Álex Rovira, experto en desarrollo personal: “Las cosas no se dicen, se hacen, porque el lenguaje de la realidad es la acción”

El escritor redefine el amor como una práctica activa basada en tres pilares fundamentales: comprender, cuidar e inspirar, alejándose de las meras palabras y apostando por acciones que transforman

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Ayuda, solidaridad, dar un mano
Ayuda, solidaridad, dar un mano (Freepik)

El economista, escritor y conferencista Álex Rovira, reconocido internacionalmente por su enfoque humanista en temas de desarrollo personal y liderazgo, ha compartido una reflexión que invita a replantear profundamente el concepto de amor. Lejos de las concepciones románticas tradicionales o las expresiones vacías, Rovira propone una visión del amor como una práctica activa, tangible y transformadora.

Para Rovira, el amor no es un mero sentimiento ni una colección de palabras bonitas. Su definición va mucho más allá: el amor verdadero se manifiesta en tres acciones fundamentales -comprender, cuidar e inspirar- que, unidas, configuran lo que él denomina la trilogía del amor. Esta forma de amar, asegura, solo cobra sentido cuando se traslada al terreno de lo real, de lo que se hace y no solo de lo que se dice.

“La cosas no se dicen, se hacen, porque el lenguaje de la realidad es la acción”, sostiene Rovira con convicción. Con esta afirmación, el autor confronta la tendencia contemporánea a valorar las palabras por encima de los hechos. Su mensaje es claro: los actos de amor hablan con más fuerza y autenticidad que cualquier declaración verbal.

De la comprensión a la inspiración

Corazón rojo (Freepik)
Corazón rojo (Freepik)

En esta línea, enfatiza: “Y cuando haces las cosas, las estás diciendo con mucha más fuerza”. Es en los gestos cotidianos, en las atenciones concretas, donde se revela la verdadera intención amorosa. Comprender, cuidar e inspirar no son conceptos abstractos, sino pasos claros hacia una forma de amar que transforma y dignifica.

Comprender es el primer pilar de esta trilogía. Implica ir más allá de escuchar: supone empatizar y conocer genuinamente a la otra persona, captar su mundo interno, su historia y su necesidad. Desde ahí nace el segundo paso: cuidar. “Quien te ame te cuidará”, afirma Rovira, explicando que este cuidado se traduce en acciones específicas orientadas a permitir que la otra persona “pueda florecer”.

Pero el amor no termina ahí. El tercer paso, y quizá el más elevado, es inspirar. Rovira lo describe así: “Inspirar quiere decir ensanchar, hacer la vida grande, es darle horizontes a la persona, darle posibilidades, darle oxígeno”. En esta etapa, el amor no solo protege ni acompaña, sino que impulsa, enriquece y abre caminos.

Crecimiento mutuo (The New York
Crecimiento mutuo (The New York Times)

Este enfoque convierte al amor en una fuerza activa de transformación y crecimiento mutuo. Según Rovira, el verdadero propósito de amar es ayudar a que la vida del otro tenga más sentido: “¿Inspirar para qué? Para que su vida pueda tener más sentido”. Así, el amor deja de ser una emoción pasiva para convertirse en una experiencia compartida de evolución personal.

Rovira también extiende esta reflexión al plano del amor propio. “Y si eso te lo aplicas a ti, yo quiero comprenderme como ser humano para cuidarme y mejorarme para poder hacer la vida más ancha”, señala. Para él, solo desde el autoconocimiento y el autocuidado podemos establecer relaciones sanas y profundas con los demás. Amar bien a otro implica, en primer lugar, saber amarse uno mismo.

La propuesta del experto cierra con una afirmación que da sentido a toda esta filosofía de vida: “Y en consecuencia hacer eso con los demás, la vida tiene un sentido profundo y el día que te mueres, puedes decir gracias porque mi vida ha valido las penas”. Esta frase, potente y reveladora, condensa su visión del amor como motor existencial, capaz de dar profundidad y propósito a nuestra vida cotidiana.