Ojo vago: causas, síntomas y tratamiento

La ambliopía aparece en la infancia y, si no se trata, puede provocar pérdida irreversible de visión en la edad adulta

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Un niño en la revisión
Un niño en la revisión del oculista (AdobeStock)

Se conoce comúnmente como ojo vago, pero el término médico exacto es ambliopía. Esta condición se caracteriza por una disminución de la agudeza visual en uno o en ambos ojos causada por la falta de uso adecuado durante la etapa de desarrollo visual. Este trastorno aparece en la infancia y, si no se detecta ni trata a tiempo, persiste hasta la edad adulta.

De acuerdo con el Centro de Oftalmología Barraquer, representa la causa más frecuente de pérdida visual en niños y jóvenes de países desarrollados, con una prevalencia aproximada del 3-4% en la población escolar.

Para comprender lo que es el ojo vago, hay que entender que el sistema visual no está completamente desarrollado al nacer. La capacidad de ver se adquiere progresivamente durante los primeros años de vida, alcanzando su madurez alrededor de los 8 o 9 años, siendo los primeros cuatro los más críticos. Si durante este periodo se interrumpe el correcto aprendizaje visual, el cerebro puede dejar de estimular adecuadamente un ojo y este se vuelve “perezoso”.

Uno de los principales retos a la horade tratar esta condición es que a menudo no presenta síntomas evidentes. Muchos niños no se percatan de su déficit visual porque no tienen un punto de comparación y se adaptan a lo que ven. Cuando solo un ojo está afectado, el niño puede desenvolverse normalmente con el otro, sin dar señales claras de alerta. Por eso es fundamental la vigilancia de padres, educadores y pediatras, quienes deben estar atentos a ciertas conductas como acercarse demasiado a los objetos, distraerse en clase o mostrar torpeza motriz, pues en muchos casos el problema radica en una mala visión.

En cuanto a los síntomas, la mayoría de los niños con ambliopía son asintomáticos. Solo en casos más notorios pueden observarse comportamientos como inclinación de la cabeza, parpadeo repetido, párpados caídos, tropiezos frecuentes o desinterés en las actividades escolares. Estos signos deben motivar la consulta temprana con un oftalmólogo pediátrico, incluso en bebés, ya que es posible realizar exploraciones oculares a cualquier edad.

Un niño en la revisión
Un niño en la revisión del oculista (AdobeStock)

Diagnóstico y tratamiento del ojo vago

El diagnóstico precoz es esencial, aseguran desde la Clínica Barraquer. Se recomienda que todos los niños, tengan o no antecedentes familiares o síntomas, sean evaluados por un oftalmólogo infantil entre los 2 y 3 años. Esta revisión incluye la valoración de la motilidad ocular, párpados, estructuras internas y externas del ojo, y posibles defectos de refracción. Posteriormente, se aconsejan controles anuales hasta los 9 años, etapa en la que finaliza el desarrollo visual, con el fin de detectar cambios a tiempo.

El pronóstico depende directamente de la edad de detección y tratamiento. La recuperación del ojo vago es posible si se actúa antes de los 8 años, siendo más efectivo cuanto más temprano se inicie, especialmente en los primeros 4 años. A partir de los 9 años, la capacidad de rehabilitar el ojo disminuye drásticamente y, en la edad adulta, la pérdida es irreversible.

El tratamiento consiste primero en corregir la causa que genera la ambliopía: uso de gafas o lentes de contacto en casos de errores de refracción, cirugía en cataratas congénitas o ptosis, entre otros. Una vez solucionado el origen, la terapia más eficaz es la oclusión del ojo sano mediante un parche, lo que obliga al ojo afectado a trabajar y recuperar progresivamente la visión. El tiempo de uso varía según la gravedad, la edad y la causa.

Como alternativa, existe la penalización del ojo sano, que consiste en dificultar su visión para forzar el uso del ojo vago. Esto puede lograrse mediante correcciones ópticas intencionalmente inadecuadas o con colirios que producen visión borrosa. Aunque menos efectiva que la oclusión, es útil cuando no se consigue buena adherencia al uso del parche.