
El propietario del bar Danus, en la localidad de Tordera (Maresme), ha vuelto al centro de la polémica lingüística en Cataluña. Abraham Galera, conocido también por su actividad en redes sociales bajo el nombre de usuario @abrigaca, ha publicado un nuevo vídeo en TikTok en el que muestra el acta de inspección que recibió por parte de la Generalitat a raíz de una denuncia presentada ante la Agència Catalana de Consum. El motivo: no atender en catalán a los clientes en su establecimiento.
Galera, que cuenta con más de 870.000 seguidores en la plataforma, explica en la grabación que la inspección se realizó después de que se viralizara un vídeo anterior suyo, publicado en agosto y posteriormente eliminado, en el que ironizaba sobre la obligación de disponer de cartas en catalán y sobre el uso de la lengua en los restaurantes. Pese a haber borrado el contenido, las imágenes circularon ampliamente por internet, generando una oleada de indignación entre usuarios catalanohablantes y desembocando en una denuncia formal.
Una inspección lingüística con acta oficial
El empresario muestra ante la cámara el documento emitido por la Generalitat, en el que se detallan las “obligaciones lingüísticas” del establecimiento. Según explica, los inspectores le preguntaron cuántas personas trabajaban en el bar y si todas ellas hablaban catalán. También se hace constar en el acta que la inspección se llevó a cabo íntegramente en lengua catalana y que el propietario “entiende las dos lenguas oficiales”, catalán y castellano.
“Pero vaya, solo me preguntaron en catalán”, comenta Galera en tono crítico, subrayando su descontento con lo que considera una imposición. En el vídeo, añade con gesto serio: “Que te obliguen a tener una lengua en la que atender me parece algo muy antiguo, ¿vale? Y que si solo tienes una entre catalán y castellano, solo puedas tener el catalán en un sitio que es privado, un sitio que abres tú con tu buena fe”.
La Ley de Política Lingüística de Cataluña establece que los establecimientos abiertos al público deben tener la carta de comidas y bebidas disponible, como mínimo, en catalán. Pueden ofrecer versiones en otros idiomas, pero la versión catalana es obligatoria. Asimismo, los clientes tienen derecho a ser atendidos en la lengua que escojan —catalán o castellano—, aunque los trabajadores pueden responder en cualquiera de las dos, siempre que comprendan al interlocutor.

Es decir, la normativa no exige hablar exclusivamente en catalán, pero sí entenderlo y ofrecer atención en esta lengua cuando el cliente así lo solicita.
“No me había pasado nunca en 21 años”
En su vídeo, Abraham Galera asegura que en los 21 años que lleva abierto su bar nunca había vivido una situación semejante. “Nunca me habían pasado estas cosas”, afirma con un tono entre sorprendido y molesto. Según su versión, la polémica en redes y la denuncia posterior han provocado una inspección que considera desproporcionada.
El restaurador aprovecha también para reflexionar sobre el papel de las redes sociales, que, según él, “tienen una potencia negativa enorme”. En su opinión, el vídeo humorístico que publicó en agosto fue malinterpretado, y aunque lo retiró rápidamente, “ya era demasiado tarde”. El contenido había sido descargado, compartido y difundido por decenas de cuentas, generando un efecto viral difícil de controlar.
Pese a todo, Galera insiste en que en su bar se atiende “en castellano y en catalán, como siempre se ha hecho”, y que no tiene intención de cambiar esa práctica. Sin embargo, considera injusto que la administración actúe, según sus palabras, “solo por una denuncia de internet”.
Durante la grabación, el hostelero mantiene un tono de resignación, pero deja entrever su enfado con lo que considera una burocracia excesiva y una interpretación rígida de las normas lingüísticas. “No me gusta un pelo que nos obliguen a un idioma o a otro, imperativamente, así que ahí dejo mi reflexión”, concluye mirando a cámara.
Galera cierra el vídeo mostrando una última vez el acta de inspección y repitiendo la frase que resume su malestar: “Esta es la manera de hacer las cosas por aquí”. Sus palabras, difundidas de nuevo en TikTok y otras redes, han reabierto el debate sobre el uso del catalán en el sector de la restauración y el equilibrio entre derechos lingüísticos y libertad empresarial, un tema que vuelve a dividir opiniones entre los usuarios y que, una vez más, demuestra el poder de las redes sociales para avivar las tensiones lingüísticas en Cataluña.
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