Daniela Silva sobre la vitamina D, la hormona del sol que también protege tu mente: “Cuando hay un déficit mantenido en el tiempo, puede repercutir en nuestra salud mental”

Diversas investigaciones han revelado que esta hormona también actúa en el cerebro, influyendo directamente en nuestro estado de ánimo y la memoria

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Los niveles bajos de vitamina
Los niveles bajos de vitamina D se asocian con un aumento de los síntomas de depresión y ansiedad.

La vitamina D es mucho más que un simple nutriente. Se trata de una sustancia liposoluble que se absorbe mejor en presencia de grasas y que el cuerpo puede almacenar en el hígado y en el tejido adiposo para utilizarla cuando más la necesita. Su función más conocida es la de facilitar la absorción de calcio y fósforo, minerales esenciales para mantener los huesos y músculos fuertes.

Sin embargo, la ciencia lleva años descubriendo que su influencia va mucho más allá del sistema óseo. Durante mucho tiempo se pensó que era una vitamina más, pero hoy se sabe que funciona como una hormona , ya que el organismo la produce de forma natural cuando la piel se expone al sol. Por este motivo, en las analíticas médicas suele aparecer junto a las hormonas y no junto a las vitaminas tradicionales.

Cuando tomamos el sol, el cuerpo sintetiza vitamina D, lo que contribuye a fijar el calcio y fortalecer los huesos. Pero una deficiencia mantenida puede tener consecuencias serias.

Según la Academia Española de Dermatología y Venereología, unos niveles insuficientes pueden obligar al organismo a obtener calcio de sus propias reservas óseas, aumentando el riesgo de osteoporosis, osteomalacia o raquitismo, además de favorecer enfermedades cardiovasculares.

Una aliada para el cerebro y el estado de ánimo

En los últimos años, varios estudios han encontrado receptores de vitamina D en el cerebro, lo que ha cambiado por completo la visión de esta hormona.

Dra Daniela Silva (Facebook)
Dra Daniela Silva (Facebook)

La doctora Daniela Silva, especialista en Medicina Interna y Geriatría, explicó a la revista Telva que “cuando hay un déficit mantenido en el tiempo, puede repercutir en nuestra salud mental. La vitamina D actúa también a nivel del sistema nervioso central, ayudando a regular la función de neurotransmisores como la serotonina, que influyen directamente en el estado de ánimo”.

Esta conexión explica por qué los niveles bajos de vitamina D se asocian cada vez más con síntomas de depresión, ansiedad o desgana. Además, investigaciones publicadas en la revista médica Neurology han vinculado la carencia de esta hormona con un mayor riesgo de deterioro cognitivo, demencia e incluso alzhéimer.

Aunque muchos creen que con alimentarse bien y tomar un poco el sol cada día es suficiente, lo cierto es que la falta de vitamina D es uno de los déficits nutricionales más comunes en España.

La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) estima que entre el 40% y el 50% de las personas de mediana edad tienen niveles por debajo de los recomendados. En mujeres mayores de 45 años, la cifra asciende a 8 de cada 10.

El problema está en que pocos alimentos contienen cantidades significativas de esta hormona. Solo algunos pescados grasos, los huevos y los lácteos fortificados aportan una dosis apreciable. Por eso, la exposición solar moderada y segura sigue siendo la principal fuente natural de vitamina D.

Una dosis diaria de sol y conciencia

Una persona toma el sol
Una persona toma el sol en el parque. (Canva)

Los expertos recomiendan exponerse al sol entre 10 y 15 minutos al día, siempre evitando las horas centrales, para que el cuerpo pueda producir la cantidad necesaria. También insisten en la importancia de revisar los niveles mediante análisis de sangre, especialmente en personas mayores o con poca exposición solar.

En definitiva, la vitamina D no solo fortalece los huesos: también cuida la mente, mejora el ánimo y protege el cerebro del paso del tiempo. Una razón más para salir a pasear al sol y recordar que, a veces, la mejor medicina puede estar en la luz del día.