Cómo eliminar la “flema”, esa mucosidad en la garganta típica en bebés y niños

Aunque el moco tiene una función protectora, cuando su producción aumenta puede causar obstrucción nasal, tos y congestión

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Niña enferma
Niña enferma

Durante los meses fríos, la mucosidad en la garganta se convierte en una de las molestias más comunes entre los niños, afectando su descanso, alimentación y bienestar general. Según la doctora Elena Bozzola, de Il Bambino e il suo Pediatra Onlus, la acumulación de flema puede parecer inofensiva, pero si no se maneja correctamente puede derivar en complicaciones respiratorias.

El moco cumple una función protectora: hidrata las vías respiratorias y actúa como barrera frente a virus, polvo y bacterias. Sin embargo, ante la inflamación o la exposición a agentes irritantes, su producción aumenta, provocando obstrucción nasal, tos y congestión. Este fenómeno es especialmente frecuente en invierno, cuando los virus del resfriado y la gripe circulan con mayor intensidad.

La pediatra explica que el tratamiento no suele requerir fármacos, sino medidas de apoyo y cuidado diario. No obstante, recuerda que enfermedades como el resfriado, la bronquiolitis, la bronquitis o la neumonía pueden acompañarse de mucosidad abundante, por lo que conviene estar atentos a los síntomas.

Remedios y cuidados básicos

Revisión médica infantil en consultorio
Revisión médica infantil en consultorio pediátrico - VisualesIA ScribNews

Uno de los métodos más eficaces es la higiene nasal regular. El uso de soluciones salinas o agua termal ayuda a despejar las vías respiratorias y facilita la respiración. En niños mayores, las soluciones hipertónicas al 2 % o 3 % pueden ser más efectivas, ya que su concentración de sal ayuda a eliminar el exceso de mucosidad.

También se recomienda mantener al niño en posición semisentada para reducir la congestión y evitar el uso de pastillas o comprimidos para la garganta, que pueden representar riesgo de asfixia en los más pequeños.

Los jarabes mucolíticos no deben administrarse en menores de dos años, y cualquier medicamento debe usarse solo bajo supervisión médica.

El papel de la hidratación y el ambiente

Té de jengibre con hierbabuena
Té de jengibre con hierbabuena - VisualesIA

Ofrecer líquidos tibios —como caldos, infusiones suaves o zumos naturales— contribuye a diluir la flema y a mantener las mucosas hidratadas. Igualmente, conservar una humedad ambiental de al menos 65% es clave, ya que el aire seco reseca las vías respiratorias y dificulta la eliminación del moco. Para ello, se puede usar un humidificador o colocar toallas húmedas cerca de los radiadores.

Cuando la flema se vuelve más fluida, debe expulsarse correctamente. Los niños mayores pueden aprender a hacerlo con un pañuelo, mientras que en los pequeños no hay problema si la tragan, ya que los ácidos gástricos eliminan los gérmenes.

Cuándo acudir al pediatra

Si la mucosidad persiste por más de una semana, cambia de color (de transparente a amarillenta o verdosa) o se acompaña de fiebre alta o dificultad para respirar, es fundamental acudir al pediatra. Solo en caso de infección bacteriana confirmada se deben utilizar antibióticos.

En recién nacidos, la presencia de flema requiere especial vigilancia, pues podría indicar bronquiolitis, una inflamación de los bronquiolos que puede comprometer la respiración. Si el bebé presenta palidez, somnolencia o coloración azulada en la piel, se debe buscar atención médica inmediata.

La doctora Bozzola concluye que la clave está en la prevención y el cuidado constante: mantener la nariz limpia, ofrecer líquidos con frecuencia y vigilar los signos de alarma. Con medidas simples, la mayoría de los niños superan estos episodios sin complicaciones.