Eyaculación precoz: causas, síntomas y tratamiento de esta disfunción sexual

Se estima que hasta el 30 % de los hombres sufrirán esta condición médica en algún momento de su vida

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Un hombre sufriendo de disfunción
Un hombre sufriendo de disfunción sexual (AdobeStock)

La eyaculación precoz (EP) es uno de los trastornos sexuales masculinos más frecuentes y, al mismo tiempo, de los que menos se habla por el tabú que carga. Según la Clínica Mayo, esta condición afecta hasta al 30% de los varones en algún momento de su vida. Aunque no suele implicar un problema físico grave, sí puede provocar un importante malestar emocional, afectar la autoestima y generar tensiones en las relaciones de pareja.

Esta disfunción sexual se produce cuando un hombre eyacula antes de lo deseado, ya sea poco después de la penetración o incluso antes, y con mínima estimulación sexual. Este fenómeno puede darse de forma ocasional o recurrente, y se considera un problema cuando causa angustia personal, frustración o dificultades en la relación de pareja.

No existe un tiempo exacto que determine si la eyaculación ha sido precoz, pero en términos médicos suele hablarse de ella cuando ocurre en menos de un minuto después de la penetración. No obstante, el diagnóstico también depende del nivel de insatisfacción que la situación genera en el individuo o en la pareja.

La Clínica Mayo clasifica la eyaculación precoz en dos categorías. La de por vida se da cuando el problema ha estado presente desde las primeras experiencias sexuales, es más persistente y, en algunos casos, está relacionada con factores biológicos o neurológicos. El otro tipo es la secundaria (o adquirida), que ocurre después de haber tenido relaciones sexuales normales durante un tiempo. Suele estar vinculada a factores psicológicos, como el estrés, la ansiedad o los problemas de pareja.

Aunque las causas exactas de la eyaculación precoz no están completamente definidas, la Clínica Mayo señala que pueden intervenir tanto factores psicológicos como biológicos. Entre los factores psicológicos más comunes se encuentran las experiencias sexuales tempranas traumáticas o apresuradas, culpa o ansiedad ante el rendimiento sexual, depresión o estrés general y problemas en la relación de pareja.

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Desde el punto de vista biológico, también podrían influir niveles anormales de serotonina, un neurotransmisor que regula el placer y el tiempo de respuesta sexual; una inflamación o infección de la próstata o de la uretra; factores genéticos o desequilibrios hormonales o alteraciones en los reflejos del sistema nervioso En muchos casos, la EP es el resultado de una combinación de factores físicos y emocionales.

Diagnóstico y tratamiento de la eyaculación precoz

Para diagnosticar la eyaculación precoz, el médico realiza una evaluación clínica que incluye la historia médica, sexual y emocional del paciente. En algunos casos, puede solicitarse un examen físico o pruebas adicionales para descartar otras afecciones, como infecciones o problemas hormonales.

Es importante buscar ayuda médica cuando el problema es persistente y genera malestar. Aunque hablar de sexualidad sigue siendo un tabú para muchos, la eyaculación precoz es tratable, y cuanto antes se aborde, más fácil será mejorar la calidad de vida sexual y emocional.

La Clínica Mayo también explica que el tratamiento de la EP puede incluir una o varias estrategias combinadas:

  • Terapia conductual y psicológica: técnicas como el “stop-start” o el método del “apretón” pueden ayudar a controlar el reflejo eyaculatorio. También puede recomendarse la terapia cognitivo-conductual para abordar la ansiedad y otros factores emocionales.
  • Terapia de pareja: muchas veces el problema afecta a ambos miembros de la relación. Trabajar en la comunicación y en la complicidad sexual puede ser clave para mejorar la experiencia mutua.
  • Medicamentos: algunos antidepresivos (como la dapoxetina), anestésicos tópicos (en forma de cremas o sprays) y otros fármacos pueden retrasar la eyaculación. Es fundamental que estos sean recetados por un médico.
  • Estilo de vida: mejorar el manejo del estrés, hacer ejercicio físico y evitar el alcohol en exceso o el tabaco también pueden influir positivamente en el control de la eyaculación.