Un explorador encuentra en el bosque una ciudad fantasma congelada desde los años 90: “No es ‘The Last of Us’, es real”

Hoteles vacíos, objetos intactos y estructuras al borde del colapso rodeadas de vegetación

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Un hombre se adentra en
Un hombre se adentra en el bosque y encuentra una ciudad fantasma sin habitar desde los años 90. (Imagen: Facebook)

“Es inquietante, triste y fascinante a la vez”, confesó Luke Bradburn, explorador urbano británico, al descubir su recorrido por Kinugawa Onsen, una ciudad balneario japonesa que, tras su repentino y fugaz abandono en los años 90, permanece congelada en el tiempo.

En su vídeo en redes sociales, Luke describe el impacto emocional de adentrarse en un lugar donde la vida parece haberse detenido, pero sus huellas aún persisten, intactas, en cada rincón.

El explorador, de 28 años y originario de Manchester, viajó a Japón a principios de 2024 con la intención de documentar la zona de exclusión de Fukushima. Fue entonces cuando, inspeccionando regiones cercanas, se topó con un hallazgo tan inesperado como inquietante: un distrito lleno de hoteles abandonados a orillas del río Kinugawa.

La isla fantasma de Japón con forma de barco que fue la ciudad con más densidad de población del mundo.

De paraíso termal a ciudad fantasma

Kinugawa Onsen fue, durante las décadas de 1970 y 1980, un célebre destino turístico conocido por sus aguas termales naturales y su gran oferta hotelera. Sin embargo, todo cambió con el estallido de la burbuja económica japonesa a inicios de los años 90.

El colapso financiero trajo consigo una caída drástica del turismo y el cierre masivo de hoteles, muchos de los cuales jamás fueron demolidos. “Era como caminar por una ciudad fantasma”, relató Luke.

A la decadencia económica se sumó un obstáculo legal: la legislación inmobiliaria japonesa prohíbe demoler edificaciones sin el permiso expreso del propietario, incluso décadas después del abandono.

Muchos de los dueños fallecieron sin dejar herederos, y en Japón no se puede derribar un edificio sin el permiso legal del dueño”, explicó el explorador. “En algunos casos, si el propietario muere, legalmente no se puede hacer nada durante 30 años”, añadió.

(Imagen: Facebook)
(Imagen: Facebook)

Un contraste surrealista

Durante una exploración que duró más de seis horas, Luke accedió a cinco o seis de los aproximadamente veinte hoteles del distrito. “Desde fuera parece todo podrido, cubierto de maleza y en ruinas”, describió. “Pero por dentro, algunas habitaciones estaban impecables, como si nadie las hubiera tocado”, puntualizó.

El joven explorador avanzó entre pasillos colapsados, escaleras destruidas y estructuras al borde del derrumbe. “Faltaban pisos, las escaleras estaban caídas y había zonas donde había que retroceder porque todo se había derrumbado. Era realmente inseguro en algunas partes; había que tener mucho cuidado”, advirtió.

(Imagen: Facebook)
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Cápsulas del tiempo

El interior de los hoteles ofrecía una imagen tan perturbadora como cautivadora. “Cada uno se sentía como entrar en una cápsula del tiempo. Te haces una idea de cómo debía ser la vida aquí en su apogeo, y luego... se detuvo. Fue surrealista”, afirmó.

Entre los descubrimientos más impactantes se encontraban máquinas recreativas aún llenas de premios, mesas con bebidas servidas, y habitaciones perfectamente ordenadas, como si sus huéspedes acabaran de marcharse. Pero también hubo momentos desconcertantes.

Una de las cosas más extrañas fue entrar en un vestíbulo y ver un enorme ciervo y un halcón disecados aún allí de pie. Había visto fotos en internet, pero verlo frente a mí fue otra cosa completamente distinta”, relató.

(Imagen: Facebook)
(Imagen: Facebook)

Una conservación sorprendente

La conservación de Kinugawa Onsen no se debe a un esfuerzo consciente de preservación, sino a una combinación de factores legales, culturales y sociales. “En Japón, la tasa de criminalidad es tan baja que los edificios abandonados no son saqueados ni destruidos tan rápidamente”, explicó Luke.

Hoy, la ciudad permanece como vestigio fantasmal de otra época, oculta entre la vegetación, silente, pero viva en sus detalles congelados, esperando a quien se atreva a cruzar sus umbrales deteriorados. “No es un escenario de ‘The Last of Us’, es real. Y está allí, esperando a ser recordado”, concluyó.