
La Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el conflicto que enfrentó a las Potencias del Eje y los Aliados, es considerado el más mortífero de la historia de la humanidad. Se calcula que más de 80 millones de personas perdieron la vida, lo que representa más de un 2 % de la población mundial de esa época.
Muchos de los países en los que se desarrollaron las batallas más cruentas de la Segunda Guerra Mundial cuentan todavía con vestigios de un pasado de sufrimiento y destrucción. Reconvertidos muchos de ellos ahora en símbolos de recuerdo y homenaje a los caídos, se erigen como una memoria de lo que ocurrió hace ya ochenta años.
Nei, una joven española que reside en los Países Bajos, ha compartido con sus seguidores de TikTok (@neivlogss) un rincón poco conocido del país que ella ha descubierto hace poco: el Netherlands American Cemetery and Memorial, un cementerio de soldados estadounidenses que murieron en la Segunda Guerra Mundial. En él hay enterrados 8301 cuerpos y se encuentra en Margraten, siendo el único cementerio militar estadounidense en suelo neerlandés.
“No hace mucho que me enteré de esta historia y la verdad es que es supercuriosa”, destaca la creadora de contenido. Tal y como destaca Nei, “cada tumba ha sido adoptada por una familia holandesa y pasan el legado generación tras generación”. De hecho, existe una gran lista de espera para ello y se ha convertido en un asunto de “mucho respeto” en el país: “Visitan y llevan flores a la tumba habitualmente. Algunos hasta han investigado sobre la familia del soldado y mantienen contacto con ellos”.
Un lugar de culto y recuerdo
El Netherlands American Cemetery and Memorial es una gran extensión de cruce blancas alineadas, un campo en el que se guardan las historias de miles de soldados. La mayoría de ellos durante la campaña aliada para liberar Europa del nazismo, especialmente en la Batalla del Bosque de Hürtgen o en el cruce del Rin.

El cementerio fue inaugurado oficialmente en 1945, poco después del fin del conflicto. Desde entonces, ha sido mantenido por la American Battle Monuments Commission (ABMC) y se ha convertido en un lugar de memoria compartida entre dos naciones. Cada tumba tiene su cruz latina o estrella de David con el nombre inscrito sobre el mármol blanco; en el Muro de los Desaparecidos figuran los nombres de 1.722 soldados cuyo cuerpo nunca fue recuperado.
Desde el mismo año en el que se inauguró el cementerio de Margraten, familias locales han adoptado las tumbas, comprometiéndose a llevar flores, investigar la historia del caído y visitar su tumba regularmente. Es una tradición única que une generaciones de neerlandeses con soldados que jamás conocieron.
La memoria viva se ve en cada Día de la Liberación, cuando niños dejan cartas en inglés sobre las lápidas o cuando descendientes de soldados cruzan el Atlántico para ver el lugar donde reposa su abuelo. Así, no es solamente un cementerio, sino un lugar de culto y de recuerdo de una historia pasada, pero que todavía tiene serios ecos en la actualidad.
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