
El consumo de marihuana está, generalmente, infravalorado en cuanto a las consecuencias que puede provocar en el metabolismo y en la salud. De hecho, el efecto ‘calmante’ y ‘relajante’ que defienden sus consumidores, solo apelan a unas secuelas inocuas y subestiman las probabilidades de padecer enfermedades verdaderamente graves para el organismo. Tras los resultados de un estudio publicado en la revista Heart, la doctora Lynn Silver ha podido demostrar que “plantea serias dudas sobre la suposición de que el cannabis implica poco riesgo cardiovascular”.
El análisis ha estudiado el hábito de unos 200 millones de personas, lo que le ha convertido en “uno de los estudios más grandes hasta la fecha sobre la conexión entre la marihuana y las enfermedades cardíacas”. Además, la profesora clínica de epidemiología y bioestadística en la Universidad de California, San Francisco, ha citado a un editorial ya publicado junto al artículo donde aboga por un cambio profundo en la forma en la que médicos, reguladores y ciudadanos perciben esta droga: “Deben evaluar el consumo de cannabis y educar a las personas sobre sus efectos nocivos, al igual que hacemos con el tabaco, ya que en algunos grupos de población se consume más”.
Del mismo modo, la también asesora principal del Instituto de Salud Pública en Inglaterra, ha añadido que el sistema regulatorio en Reino Unido “se ha centrado casi exclusivamente en crear infraestructura legal y otorgar licencias a negocios (de cannabis) legales y con fines de lucro". No obstante, en su opinión, habría que “centrarse mucho más en las advertencias sanitarias que educan a la gente sobre los riesgos reales”. Porque las conclusiones de su investigación refuerza a revisar la percepción generalizada de que esta sustancia es inocua.
Los consumidores jóvenes en el punto de mira

Entre los objetos estudiados, la doctora no hizo una diferenciación entre el tipo de consumo, es decir, si era una sustancia fumada, vaporizada, ingerida o mediante tópicos. Sin embargo, los expertos estiman que la mayoría de los sujetos usaban el método más habitual: “Según datos epidemiológicos, es probable que el cannabis se fumara en la gran mayoría de los casos”, dijo la autora principal, Émilie Jouanjus, profesora asociada de farmacología en la Universidad de Toulouse, Francia. Por su parte, Silver ha advertido que “cualquiera de las muchas formas de inhalar cannabis tendrá riesgos para el usuario, y también existen riesgos de humo de segunda mano, que son similares a los del tabaco”.
Del mismo modo, se ha desmentido la creencia de que la marihuana es menos dañina al ser una sustancia “natural”. En este caso, la doctora Beth Cohen, profesora de medicina de la Universidad de California en San Francisco, ha sido muy clara al respecto: “Cuando se quema algo, ya sea tabaco o cannabis, se crean compuestos tóxicos, carcinógenos y partículas que son perjudiciales para la salud”. Asimismo, otro estudio publicado en mayo ha señalado que cualquier producto con tetrahidrocannabinol (THC), un compuesto químico que se encuentra en la planta de cannabis y el principal responsable de sus efectos, genera signos de enfermedad cardiovascular precoz en su consumidor. “Encontramos que la función vascular se redujo en un 42 % en los fumadores de marihuana y en un 56 % en los usuarios de comestibles con THC, en comparación con los no usuarios”, explicó la doctora Leila Mohammadi, investigadora adjunta en cardiología de la Universidad de California en San Francisco.
Por lo que, una vez se analizaron todas las pruebas realizadas en Estados Unidos, Canadá, Francia, Australia, Egipto y Suecia entre 2016 y 2023, los expertos han concluido que esta ingesta se asocia con un aumento del 29% en el riesgo de infartos, un 20 % más de probabilidad de sufrir un accidente cerebrovascular y, más preocupante aún, duplica el riesgo de morir por enfermedades cardíacas. Pero, quizás lo más preocupante, según afirma Jouanjus, ha sido comprobar que la mayoría de “los pacientes hospitalizados por estos trastornos eran jóvenes (y por lo tanto, no era probable que tuvieran sus características clínicas debido al tabaquismo) y sin antecedentes de trastornos cardiovasculares o factores de riesgo cardiovascular”.
“510 veces más potente que en la década de 1970”
Por estos motivos, a los especialistas les ha preocupado especialmente el aumento de la potencia de THC en los productos actuales. Y es que, aunque ninguno de los estudios incluidos en el metanálisis preguntó a los participantes sobre la concentración de THC, según Silver, esta omisión puede haber subestimado el riesgo real: “Tememos que la asociación pueda ser incluso más fuerte que la informada”, declaraba.
Asimismo, ha subrayado que “el mercado del cannabis es un mercado en constante evolución. Cada día cobra más fuerza”. A modo de ejemplo, comentó que “lo que se vende hoy en California es 510 veces más potente que en la década de 1970. Los concentrados pueden tener un 99 % de THC puro. Los vaporizadores tienen más del 80 % de THC”. Esto no solo agravarían los efectos cardiovasculares, sino que está relacionado con otros problemas: “Sabemos que el cannabis más potente aumenta la probabilidad de adicción”, afirmaba, a la par que mencionaba una mayor probabilidad de padecer “psicosis o esquizofrenia” o incluso, “vómitos incontrolables”.
Como respaldo a esta información, el artículo de la CNN, explicaba que otro estudio de 2022 vinculaba el consumo de marihuana de alta potencia con un riesgo cuatro veces mayor de desarrollar dependencia. Así, en la actualidad, cerca de 3 de cada 10 usuarios de cannabis en Estados Unidos padecen un trastorno por consumo de esta sustancia, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). En este sentido, los investigadores han coincidido en que el riesgo para el sistema cardiovascular no puede seguir siendo ignorado. “Si yo tuviera 60 años y tuviera algún riesgo de enfermedad cardíaca, sería muy cauteloso con el consumo de cannabis”, advirtió Silver.
“He visto a personas mayores que consumen cannabis para el dolor o para dormir, algunas de las cuales tienen un riesgo cardiovascular significativo, o que han sufrido accidentes cerebrovasculares, ataques cardíacos o angina de pecho, y no son conscientes de que esto puede ponerlas en mayor riesgo”, ha añadido. De este modo, mientras las investigaciones continúan señalando el daño a la salud, los especialistas piden mantener un enfoque más riguroso en la regulación y educación pública sobre los riesgos reales del cannabis, tanto para los jóvenes como para las poblaciones vulnerables.
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