Bruxismo: causas, síntomas y tratamiento

Una incorrecta alineación de los dientes, el estrés o un consumo excesivo de cafeína son algunas de las causas más comunes de este trastorno

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Una persona con bruxismo. (AdobeStock)
Una persona con bruxismo. (AdobeStock)

El bruxismo es el término médico con el que se conoce el hábito de apretar o rechinar los dientes y que puede presentarse tanto en la vigilia como durante el sueño. Según la Clínica Mayo, muchas personas desconocen que lo padecen hasta que aparecen señales visibles en los dientes o molestias en la mandíbula. A pesar de ello, sus consecuencias pueden ser significativas si no se diagnostica y trata a tiempo.

Las causas del bruxismo no están del todo claras, pero los especialistas coinciden en que se trata de un fenómeno multifactorial. Desde el punto de vista físico, la mala alineación de los dientes o ciertas reparaciones dentales defectuosas pueden favorecer el problema. En el ámbito psicológico, el estrés, la ansiedad, la frustración y rasgos de personalidad como la competitividad o la agresividad aumentan las probabilidades de desarrollarlo.

El sueño también juega un papel importante: quienes sufren apnea del sueño u otros trastornos asociados suelen presentar episodios de bruxismo nocturno. A estos factores se suman los hábitos de vida, como el consumo excesivo de cafeína, alcohol o tabaco, así como el uso de algunos medicamentos, especialmente los psiquiátricos. Además, se sabe que el bruxismo es frecuente en niños, quienes en muchos casos lo superan con la edad, y que puede existir una predisposición familiar.

Los síntomas del bruxismo son variados y dependen de la intensidad y frecuencia con que se produzca. Algunas personas descubren su condición porque su pareja escucha el rechinamiento nocturno. Otras lo notan cuando sus dientes comienzan a mostrar desgaste, fracturas o incluso movilidad. También puede aparecer sensibilidad dental frente a estímulos como el frío o el calor, además de dolor o rigidez en la mandíbula, el cuello y la cara.

En situaciones más graves, la mandíbula puede llegar a bloquearse e impedir abrir la boca con normalidad. Muchas veces el dolor se confunde con molestias en el oído, aunque en realidad no existe un problema auditivo. Otro síntoma común son las cefaleas tensionales, sobre todo al despertar, que suelen localizarse en las sienes. El impacto sobre la calidad del sueño es también notable, pues puede provocar despertares frecuentes y sensación de cansancio diurno.

Cómo se trata el bruxismo

El diagnóstico, de acuerdo con la Clínica Mayo, suele comenzar con una revisión dental en la que se evalúa el estado de los dientes y la mandíbula. El profesional puede detectar desgaste, daños o hipersensibilidad que apunten al bruxismo. También es fundamental explorar el historial médico del paciente, teniendo en cuenta hábitos de vida, nivel de estrés, calidad del sueño y consumo de sustancias. En casos en que se sospecha un trastorno del sueño asociado, puede ser necesario acudir a un especialista en medicina del sueño y realizar estudios específicos.

El tratamiento depende de la gravedad del cuadro. No todas las personas requieren intervención, pero cuando los síntomas generan dolor o daño dental, se recurre a diversas estrategias. En el terreno odontológico, los protectores bucales o férulas son el recurso más habitual, pues separan los dientes superiores e inferiores para evitar su desgaste.

Episodio: ¿Qué es el bruxismo?.

Cuando ya existe un daño considerable, se pueden realizar correcciones dentales, como remodelar la superficie de los dientes o colocar coronas protectoras. Al mismo tiempo, se recomienda abordar los factores psicológicos mediante técnicas de manejo del estrés, la ansiedad y la tensión, que incluyen desde la práctica de ejercicio hasta la meditación o el apoyo terapéutico.

Otras medidas consisten en modificar hábitos cotidianos, por ejemplo aprender a mantener la mandíbula en reposo durante el día, evitar masticar chicle en exceso o reducir la fuerza del cepillado dental. En los casos más severos, los médicos pueden prescribir relajantes musculares antes de dormir o aplicar inyecciones de toxina botulínica en los músculos de la mandíbula, especialmente cuando otras intervenciones no han resultado eficaces. También puede ser necesario ajustar ciertos medicamentos que favorecen el problema o tratar condiciones médicas como la apnea del sueño, que agravan los episodios nocturnos.