Reducir de forma artificial la jornada laboral puede lastrar la creación de empleo, advierten desde BBVA Research

Doménech considera que a medida que mejora la productividad, parte de esas ganancias se traducen en salarios más altos y otra parte en una disminución de las horas trabajadas

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La, vicepresidenta segunda y ministra
La, vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz. Alberto Ortega - Europa Press

Reducir “artificialmente” la jornada laboral sin un aumento en paralelo de la productividad puede “lastrar” la creación de empleo en España, ha advertido el director de Análisis Económico de BBVA Research, Rafael Doménech, en un encuentro organizado por Deusto Business Alumni y BBVA.

En su intervención, Doménech explicó que la economía española está creciendo de forma “extensiva”, basada principalmente en la generación de empleo, pero sin un avance significativo en la productividad. A su juicio, “si España fuera un avión, es un avión que está volando mucho más alto y mucho más rápido que los países europeos, pero lo estamos haciendo con un motor, que es el de la creación de empleo. El de la productividad todavía no lo hemos encendido”.

El experto subrayó que activar este motor es clave para el desarrollo económico sostenible del país. “Imaginemos cuánto podría crecer la economía española si lográramos encender ese motor de la productividad mediante las condiciones adecuadas”, añadió.

En cuanto al impacto que podría tener una reducción de la jornada laboral sobre la productividad, Doménech destacó que la evidencia histórica muestra una relación clara: a medida que mejora la productividad, parte de esas ganancias se traducen en salarios más altos y otra parte en una disminución de las horas trabajadas. Esta dinámica se observa en los países de la OCDE, donde a mayor productividad por hora trabajada corresponden jornadas laborales más cortas, reconoció. “Estados Unidos es una excepción, pues trabaja más horas en relación con su productividad”, aclaró el director de BBVA Research.

Díaz pide a los sindicatos que se movilicen para defender la reducción de la jornada laboral.

Hasta ahora, la reducción de la jornada laboral ha funcionado bajo el principio de negociación colectiva entre empresas y sindicatos, donde aquellos centros de trabajo que mejoran su productividad deciden cómo repartir las ganancias entre salarios y menor jornada. Este sistema incentiva la eficiencia, pues los trabajadores tienden a migrar hacia empresas con mejores condiciones y jornadas más cortas, mientras que las compañías optimizan sus recursos para aumentar su productividad.

Aumento del coste laboral

Sin embargo, Doménech advirtió que si se impone una reducción de la jornada sin que exista un aumento real de la productividad, se generaría un “shock de oferta negativo”, similar a la imposición de aranceles. Esto se traduce en un incremento del coste laboral unitario, pues las empresas tendrían que pagar lo mismo por menos horas de trabajo.

En ese escenario, las empresas se verían obligadas a aumentar la productividad de manera artificial para compensar el coste, lo que resultaría en una reasignación del empleo hacia actividades más productivas y la eliminación de puestos menos rentables. En definitiva, reducir artificialmente la jornada laboral podría “lastrar la creación de empleo”, afirmó. A su juicio, “no interesa apagar el motor del empleo para encender el de la productividad de manera artificial; lo ideal es que ambos funcionen de forma natural y simultánea”.

Invertir para ser más productivos

El economista destacó que la productividad depende de la inversión en capital físico, tecnológico y humano. Esta acumulación de factores productivos debe ir acompañada de una gestión eficiente para maximizar su rendimiento y aquí las nuevas tecnologías juegan un papel fundamental.

En este sentido, mostró un optimismo cauteloso: España y, en particular, el País Vasco, parten de mejores condiciones relativas frente al resto de Europa en materia de digitalización, aunque reconoció que el capital humano especializado en tecnologías digitales sigue siendo un desafío.

Doménech incidió en un fenómeno conocido como “efecto composición” que consiste en que aunque algunas empresas y sectores muestran un aumento significativo en la productividad, simultáneamente se generan empleos en otras áreas con productividad por debajo de la media. Esto equilibra el crecimiento y dificulta un avance global en la productividad.

La IA, una “oportunidad única”

El director de BBVA Research destacó que la inteligencia artificial (IA) representa una “oportunidad única” para impulsar la productividad y el empleo. Según estudios internos, los efectos de la IA sobre el empleo son neutros o incluso positivos en términos agregados, aunque con impacto desigual según las ocupaciones.

Aseguró que “la inteligencia artificial no destruye empleo a nivel general, sino que crea y mejora la productividad”, afirmó Doménech, quien agregó que para muchas empresas la IA ya no es una posibilidad, sino una realidad tangible. Este enfoque, dijo, debe incorporarse como parte de la estrategia para activar el motor de la productividad sin poner en riesgo la creación de empleo.