Qué es la otoplastia, la cirugía que cambia la forma de las orejas

Esta es una de las intervenciones estéticas más realizadas, especialmente en menores

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Una mujer tocando su oreja
Una mujer tocando su oreja (Freepik)

Al igual que ocurre con la rinoplastia, que es la intervención quirúrgica que se encarga de darle una forma distinta a la nariz, la otoplastia hace lo propio con las orejas. Su tamaño o su aspecto pueden provocar complejos en muchas personas, por lo que, en un mundo marcado por los cánones de belleza, esta cirugía puede mejorar significativamente la autoestima del paciente.

La otoplastia, por tanto, es una intervención quirúrgica que no solamente se asocia con la operación de “pegarse las orejas”, sino que su campo de acción es más amplio: remodela, reduce o reposiciona los pabellones auriculares para lograr una apariencia distinta.

Esta es una de las cirugías plásticas más comunes, realizada tanto en adultos como en menores. De hecho, según la encuesta La realidad de la Cirugía Estética en España 2022 de la SECPRE, el 51,3 % de las intervenciones estéticas realizadas a menores en nuestro país corresponden a otoplastia. De hecho, en los últimos 10 años, estas operaciones en menores de edad se habrían disparado un 358 %, un reflejo de lo que la presión estética hace en el cuerpo incluso de los más pequeños.

¿En qué consiste la otoplastia?

La intervención suele realizarse con anestesia local y sedación en adultos y con anestesia general en niños. Tiene una duración de entre una y dos horas, dependiendo de la complejidad del caso. El cirujano realiza incisiones generalmente en la parte posterior de la oreja, lo que permite acceder al cartílago auricular. Este cartílago se esculpe y se dobla para darle la forma que se desea. En algunos casos también se recorta si hay exceso de tejido.

Una mujer haciéndose un peinado
Una mujer haciéndose un peinado para cubrir sus orejas (Freepik)

El objetivo principal de la otoplastia es corregir las llamadas orejas en asa o orejas prominentes, una condición en la que las orejas están más separadas del cráneo de lo habitual. Sin embargo, esta intervención quirúrgica también se realiza en el caso de malformaciones congénitas como la microtia (cuando la oreja no se desarrolla completamente) o daños por traumatismos.

¿Qué riesgos implica?

Tal y como explican los expertos de Mayo Clinic, la otoplastia no está exenta de riesgos, ya que puede presentarse sangrado, coágulos sanguíneo e infección, así como una posible reacción a los medicamentos anestésicos que evitan el dolor durante la cirugía.

Además, también pueden quedar cicatrices visibles de las incisiones, aunque probablemente escondidas detrás de las orejas o dentro de los pliegues de estas, o asimetrías debido, por ejemplo, a los cambios durante el proceso de cicatrización (en estos casos se suele requerir una nueva intervención). De manera inversa, también puede producirse la sobrecorrección, es decir, que las orejas parezcan estar fijadas hacia atrás después de la cirugía.

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Según señalan los citados profesionales, otro posible efecto de la intervención es el cambio de sensibilidad, ya que puede quedar afectada la forma en la que se siente la piel de la zona. Sin embargo, lo general es que esto desaparezca.

El postoperatorio suele ser sencillo: se lleva una venda durante unos días y después una cinta elástica durante varias semanas, especialmente por las noches. El paciente suele poder retomar su rutina habitual en pocos días, evitando actividades físicas intensas o que impliquen contacto con las orejas.