Este es el uso desconocido para la parte dentada de las tijeras

Existen tijeras de todas las clases. Cutters, textiles, de podología, quirúrgicas, especializadas para la poda de plantas y arbustos, escolares, para cortar las uñas, para cortar el pelo. La oferta es infinita y ecléctica. La cotidianeidad demanda el uso de útiles que nos permitan cortar distintos materiales.

Las tijeras son una herramienta omnipresente en los espacios que frecuentamos en nuestro día a día.

Su diseño apenas ha cambiado a lo largo del tiempo: dos hojas afiladas, un mango cómodo y, en algunos modelos, una parte con pequeños dientes cerca del eje.

Esta sección dentada ha generado interés durante años, y aunque muchos pensaban que era solo decorativa, la verdad es que tiene una función muy específica y útil.

Fue en una comunidad de Reddit. Un usuario preguntó: ¿Alguien sabe para qué sirve la parte dentada de las tijeras?

Esta pregunta inició un debate que tuvo más de 600 interacciones. Muchos de los usuarios desconocían su utilidad.

El medio digital francés 20 minutos explica cómo se dio el debate. Los usuarios compartieron sus propias teorías y suposiciones.

En la imagen publicada observamos una pieza metálica dentada en los mangos de las tijeras. Si las tijeras tienen esas muescas es porque se trata de unas tijeras de cocina. Casi como un cascanueces, este tipo de tijeras, permite, entre otras funciones, cascar nueces y frutos secos con cortezas resistentes.

Asimismo, las tijeras permiten el tratamiento de otro tipo de alimentos. Resultan imprescindibles para cocinar. Triturar espinas, cortar verduras, pescado, carne y otros alimentos con mayor precisión que un cuchillo en muchas ocasiones. Por ejemplo, picar perejil o cilantro es más sencillo y rápido con tijeras.

Pero esta no es su única utilidad. Uno de los comentarios más destacados es el de un usuario que dijo que él usaba las tijeras para abrir tapas o tapones difíciles de desenroscar. De esta manera consigue optimizar mucho tiempo.

Otro, por su parte, suele utilizarlas para desenroscar botellas de vino.

La discusión no solo resolvió una duda que parecía menor, sino que también despertó la curiosidad sobre otras herramientas que usamos de manera intuitiva sin conocer todos sus secretos.

Ejemplos como este ponen de manifiesto la importancia de la función social de los objetos en nuestras vidas. Nos relacionamos con grandes cantidades de objetos, utensilios y herramientas que nos permiten desarrollar distintas habilidades y subsistir.

Habitar el mundo es al mismo tiempo habitar necesidades y exigencias. De esta manera, la relación con los objetos nos ayuda a suplir deseos de forma satisfactoria, optimizando nuestro tiempo.

A lo largo de la historia se han dado importantes debates culturales sobre la función de los objetos. La corriente que sostiene que los objetos deben responder a una función social se llama funcionalismo.

El funcionalismo es una corriente en el diseño que prioriza la eficiencia de los objetos por encima de su aspecto estético.

Según esta perspectiva, un objeto debe estar pensado principalmente para cumplir bien su función, evitando adornos innecesarios que no aporten valor práctico.

Este enfoque ha generado un debate interesante:

¿Debería el diseño de los objetos centrarse solo en la función, o es necesario también considerar la estética y la experiencia del usuario?

Muchos diseñadores actuales buscan un equilibrio entre función y forma, logrando que los objetos no solo sean efectivos, sino también agradables y significativos en su contexto cultural y personal.

En resumen, el funcionalismo aporta beneficios claros en eficiencia, pero el verdadero desafío está en integrar funcionalidad con estética para crear objetos completos que satisfagan todas las necesidades humanas.

Las tijeras demuestran que un objeto puede ser profundamente funcional sin renunciar a la estética. Las más básicas cumplen su tarea sin fallar, pero en campos como la moda, la gastronomía o el arte, también se convierten en objetos con carisma.

En conclusión, las tijeras son un ejemplo perfecto del equilibrio entre función y forma: su diseño responde a una necesidad clara, pero con el tiempo han evolucionado para ser también objetos llenos de estilo.