
En las ciudades autónomas españolas, como no puede ser de otra forma, el idioma oficial es el castellano. Su enclave geográfico junto a las fronteras con Marruecos hace que exista una gran población que habla árabe como principal lengua. No obstante, lo que muchas personas desconocen es que existe otro dialecto de origen judío que sigue vigente en algunos lugares de Ceuta y Melilla.
Haquitía es un dialecto judeoespañol originado en el norte de Marruecos, que aún se habla, aunque de forma limitada. Según ha relatado la cadena COPE al contar esta historia, este idioma, poco familiar para la mayoría de los españoles, representa un vínculo histórico entre las comunidades judías sefardíes expulsadas de España en 1492 y las regiones del Magreb, donde se establecieron tras su exilio.
Este dialecto se caracteriza por su musicalidad, el ritmo ágil de las frases y la intensidad de las expresiones. Todo esto convirtieron a esta lengua en un símbolo de identidad para los judíos sefardíes. Ahora, aunque su presencia es pequeña, sigue teniendo un valor cultural que demuestra la diversidad de las ciudades autónomas.
Historia del dialecto
Este dialecto se sustenta en diferentes elementos principales y los expertos han señalado varios factores que influyen en su origen y desarrollo. El medio especializado eSefarad, indica tres principales componentes, el castellano del siglo XV, los hebraísmos y los arabismos empleados en España y Portugal.
Tras la expulsión de la Península Ibérica en 1492, los judíos se asentaron y formaron comunidades en varias localidades del norte de Marruecos, como Casablanca, Tánger y Tetuán. Antes de su expulsión, ya existía en Marruecos una comunidad judía conocida como toshavim (residentes), cuya lengua cotidiana era el árabe o el bereber, mientras que el hebreo se reservaba para las ceremonias religiosas, según explica este medio.
La población judía local creció y se diversificó, y se extendió la haquitía, la lengua que utilizaron en el ámbito familiar, social y en transacciones comerciales dentro de la comunidad. Para comunicarse con la población mayoritaria seguían empleando el árabe, mientras que mantenían su conocimiento del español, creándose esta mezcla.
Riesgo de extinción
Tras la independencia de Marruecos en 1956, la presión para unificar el país bajo el árabe acentuó el declive de la haquitía, que quedó relegada a pequeños círculos, especialmente en Ceuta y Melilla. Allí, parte de la comunidad judía conservó el uso de expresiones en el ámbito familiar.
Las ciudades autónomas funcionan hoy como refugios de esta herencia, donde la haquitía pervive como símbolo cultural y testimonio de la diversidad local. Como cuenta la cadena de radio, filólogos como José Benoliel, Manuel Alvar y Haïm Vidal Séphiha han recopilado vocabulario y tradiciones, permitiendo la elaboración de diccionarios y estudios que documentan esta lengua.
La transmisión generacional se ha debilitado, y su futuro depende de iniciativas educativas y culturales, con Ceuta y Melilla como puntos clave para su preservación. Perder la haquitía supondría borrar un legado de mestizaje y resistencia cultural, y supondría una derrota más de la convivencia de diferentes costumbres.
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