Esta es la razón por la que no eres capaz de acabarte el café, según una farmacéutica

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Captura de pantalla de la publicación de @infarmarte. (TikTok)

El 63% de los españoles mayores de 15 años (unos 22 millones de personas) toma al menos un café diario, tal y como revela el último informe sobre los Hábitos de Consumo de Café en España elaborado por la cadena Café & Té. El análisis muestra que entre semana el número de tazas que se beben es superior al del fin de semana, 3,6 frente a 2,7.

A pesar de que muchas personas sigan la filosofía de “sin un café no me levanto”, después no son capaces de acabarse la taza. La van trasladando por toda la casa, incluso la llevan al baño, hasta que finalmente la dejan abandonada en un rincón y se olvidan de darle esos últimos sorbos. Aunque sea una manía que otros tantos no entienden (incluso les irrita), no es algo que hagan aposta y tiene una explicación psicológica, tal y como detalla la farmacéutica Elena (@infarmarte) en un vídeo publicado en su perfil de TikTok.

Por qué no eres capaz de acabarte el café

Unos amigos tomando un café
Unos amigos tomando un café (AdobeStock)

“No soy capaz de acabarme el café. Siempre dejo un pequeño rastro en el fondo de la taza y no es que no tenga más sed o que no me guste la bebida, sino que no puedo tragarme lo último”, comienza la experta. Según revela, al principio pensaba que era una manía suya. Sin embargo, tras buscar “mucha información”, se dio cuenta de que no es un hábito de maniáticos, sino que tiene “una base psicológica”.

Comenta que hay “algo en el fondo de la taza” que le incomoda. “Puede ser el cambio de textura, de temperatura, de color, los sedimentos”, continúa. Tal y como detalla, “estos residuos activan circuitos cerebrales que están relacionados con la aversión al asco, que es una emoción fundamental en la evolución humana para evitar enfermedades”.

Esa aversión al asco, como apunta Irene, está “muy relacionada con el instinto de evitar contaminación, aunque no haya una amenaza real”. “Así que mi cerebro relaciona ese último sorbo con algo indeseable o contaminado”, concluye la farmacéutica.

El chollo de regentar la cafetería de los jardines del Palacio Real: 432.000 euros de ingresos al año cuando solo se paga un canon de 39.500 euros al Estado.

Qué es la aversión al asco

El asco, o aversión, se define como una reacción de rechazo hacia aquello que nos provoca ese sentimiento. Cuando algo o alguien nos genera desagrado, nuestra respuesta inmediata suele ser alejarnos y evitar el contacto. Esa sensación de “no caer bien” sin una razón aparente o ese rechazo intenso hacia ciertos estímulos indica una incompatibilidad con nosotros, tal y como explican desde El perruco.

Este mecanismo de repulsión tiene una función adaptativa, ya que protege al organismo al alejarnos de elementos que podrían ser dañinos o enfermizos. Aunque la capacidad para sentir asco es innata, la forma en que se manifiesta y se aprende depende en gran medida de la socialización durante los primeros años de vida. Por ejemplo, estudios han demostrado que los niños menores de tres años no presentan rechazo instintivo a ciertos olores, objetos o sustancias.

Algunas investigaciones han confirmado que el asco se relaciona con asociaciones psicológicas negativas que se forman a lo largo del tiempo. Esta emoción es universal y se expresa mediante gestos físicos similares en todas las culturas: arrugar la nariz, levantar el labio superior y bajar las comisuras de los labios. En casos más intensos, es común que la lengua se asome ligeramente fuera de la boca.

A nivel fisiológico, el asco puede provocar salivación excesiva, náuseas, vómitos y sudoración. En situaciones extremas, puede incluso causar una caída en la presión arterial que lleve al desmayo. Sin embargo, la intensidad y los detonantes del asco varían considerablemente entre individuos.