
En distintos ámbitos de la vida cotidiana—desde la familia, las instituciones educativas hasta el entorno laboral—las personas enfrentan situaciones en las que deben fijar límites o rechazar peticiones. Sin embargo, decir “no” suele resultar complicado para muchos, generando sentimientos de culpa, miedo a a decepcionar o preocupación por enfrentar conflictos.
Normalmente, el deseo de evitar confrontaciones, la presión social y la necesidad de ser aceptados llevan a que se acepten compromisos o responsabilidades que en realidad no se desean asumir. Como resultado, estas decisiones tomadas por la presión externa pueden ocasionar malestar, desgaste emocional y resentimientos.
En este contexto, la asertividad emerge como una habilidad fundamental. Ser asertivo implica expresar los propios derechos y sentimientos de manera clara y respetuosa, logrando así un equilibrio entre defender los intereses personales y mantener la consideración por los demás. El psicólogo Isaac Bayarri explica, en declaraciones al medio SFP Dental, que la asertividad permite a una persona manifestar sus intereses, emociones y establecer límites sin caer en conductas pasivas o agresivas. No se trata únicamente de evitar situaciones incómodas, sino de desarrollar un estilo de comunicación donde se respeten tanto las necesidades propias como las ajenas.
La asertividad se sitúa entre dos polos
El profesional destaca que la asertividad se sitúa entre dos polos: el pasivo, asociado a la sumisión y la renuncia a los propios intereses, y el agresivo, caracterizado por la imposición y la falta de respeto hacia los demás. En contraposición, la persona asertiva logra un balance: se hace respetar a sí misma y a su vez respeta a quienes la rodean. Esta capacidad ayuda no solo a expresar lo que se piensa o siente, sino a sostener relaciones basadas en la claridad y el respeto mutuo. A diferencia de lo que se podía pensar, Bayarri señala que la asertividad no es una cualidad innata, sino una competencia que puede aprenderse y fortalecerse a lo largo del tiempo a través de la práctica y la reflexión consciente sobre la comunicación.
Características y diferencias entre comportamiento asertivo, pasivo y agresivo
El modo en que se expresa una persona frente a los demás determina el tipo de relaciones que establece. Existen tres grandes tipos de comportamiento comunicativo: pasivo, agresivo y asertivo. Cada uno tiene consecuencias distintas tanto para el bienestar personal como para la interacción social.
El comportamiento pasivo se caracteriza por la dificultad para expresar necesidades, deseos o emociones. La persona que actúa de forma pasiva opta por evitar los conflictos renunciando a sus derechos, delegando las decisiones y dando prioridad a las expectativas ajenas antes que a las propias. Según Isaac Bayarri, esta actitud favorece sentimientos de frustración, baja autoestima e invisibilidad, lo que a largo plazo puede conducir al agotamiento emocional y la insatisfacción.
En el extremo opuesto se sitúa el comportamiento agresivo. Quienes lo adoptan buscan imponer sus deseos, sin considerar los derechos ni las emociones de los demás. El lenguaje que emplean suele ser autoritario, a menudo interrumpen, ridiculizan o intimidan en las conversaciones. Este estilo puede derivar en conflictos recurrentes y deterioro de los lazos sociales, pues se priorizan los propios intereses sobre cualquier otra consideración.
Beneficios de la asertividad en la autoestima, comunicación y bienestar emocional
Practicar la asertividad aporta ventajas notables tanto para el individuo como para su entorno. Quienes desarrollan esta habilidad manifiestan una mayor honestidad, capacidad de escucha, responsabilidad emocional y disposición al diálogo. Como resultado, es común que mantengan relaciones más saludables, experimenten una mayor satisfacción consigo mismos y reciban el aprecio de quienes los rodean.
Además, adquirir la destreza para decir “no” protege a la persona del agotamiento, permite gestionar de modo eficaz el estrés y ofrece una vía para establecer vínculos responsables y sinceros. Actuar de manera asertiva genera una sensación de coherencia interna y bienestar emocional, independientemente del resultado inmediato de la interacción.
Estrategias y técnicas para aprender a decir “no” de manera asertiva
Saber decir “no” resulta indispensable para construir relaciones sanas y equilibradas. La American Management Association recomienda como primer paso definir los propios límites de actuación. El proceso consiste en reflexionar previamente sobre lo que se está dispuesto a aceptar o rechazar, tomando como guía las prioridades propias antes que la presión social o el miedo a decepcionar.
Cuando la situación así lo requiere, lo mejore es decir que “no” desde el inicio de la respuesta, expresándolo con firmeza y calma para evitar malentendidos. Esta negativa puede acompañarse de un argumento objetivo y breve que haga el mensaje comprensible y reduzca la insistencia, por ejemplo: “Tengo un compromiso inaplazable”.
Junto al mensaje verbal, el lenguaje no verbal juega un papel clave en la asertividad. Mantener el contacto visual, mostrar una postura relajada pero firme y evitar vacilaciones transmite confianza y refuerza la coherencia del mensaje.
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