La cara y la cruz del teletrabajo, de la mayor conciliación al sentimiento de soledad: “Afecta muchísimo al estilo de vida”

La psicóloga Silvia Dal Ben y tres trabajadores en remoto explican a ‘Infobae España’ su opinión y experiencia con esta modalidad laboral

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El teletrabajo puede tener efectos
El teletrabajo puede tener efectos positivos y negativos para la salud mental. (Europa Press)

Han pasado cinco años desde que la pandemia de Covid-19 paralizó temporalmente la vida diaria de los españoles y de otros muchos lugares a lo largo y ancho del mundo. El confinamiento, que comenzó en nuestro país el 14 de marzo de 2020, provocó un cambio sustancial en todos los aspectos que diariamente vertebran y movilizan la sociedad.

Atrás ha quedado el protagonismo de las mascarillas y el gel hidroalcohólico, pero todavía resisten en la actualidad recuerdos como el teletrabajo, un modelo laboral al que se ajustaron los empleos que tenían la posibilidad y que, a día de hoy, sigue siendo utilizado en diversos sectores.

Según la última Encuesta de Población Activa (EPA), publicada en febrero de 2025 por el Instituto Nacional de Estadística (INE) con respecto a los datos de 2024, pese a que el teletrabajo no se encuentra en las cifras de los peores momentos de la pandemia, todavía sigue presente e incluso subió ligeramente en comparación a 2023. Un total de 3,19 millones de ocupados desempeñan sus tareas desde casa, ya sea de forma habitual u ocasional, 127.100 más que en el último trimestre de 2023.

Al ser un modelo prácticamente nuevo, surgido en la era digital en la que nos encontramos inmersos, diversas investigaciones están comenzando a examinar cuáles son los efectos que el teletrabajo puede tener en la salud mental y la motivación laboral. Un ejemplo es el realizado recientemente por Unobravo, especialistas en terapia online: los resultados de una encuesta contestada por 1.541 trabajadores en remoto concluyen que un 21% de los participantes (más de uno de cada cinco) siente que el teletrabajo ha perjudicado su salud mental; además, el 83% reportó, al menos, una dificultad psicológica derivada de esta modalidad.

“Terminas y al minuto te estás haciendo un café en la cocina”

Sin embargo, una gran cantidad de los trabajadores en remoto encuestados también han destacado beneficios emocionales importantes, un ejemplo de que el efecto del teletrabajo en la salud mental depende de múltiples factores y no puede en muchos casos verse desde uno u otro extremo.

Por ejemplo, un 45% especificó que el teletrabajo le ha permitido mejorar el equilibrio entre la vida personal y laboral, algo que para Silvia Dal Ben, psicóloga del equipo de Unobravo, resulta fundamental para “mantener un equilibrio mental saludable”. “A medio plazo, si se deja de tener tiempo para actividades que nos resultan placenteras y significativas por motivos laborales, puede experimentarse apatía, irritabilidad, fatiga constante o pérdida de motivación”, llegando a “derivar en estados más serios, como el síndrome de burnout, ansiedad o incluso depresión”, explica la experta a Infobae España. “Cuando el trabajo lo invade todo, se rompe ese equilibrio y, tarde o temprano, la mente y el cuerpo pasan factura”.

Una persona teletrabaja desde su
Una persona teletrabaja desde su casa. (Freepik)

Además, también puede notarse una significativa reducción del estrés, como indicó el 38% de los encuestados, pese a que pasar de un modelo presencial a uno en remoto no implica muchas veces que el volumen de tareas disminuya: “El simple hecho de eliminar desplazamientos, poder gestionar mejor los tiempos o trabajar desde un entorno familiar y cómodo puede marcar una gran diferencia”.

Esto fue especialmente lo que notó Pantaleón, que durante siete meses realizó sus prácticas universitarias en modalidad completamente online, lo que le permitió permanecer en la “comodidad” de su casa en Almería pese a que la oficina se encuentre en la capital: “Da mucha tranquilidad el hecho de que no tener que estar pagando un alquiler en Madrid”, menciona a este medio con respecto a uno de los motivos por los que el teletrabajo puede ser “bastante provechoso” para muchas personas.

Además, esta modalidad eliminó “la cantidad inhumana de tiempo que habría perdido en el transporte público”: “Se tarda una hora en ir, se trabajan ocho y luego otra para volver. Ya son mínimo diez horas y esto, evidentemente, afecta muchísimo al estilo de vida. Yo le veo una riqueza gigantesca al hecho de que terminas de currar y al minuto te estás haciendo un café en la cocina, ¿sabes?”. Añade que, aunque no sea su caso, el teletrabajo también supone “un alivio” para las personas más introvertidas que no disfrutan de las dinámicas de trabajo presencial: “Pasar el día en un entorno social activo, con estímulos constantes, puede resultar agotador o incluso desconcertante. El teletrabajo reduce la exposición a estos estresores”, destaca Silvia Dal Ben con respecto a esto.

“Se me hacía muy complicado separar el espacio de descanso y el de trabajo”

Sin embargo, Pantaleón reconoce que esta modalidad supone la pérdida de un componente más personal, pese a que en su empresa hubiese “muchísima retroalimentación” para que el contacto fuese sencillo pese a la distancia: “El aspecto humano es algo que ya de por sí estamos perdiendo, así que con el teletrabajo se agudiza muchísimo. Yo estuve siete meses y, si no fuese por las videollamadas, casi no les pondría cara a mis compañeros”.

