Karlos Arguiñano explica cuál ha sido la deuda más grande que ha tenido en su vida: “Debía 30 millones de pesetas”

El popular chef recuerda una etapa difícil en la que atravesó serios problemas económicos y estuvo al borde del colapso financiero

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Karlos Arguiñano cocinando en uno
Karlos Arguiñano cocinando en uno de sus programas de 'Cocina abierta de Karlos Arguiñano'

Karlos Arguiñano lleva décadas siendo un rostro familiar en la televisión española, compartiendo recetas y consejos culinarios con millones de personas. Su estilo cercano y su forma de explicar la cocina lo han convertido en uno de los chefs más queridos del país. Sin embargo, su camino hacia el éxito no siempre fue sencillo. En los años 80, pasó por una etapa muy difícil que casi lo deja en la ruina.

Durante una entrevista en el programa Liarda Pardo de LaSexta, recogida por la revista Lecturas, el cocinero reveló que en aquella época su restaurante atravesaba serios problemas financieros. “Tenía un pufo terrible en el restaurante, no sabía si me lo iban a quitar”, confesó. Ante esa situación crítica, tomó una decisión que lo marcaría: acumular toda su deuda con un solo proveedor, un pescadero de San Sebastián.

Esa deuda alcanzaba los 30 millones de pesetas, una cifra enorme para la época, más de 180.000 euros. “Con eso entonces te comprabas cuatro pisos”, dijo el chef. Eligió a este proveedor porque, en ese momento, tenía estabilidad económica, aunque él mismo no era muy optimista sobre su propio futuro. Para agravar la situación, en 1987 nació su hija Amaia, lo que aumentó aún más su preocupación. El miedo de que su hija viviera las consecuencias de sus dificultades económicas lo llevó a acudir a un buen amigo.

Karlos Arguiñano es padre de siete. Seis de ellos han seguido sus pasos y de alguna manera están implicados en el mundo culinario

El apoyo otro cocinero y una decisión clave

Ese amigo era Juan Mari Arzak, una figura muy respetada en la gastronomía española. Arguiñano le pidió que fuese el padrino de Amaia, no solo por amistad, sino también como una medida de protección para el futuro de su hija. “De los cocineros que yo conocía, era el que más dinero tenía”, explicó. Su petición fue directa: “Me gustaría que fueras el padrino de Amaia para que, si algún día necesita un capote, y yo no puedo, le eches una mano”. Arzak aceptó sin dudarlo.

Pese a la incertidumbre de aquellos años, la situación de Arguiñano cambió radicalmente en los años 90. La televisión autonómica vasca, ETB, le ofreció una oportunidad que resultó ser el inicio de su despegue mediático. El éxito de su programa fue tal que, poco después, dio el salto a TVE. La popularidad que alcanzó en la pequeña pantalla le permitió, por fin, empezar a salir del bache económico.

Con más visibilidad y confianza en su proyecto, pidió un crédito bancario de 250 millones de pesetas. De ese dinero, 200 millones fueron destinados a la compra de un hotel en Zarautz, 30 millones a saldar la deuda con el pescadero y los 20 restantes los reservó “para ir tirando”, según sus propias palabras.

La receta de torrijas de
La receta de torrijas de Karlos Arguiñano

Un imperio construido desde cero

Arguiñano ha dicho en varias ocasiones que, si no hubiera tenido éxito en televisión, no habría conseguido desarrollar ninguno de sus proyectos. Habló abiertamente de que, sin esa oportunidad, no existirían ni su escuela, ni su bodega, ni su equipo de motos, ni el resto de negocios que ha levantado con los años.

Hoy, Arguiñano es el cocinero mejor pagado de la televisión en España. Su empresa Irusta Gain SL gestiona todo lo relacionado con sus ingresos por imagen y la publicación de sus libros. También posee Karlos Arguiñano Promociones SL, con la que se ocupa del restaurante, el hotel, la bodega y su escuela de hostelería.

Además, ha invertido en el mundo del deporte, especialmente en actividades vinculadas a la cultura vasca. Pese a haber atravesado momentos muy complicados, Karlos Arguiñano ha conseguido salir adelante con esfuerzo y visión. Y aunque hoy su patrimonio es millonario, no olvida los tiempos en los que estuvo a punto de perderlo todo. Con 76 años, sigue al frente de su programa, sin intención de abandonar los fogones.