Cómo cuidar los pies en verano: desde mantenerlos hidratados a secarlos adecuadamente

En esta época del año los pies pueden sufrir quemaduras o ser más vulnerables a infecciones fúngicas si no se ventilan correctamente

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Una mujer paseando por la
Una mujer paseando por la playa (Freepik)

Solo un par de meses al año nuestros pies respiran y disfrutan de ir en sandalias o chanclas, incluso descalzos. Pasar de llevar calcetines y un zapato cerrado a este nuevo tipo de calzado debe animarnos a prestarle a nuestros pies la atención que merecen. Es decir, cuidarlos adecuadamente para evitar complicaciones o ciertas patologías.

Desde el servicio de Podología del Hospital Vithas Vitoria, el equipo ofrece recomendaciones clave para asegurar que nuestros pies estén en óptimas condiciones. A pesar de ser la base que soporta todo nuestro peso diario, frecuentemente son los grandes olvidados en términos de cuidado y atención.

La hidratación juega un papel fundamental en la prevención de sequedad, grietas y callos. Pese a que es un hábito que se debería mantener durante todo el año, cobra especial relevancia durante los meses de verano, cuando los pies están más expuestos.

La limpieza meticulosa es otro aspecto crucial del cuidado podológico, concretamente entre los dedos, asegurándose de secarlo completamente para prevenir la proliferación de hongos. Asimismo, es aconsejable evitar caminar descalzo en piscinas o baños públicos, ya que aumenta el riesgo de infecciones fúngicas.

Con la exposición al sol después de tanto tiempo cubiertos, los pies se vuelven vulnerables a las quemaduras. Por ello, es esencial aplicar protector solar, especialmente en la parte superior del pie, una zona frecuentemente desprotegida y olvidada.

El doctor López Rosetti nos cuenta porqué se nos hinchan los pies.

La importancia de los zapatos y los calcetines

La elección del calzado es determinante para la salud podológica, aclara el equipo de Podología. Es preferible evitar materiales sintéticos que no permitan la ventilación adecuada, así como zapatillas deportivas que puedan incrementar la sudoración excesiva. Así, optar por calzado transpirable o sandalias facilita la circulación del aire, reduciendo así el riesgo de hongos e infecciones bacterianas.

La transición del uso de calcetines debe ser gradual para evitar problemas como rozaduras y ampollas. Ya que los calcetines absorben la humedad (manteniendo los pies secos y protegidos), al retirarlos bruscamente, se incrementa el riesgo de irritaciones en la piel.

En términos de sujeción y comodidad, el calzado debe ajustarse correctamente al tobillo, proporcionando soporte sin restringir la movilidad natural del pie al caminar.

Según el grupo Vithas, la elección de una suela adecuada también es crucial. Las suelas planas, como las de las manoletinas o mocasines, no amortiguan los impactos al caminar, lo cual puede provocar tensión en los pies y en el cuerpo en general. Se recomienda una altura de tacón o suela de aproximadamente 2 a 3 centímetros para mejorar la postura y reducir la presión sobre el arco del pie.

El corte adecuado de las uñas es fundamental para prevenir problemas como las uñas encarnadas, las cuales pueden ser dolorosas y difíciles de tratar una vez desarrolladas. Se aconseja cortarlas siempre en línea recta, evitando redondear las esquinas.

En ese sentido, es prudente no abusar de los esmaltes de uñas. Su uso constante puede debilitar las uñas y aumentar el riesgo de infecciones fúngicas. Ante cualquier problema o preocupación, es recomendable consultar con especialistas en podología para obtener un diagnóstico y tratamiento adecuados.