Tres señales para detectar que hacen ‘bullying’ a tu hijo, según una psicóloga

En ocasiones, el acoso escolar puede ser un tipo de maltrato muy silencioso. Los menores envueltos en estas dinámicas experimentan numerosas dificultades para pedir ayuda

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Un niño víctima de acoso
Un niño víctima de acoso escolar (Montaje Canva Infobae)

Atendiendo al último informe PISA (OCDE, 2024), el 6,5% de los estudiantes en España sufren acaso con frecuencia y el 10% se han quedado alguna vez en casa por este motivo. Las víctimas de acoso escolar experimentan dinámicas de exclusión, amenaza, burla, daño de sus pertenencias e incluso agresiones físicas que les llevan a conciliar con fuertes sentimientos de miedo y ansiedad desde edades muy tempranas. Muchos de ellos, al encontrarse en estas situaciones críticas, son incapaces de hablar o comunicar con un adulto lo que están sufriendo. En consecuencia, se produce una barrera entre lo que el niño siente y el mundo exterior. Nos encontramos ante un tipo de violencia infantil que, paralelamente al daño emocional o físico, tiene otras consecuencias a largo plazo: absentismo educativo, abandono escolar y depresión.

De esto informa una psicóloga en redes sociales. En uno de sus vídeos más recientes, Aiora (@airopsicologa) informa sobre bullying. Con el objetivo de ayudar a las familias a identificar los posibles indicios de abuso escolar en sus hijos, ofrece algunas observaciones que podrían significar maltrato infantil en entornos académicos. “Tres señales para detectar que a tu hijo le hacen bullying”, declara al principio del vídeo.

En primer lugar, pérdida de objetos o ropa dañada. Por ejemplo, el túper de la comida, la ropa, o el material escolar sucio o deteriorado de forma repentina. En estos contextos, donde hay daños materiales visibles, los menores suelen responder con excusas como: “me resbalé y me caí”. Esto responde a su incapacidad y su miedo de contar lo que les está pasando. El maltrato opera a través de la inseguridad y la vergüenza que implica, no solo reconocerse como víctima, sino también reconocerse como víctima delante de los otros.

En segundo lugar, cuando evitan hablar del colegio o de sus compañeros. Esto suele ir acompañado de un rechazo muy fuerte a querer ir a clase. El colegio se convierte en el principal desencadenante de la ansiedad y el miedo. La contingencia que implica ir a clase conociendo las infinitas posibilidades del maltrato: risas, burlas, ataques directos, agresiones físicas, concibe un rechazo absoluto al mundo académico que, en ocasiones, propicia absentismo escolar. Existen muchos alumnos con actitudes y aptitudes extraordinarias que, sin embargo, ven sus posibilidades académicas frustradas por la violencia.

Asimismo, otro de los indicadores más esclarecedores son los dolores físicos frecuentes sin causa médica. Ante el horror que -a consecuencia del maltrato- desarrolla el niño, su instinto de supervivencia le mueve alejarse del colegio por otras vías. Intentando no levantar sospechas, pone como excusas dolores de cabeza o de estómago.

Reconocimiento de la otredad

El bullying es un problema
El bullying es un problema estructural de violencia sistemática que requiere de un plan de prevención educativo -crédito iStock

En consecuencia, el bullying escolar es un problema muy serio que afecta profundamente la vida de miles de niños y adolescentes en todo el mundo, dejando heridas emocionales que pueden prolongarse hasta la edad adulta. Se trata de una forma de violencia sistemática que daña la autoestima, limitando la autolegitimación de los menores. En respuesta a esta violencia estructural, la comunidad educativa y las familias tienen una responsabilidad absoluta. En este sentido, deben fomentar valores de respeto y solidaridad colectiva desde la infancia. Solo a través de lo colectivo y del reconocimiento de la otredad se pueden construir entornos escolares seguros.