Jessica, criminóloga y psicóloga: “El crimen perfecto no existe”

Hay varios argumentos que sustentan la afirmación de la experta

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Montaje de Infobae en el que sale Jéssica, psicóloga y criminóloga

El crimen perfecto es un concepto que ha sido explorado en numerosas series, películas y novelas a lo largo del tiempo. A menudo, se ha especulado sobre si realmente puede existir un delito imposible de resolver o detectar por las autoridades encargadas de investigarlo.

Jessica, una psicóloga y criminóloga que sube vídeos a sus redes sociales, ha abordade este tema. En una de sus últimas publicaciones en su cuenta de TikTok (@huelladeldelito) ha sido clara y contundente: “el crimen perfecto no existe”

¿Por qué no existe el crimen perfecto?

La criminología reconoce un principio básico y esencial: el intercambio de Locard. Según esta regla, cada vez que alguien interactúa con una escena, inevitablemente deja algo y se lleva otra cosa.

En el contexto de un delito, el contacto entre criminal, víctima y entorno deja huellas físicas y biológicas. Por ejemplo, un agresor puede dejar la huella de su zapato en el lugar de los hechos y llevarse consigo restos de tierra del mismo sitio adheridos a su calzado.

De igual manera, el contacto directo con la víctima puede provocar el intercambio de ADN en ambas direcciones. Jessica explica que este intercambio constante convierte la existencia del crimen perfecto en una imposibilidad técnica. Cualquier intento de cometer un delito genera rastros, aunque no sean evidentes a simple vista.

Los procesos posteriores al delito, como la limpieza o eliminación de pruebas, no borran los indicios por completo. Pruebas forenses como la quimioluminiscencia permiten detectar restos de sangre lavados, y maniobras para limpiar suelen dejar trazas nuevas, como marcas de fregado, fibras o residuos en los desagües.

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Incluso el tipo de guantes utilizados puede ofrecer pistas, debido a las partículas específicas que pueden quedar en la escena. Lejos de minimizar el rastro, manipular la escena con el objetivo de ocultar pruebas tiende a dejar aún más pruebas.

Cuanto mayor es la interacción con la víctima o el entorno, más se cumple el principio del intercambio. Por tanto, en lugar de borrar evidencias, muchas veces se terminan generando más elementos investigables.

Más allá de las huellas físicas: la marca psicológica

Incluso cuando se logran eliminar rastros materiales, queda la denominada huella psicológica. El comportamiento del responsable, la metodología empleada y las decisiones tomadas forman un patrón reconocible, conocido en criminología como modus operandi o firma.

Estos aspectos reflejan conocimientos, capacidades, necesidades o motivaciones, y permiten a los expertos desarrollar perfiles o hipótesis sobre el autor. Estos aspectos reflejan conocimientos, capacidades, necesidades o motivaciones, y permiten a los expertos desarrollar perfiles o hipótesis sobre el autor.

También intervienen otros factores sobre el suceso y su responsable: la elección de la víctima y del lugar, la relación con la misma, la presencia de rituales o el tipo de violencia ejercida, tanto instrumental como expresiva. Todos estos elementos contribuyen a la reconstrucción del caso e incrementan la dificultad de eliminar completamente los rastros psicológicos.

Jessica subraya que, aunque el crimen perfecto no existe bajo los principios de la criminología, sí hay delitos que no llegan a resolverse debido a limitaciones técnicas, falta de recursos, tiempo o formación adecuada entre los investigadores.