Este es precisamente el motivo por el que la experiencia de Margarita, que estuvo teletrabajando también durante unos meses, no fue tan positiva: “A nivel mental afecta bastante no poder interactuar con las personas. Esto era lo que más complicado se me hacía. Lo sentía muy impersonal y como si estuviese sola ante el peligro. En la oficina, si te ocurre algo, tienes al lado físicamente a alguien que te puede ayudar”, destaca. Además, esto se agrava si la persona no cuenta con una rutina social al terminar su jornada laboral: “Yo al final tenía clases por la tarde y eso me ayudaba bastante, pero, si no es el caso, se hace muy pesado estar todo el día solo”.

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De hecho, el 26% de los participantes en el estudio de Unobravo determinaron que el teletrabajo les había llevado a sentirse aislados o solos, así como a tener una menor interacción social o conexión con el equipo (30%): “El ser humano es, por naturaleza, un ser social”, explica Silvia Dal Ben. “Socializar no solo mejora nuestro bienestar emocional, sino que también activa proceso fisiológicos, como la liberación de serotonina, que contribuye a reducir el estrés y puede beneficiar la salud cardiovascular”. Además, “refuerza el sentido de pertenencia al equipo o a la empresa” y “promueve la creatividad y la resolución de problemas”.

Así, “cuando estas interacciones disminuyen, como ha sucedido en muchos casos con el teletrabajo, es común que aparezcan sentimientos de aislamiento, desconexión o desmotivación, lo que puede tener un impacto directo en la salud mental”, añade la psicóloga.

A este problema se suma el hecho de que, como han destacado un 30% de las personas, con esta modalidad laboral puede existir una mayor dificultad para desconectar del trabajo, ya que se difuminan los límites entre el hogar o la vida personal y el trabajo (23%): “Se me hacía muy complicado separar en mi habitación el espacio de descanso y el espacio de trabajo”, señala Margarita. “Al estar todo en el mismo sitio, no terminaba de estar a gusto cuando trabajaba ni cuando descansaba. Todo se mezcla mucho”. En su caso, además, esto disminuyó significativamente su productividad, ya que “en casa sueles estar más cómodo, lo que te induce a, de alguna manera, ser mucho más lento”.

La psicóloga Silvia Dal Ben explica que, ahora que el teletrabajo se ha consolidado como una modalidad estable para muchas personas tras la improvisación durante la pandemia, que obligó a muchas personas a, irremediablemente, trabajar “desde el sofá o incluso la cama”, es momento de “aprender a poner límites”. Tal y como destaca la experta, hay personas que habitan en espacios pequeños, pero aún así es posible entrenar la mente para desconectar: “Una de las estrategias más efectivas es delimitar un espacio, aunque sea reducido, destinado exclusivamente al trabajo. Puede ser una esquina de la mesa del comedor, una silla concreta o una zona específica del salón. Lo importante es que el cerebro aprenda a asociar ese espacio con la actividad laboral. Cuando la jornada termina, guardar el ordenador, apagar el monitor o mover la silla ya puede ser una señal clara de cierre”.

Una persona frustrada mientras teletrabaja.
Una persona frustrada mientras teletrabaja. (Pexels)

También pueden ser útiles lo que denomina como “rituales de transición”, que pueden ser “cambiarse de ropa, salir a caminar, hacer ejercicio, preparar una infusión, escuchar música, dedicar unos minutos a una actividad placentera o incluso una rutina tan sencilla como sacar a pasear al perro”.

¿Es mejor el trabajo presencial o en remoto?

“El impacto el teletrabajo a largo plazo depende de múltiples factores: el tipo de trabajo, la personalidad del empleado, su entorno doméstico e incluso la cultura organizacional de la empresa”, responde Silvia Dal Ben con respecto a si es más beneficiosa o perjudicial esta modalidad. “No existe un molde que funcione para todos”.

Además, lo que funciona para una persona durante un tiempo determinado puede cambiar en función de unas circunstancias concretas o incluso que lo que en un momento prefería le provoque a largo plazo un agotamiento mental. En este sentido, algunas empresas optan por modelos híbridos en los que, algunos días de la semana, el trabajador acuda a la oficina, pero que otros pueda permanecer en casa haciendo las mismas tareas.

Este es el caso de Julián. Según explica a Infobae España, su primer trabajo era en remoto totalmente; esto le permitía, por ejemplo, “aprovechar más el día”, ya que se dispone de mucho más tiempo al eliminar los desplazamientos. Sin embargo, también reconoce que invita a distraerse con facilidad, lo que en ocasiones le generaba una cierta sensación de culpabilidad.

Por el contrario, en su trabajo actual cuenta con un modelo híbrido en el que va a la oficina solamente dos días a la semana. Esto, según reconoce, le ha permitido seguir beneficiándose de lo mejor de los dos mundos: la tranquilidad del hogar sin llegar a sentir agobio por pasar demasiado tiempo en el mismo espacio, por un lado, y, por el otro, poder relacionarse con sus compañeros, algo que considera que es fundamental en su caso.

Así, tal y como concluye la psicóloga Silvia Dal Ben, el teletrabajo puede conllevar riesgos “si no se gestionan bien aspectos como la desconexión digital, el aislamiento o la falta de estructura”, derivando esto en “agotamiento, desmotivación o sensación de soledad”. Sin embargo, “cuando se implementa con criterio y flexibilidad, permite una mejor conciliación, reduce ciertos estresores del día a día y da margen para adaptar el entorno laboral a las necesidades personales”.