
En la vida hay muchas cosas que dependen de gustos y preferencias personales, y una de ellas es tu color favorito. Esta es una cuestión que probablemente hayas pensado más de una vez. Sin embargo, esta decisión puede definirte más de lo que crees.
Según explica la web italiana Studenti, la psicología sostiene que las preferencias cromáticas están estrechamente ligadas a nuestra forma de pensar, sentir y relacionarnos con el mundo. Por lo tanto, no solo es una cuestión que se elija únicamente por estética.
La llamada colorimetría, la ciencia que estudia cómo percibimos los colores y las emociones que despiertan, explica que los tonos tienen un impacto directo en nuestro estado de ánimo y en la impresión que causamos.
Cada color tiene su propio lenguaje psicológico. El rojo, por ejemplo, evoca energía, pasión y determinación, y suele atraer a personas impulsivas y valientes. El verde transmite equilibrio, calma y estabilidad emocional, ofreciendo una sensación de armonía y serenidad. Por su parte, el amarillo refleja creatividad, curiosidad y una mente activa, estimulando la imaginación y la vitalidad.
Los tres colores vinculados a la inteligencia
Aunque todos los colores comunican y transmiten algo, diversos expertos coinciden en que hay tres tonalidades específicas que suelen asociarse con una mayor agudeza mental y una destacada capacidad analítica.
Uno de ellos es el azul, que se asocia con la confianza, la serenidad y la reflexión profunda. Quienes se sienten cómodos con este color suelen ser personas racionales, observadoras y emocionalmente estables. Es el tono de la calma mental y del pensamiento estratégico.
El negro, clásico e imponente, refleja elegancia, sofisticación y control. Las personas que lo prefieren tienden a destacar por su determinación y capacidad de liderazgo. Sin embargo, este es el que menos gente suele escoger como favorito de los tres.
El tercero es el blanco, que es un símbolo de pureza y claridad. Suele atraer a quienes valoran el orden, la transparencia y la perfección. Representa una mente organizada y metódica, aunque también puede determinar cierta autoexigencia.
Es importante recordar que, aunque ciertos colores se asocien con la inteligencia, no significa que quienes los prefieren sean automáticamente más inteligentes, ni que quienes los evitan carezcan de capacidad analítica.
Los colores reflejan tendencias, gustos y aspectos de la personalidad, pero no determinan de manera absoluta nuestras habilidades cognitivas. La relación entre color y mente es una guía interpretativa, una forma de comprender cómo nos expresamos y cómo los demás nos perciben, pero no una regla que se cumpla siempre.
Mucho más que colores: la armonía personal
La psicología del color también distingue entre colorimetría y armonía cromática. Mientras la primera mide los tonos de forma objetiva, la segunda se enfoca en cómo esos tonos se combinan con las características únicas de cada persona: el color de la piel, los ojos o el pelo.
De ahí surge el conocido método de las doce estaciones, que clasifica las paletas personales según diferentes matices, como es el brillo o si es cálido o frío. Esto puede ayudarnos a elegir los colores adecuados al vestir y transmitir la imagen que deseamos.
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