arancha Vázquez Doce, responsable por parte de rehabilitación de la unidad de ictus del Hospital Universitario de la Princesa y miembro de SERMEF. “Pero no se trata de una terapia universal: debe aplicarse de forma personalizada y con supervisión especializada, siempre como parte de un abordaje integral”.

El tipo de ejercicios varía según el paciente e incluye desde trabajo de fuerza con bandas elásticas o pesas, hasta reentrenamiento de la marcha y ejercicios de terapia ocupacional acuática orientados a tareas concretas. Sin embargo, los especialistas advierten de que no deben emplearse programas acuáticos genéricos, como los diseñados para población general, ya que pueden resultar inadecuados o incluso perjudiciales para personas con daño neurológico.

“La hidroterapia puede ser muy beneficiosa, pero no es aplicable a todos los pacientes ni en todos los contextos”. “Se necesita personal especializado, instalaciones adecuadas y protocolos adaptados. No es viable como tratamiento sistemático para todos los pacientes con ictus, pero sí como recurso complementario allí donde esté disponible”, concluye la doctora.