
Uno de los aspectos que más suelen suponer una barrera para las personas que se marchan a vivir al extranjero es la comunicación. En muchos casos, esto se debe a un cambio en el idioma; sin embargo, no siempre es así, ya que muchos toman la decisión de mudarse a países en los que la lengua es la misma que la de su lugar de origen.
Esto no implica que la comunicación vaya a ser siempre efectiva, ya que existen diferencias geográficas que, lejos de ser simplemente anecdóticas, pueden provocar equívocos. Por ejemplo, cuando se desconoce el significado de una palabra que se emplea con frecuencia, cuando este varía o cuando la forma de estructurar las oraciones cambia.
Valentina, una joven española que reside en Argentina, publica en sus redes sociales (@valuferrari_) contenidos en los que explica algunos de los aspectos que más le cuestan en este sentido, como algunas expresiones en las conversaciones. Recientemente, Valentina ha continuado incidiendo sobre el mismo aspecto, pero centrándose esta vez en una muletilla ampliamente usada en Argentina y que le ha generado bastante desconcierto.
“Al final, se me ha pegado”
“El argentino siempre te responde con ‘mal’. Yo al principio no lo entendía porque decía: ‘¿Cómo que mal? Si es algo bueno’“, explica la joven española. El caso es que muchos argentinos y uruguayos utilizan este adverbio como un refuerzo: así, ese ”mal" no estaría negando, sino enfatizando en el sentido de “totalmente”, “muchísimo” o “de acuerdo”, coincidiendo con las palabras del otro interlocutor.
“Es un ‘mal’ que es un ‘bien’”, indica Valentina, ya que este adverbio negativo se utiliza en estos casos como algo bueno. “A todo te responden con ‘mal’”. Por ejemplo, si alguien dice que hace muy buen tiempo o que le ha gustado mucho una película, esta expresión sería algo positivo, un refuerzo que enfatiza que sus palabras están siendo secundadas. Así, es una respuesta afirmativa e intensificadora cargada de afectividad y empatía conversacional.
Esto no siempre es así, ya que, debido a su función enfatizadora, el adverbio “mal” también puede ser utilizado por los argentinos y uruguayos para reforzar algo negativo. Por ejemplo, si alguien indica que algo no le ha gustado, esta muletilla concordaría con sus palabras, intensificando el valor negativo.
“Al final, se me ha pegado, lógicamente”, explica Valentina. Así, ahora, como suele ocurrir con otras expresiones y acentos cuando se pasa mucho tiempo en un lugar concreto, la joven española ha acabado por incluir el uso enfatizador del adverbio “mal” en su propio vocabulario. “Alguien me dice: ‘Ay, che, boluda, hace un relindo día’. Y yo te contesto como española pero argentinizada: ‘Mal’”.
Como esta, muchas otras expresiones o palabras refuerzan la pluralidad del español: pese a que en España, Argentina, Uruguay o Chile se habla el mismo idioma, las variedades diatópicas provocan que en muchos casos la comunicación no sea totalmente efectiva. Esto, en lugar de suponer un problema grave (ya que es fácil que se salven estas barreras conversacionales), es un ejemplo más de la riqueza de nuestra lengua, lo que es muy positivo.
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