
¿Puede el casero entrar al piso que tiene alquilado sin permiso del inquilino? La respuesta es clara: “No puede”, afirma Manuel Hernández García, director y socio del Bufete Vilches Abogados. Esto es debido a que el casero necesita el consentimiento del alquilado para entrar en la vivienda y si lo hace sin permiso se podría considerar un delito.
“En estos casos la ley es clara. Tu vivienda de alquiler es tu domicilio legal, aunque no seas su titular, al tener un contrato de arrendamiento”, explica Hernández. Y es que cuando se alquila una vivienda, esta se convierte en la residencia habitual del inquilino, en su domicilio legal a todos los efectos, y, aunque el propietario es el dueño del inmueble, la ley protege al inquilino como ocupante y esa protección incluye el derecho a la intimidad y a la inviolabilidad del domicilio.
Este principio está recogido en varias normas jurídicas, no solo en el contrato de arrendamiento firmado por ambas partes. “El hecho de pagar un alquiler y residir allí te convierte en la persona legítimamente ocupante, lo que quiere decir que nadie, ni siquiera el dueño, puede entrar sin tu consentimiento”, señala el abogado.
La Constitución Española establece en su artículo 18.2 que el domicilio es inviolable y que nadie puede entrar en él sin autorización, salvo que lo permita la ley o haya una orden judicial. Estos preceptos tienen vigencia durante toda la vida del contrato, incluso aunque haya conflictos pendientes entre el arrendador y el arrendatario. “Tu derecho al uso y disfrute de la vivienda es prioritario mientras seas el inquilino legal”, explica Hernández García.
¿Qué pasa si el casero entra sin permiso?
Si el propietario decide entrar en el piso sin autorización no comete una simple falta de respeto ni una infracción menor, puede tratarse de un delito penal contemplado en el artículo 202 del Código Penal, donde se protege la inviolabilidad del domicilio y se castiga a quien, sin habitar una vivienda, entre en ella sin el consentimiento de la persona que la ocupa, o permanezca en ella contra la voluntad del ocupante.
Esta intromisión “puede ser un delito” reconoce el abogado, porque lo que se protege “no es la propiedad del inmueble, sino el derecho de la persona a usarlo como su domicilio. En otras palabras, si tú vives ahí, la ley te protege igual que si fueras el propietario, en lo que se refiere a tu intimidad y seguridad dentro de la vivienda”.
Se trata de un delito muy grave que puede llegar, en los casos más extremos, a penas de prisión de distinta duración dependiendo de los casos. Si la entrada es sin violencia ni intimidación, se puede enfrentar el casero a penas desde 6 meses a 2 años de cárcel. Si la entrada es con violencia o intimidación, por ejemplo, forzando la puerta o amenazando al inquilino, la pena de cárcel puede ir de 1 a 4 años, además de pagar una multa.
En ambos casos, “se trata de delitos que pueden acabar con antecedentes penales para el propietario del piso si hay una sentencia condenatoria. Además, dependiendo de la gravedad, también pueden condenarle a pagar indemnizaciones por daños en caso de que se produzcan, informa el director de Vilches Abogados.

Cláusula no válida
Algunos contratos de alquiler incluyen cláusulas que permiten al casero acceder a la vivienda cuando quiera para revisarla o para comprobar su estado. Pero hay que tener en cuenta que cualquier cláusula que vulnere los derechos del inquilino no es válida.
“Aunque esté escrita y la hayas firmado, no es válida si vulnera tu derecho a la intimidad y a la inviolabilidad del domicilio, aunque lo ponga en el contrato. Por tanto, incluso con esa cláusula en el contrato, el propietario no puede entrar sin tu permiso, a no ser que ocurra uno de los casos contemplados por la ley”, dice Hernández.
Las excepciones
Hay circunstancias en las que el propietario puede entrar en la vivienda, pero siempre tiene que contar con el consentimiento del inquilino. Entre estos casos excepcionales se incluyen los que tienen relación con reparaciones necesarias o urgentes.
Una avería grave, como una fuga de agua o un problema eléctrico, tiene la obligación de repararla el casero, por lo que el inquilino debe permitir el acceso al técnico o al propietario, pero siempre con un acuerdo previo sobre día y hora. Es decir, la urgencia no justifica una entrada no autorizada.
“No puede entrar por su cuenta, ni siquiera aunque se trate de una reparación urgente, debe decírtelo antes, pero ten en cuenta que si en este caso no lo permites y se causa un daño mayor, el propietario puede solicitar una autorización judicial”, incide el abogado. Pone un ejemplo: “Imagina que tú estás de viaje y hay una fuga de agua en tu casa. Si no permites que pase a solucionarlo, el daño al piso de abajo es más grave según pasa el tiempo”.
Otro caso se da cuando el casero quiere revisar el estado de la vivienda para ver cómo se cuida, especialmente si el contrato está por finalizar o si hay sospechas de que no se está usando correctamente el piso. Tampoco esta revisión puede hacerse sin aviso ni sin acuerdo con el inquilino. “Lo correcto es que te solicite permiso con antelación suficiente y acuda contigo presente o con alguien de tu confianza. Lo que no puede hacer es entrar solo ni exigir acceder con la excusa de que es su casa, advierte Hernández.
Otro caso frecuente es cuando el casero quiere enseñar la vivienda a futuros inquilinos o compradores porque quiere vender el piso o el alquilado va a marcharse. En este caso también necesita tu autorización. La Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) permite al propietario acceder para este tipo de visitas solo si hay acuerdo entre las partes, ya que no se puede obligar al inquilino.
Copia de la llave
Lo habitual es que el casero tenga una llave por si ocurre alguna emergencia. Pero eso no le da derecho a entrar sin el consentimiento del alquilado y si lo hace está cometiendo un delito.
Hernández García recomienda que si el inquilino se siente inseguro por posibles entradas no autorizadas, “puede cambiar la cerradura, aunque aconsejamos que se lo diga al casero previamente y que deje por escrito el motivo por el que lo hace”. Si a pesar de todo entra sin permiso, existen varias formas de actuar, pero lo más importante es dejar constancia de lo ocurrido y tener claro que la ley protege al inquilino.
El abogado aconseja intentar solucionar el problema de manera pacífica con el casero antes de pasar a acciones legales y explicarle que no puede entrar sin su autorización y que la ley le respalda. También debe enviar una notificación por escrito. Lo mejor es hacerlo por burofax o algún medio que deje constancia, indicando que ha entrado sin permiso y que no puede volver a hacerlo.
Si vuelve a ocurrir, el inquilino debe de recoger pruebas como hacer fotos, guardar mensajes y anotar fechas y horas. Por último, puede denunciar si es necesario. “Si el comportamiento continúa o te sientes intimidado, acude a la policía o al juzgado, ya que estás ante un delito de allanamiento de morada”, apunta Hernández.
Argumenta que “estar de alquiler no significa que pierdas tus derechos, al contrario: la ley protege tu domicilio y tu intimidad, y el propietario no puede entrar en tu casa sin tu permiso, ni siquiera para ver el estado del piso o hacer visitas”.
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