Los gemelos Paola y Paolo cumplen 100 años y reúnen al pueblo entero para celebrarlo: “Yo me doy de baja por enfermedad”

Nacidos en 1925 en la Toscana, vivieron una guerra, una huida a pie y toda una vida paralela sin perder el humor ni el cariño de su comunidad

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Dos tartas para un cumpleaños
Dos tartas para un cumpleaños centenario (Freepik)

El pasado domingo, en la tranquila localidad de Bagno a Ripoli, a pocos kilómetros de Florencia, se vivió una celebración poco común, cargada de emoción, memoria y vida. Paola y Paolo Anzidei, gemelos nacidos el 26 de mayo de 1925, soplaron simbólicamente cien velas en compañía de su familia, amigos, vecinos y representantes del ayuntamiento. La noticia, recogida por la agencia italiana Ansa, se ha convertido en un pequeño acontecimiento local que ha emocionado a toda la comunidad.

La fiesta tuvo lugar en Paterno, una pequeña fracción del municipio, en la vivienda donde Paolo sigue residiendo, acompañado por su cuidadora. Hasta allí se desplazaron unas cuarenta personas para rendir homenaje a estos dos hermanos que han compartido un siglo de vida, cada uno con su trayectoria, pero siempre muy unidos. Paola, que hoy vive en una residencia de mayores en Fiesole junto a su marido Adolfo, de 98 años, fue trasladada especialmente para la ocasión.

El reencuentro entre los gemelos fue uno de los momentos más emotivos de la jornada. Según relata Ansa, llevaban casi un año sin verse en persona, aunque se llaman por teléfono con frecuencia. Al verse de nuevo frente a frente, las sonrisas se mezclaron con alguna lágrima discreta, entre los aplausos de quienes les acompañaban.

“Yo me doy de baja por enfermedad”

La fiesta, sin embargo, no fue solemne ni triste. Al contrario. Estuvo llena de alegría, risas y recuerdos compartidos. Paolo, según cuenta Sonia, una familiar política que vive justo encima de su casa, sigue siendo un hombre con un gran sentido del humor: “Cuando se enteró de que estábamos organizando esta fiesta y que incluso lo iban a entrevistar, dijo riéndose: ‘Yo me doy de baja por enfermedad’”. Sonia explica a Ansa que Paolo es muy querido por todos los que lo conocen: “No faltó nadie. La gente que le ha tratado toda la vida quiso estar presente. Fue una fiesta preciosa, y ellos estaban más animados que emocionados. Se sentían protagonistas”.

Paolo no solo ha sido un hombre cercano y querido, también tiene una historia de vida que refleja las cicatrices del siglo. Durante la Segunda Guerra Mundial fue capturado por los alemanes tras el armisticio del 8 de septiembre de 1943. Lo trasladaron a Cassino, donde fue obligado a trabajar en la construcción de fortificaciones para la llamada “línea Hitler”. Pero logró escapar y, tras una larga travesía a pie, regresó a Florencia. Una hazaña silenciosa que guarda con la misma naturalidad con la que ahora celebra sus cien años.

Un anciano y una anciana
Un anciano y una anciana en la celebración de un cumpleaños (Freepik)

Paola, la vida sencilla de un siglo compartido

Paola, por su parte, ha vivido durante muchos años en la pedanía de Antella, también en Bagno a Ripoli. Casada con Adolfo, ha llevado una vida tranquila, dedicada al trabajo y al cuidado del hogar. Trabajó en una lavandería durante décadas, y aunque no tuvo hijos, siempre estuvo rodeada del cariño de la familia y los vecinos.

Ambos hermanos han envejecido sin hacer ruido, llevando una existencia sencilla y modesta, sin grandes alardes pero con una profunda conexión con su entorno.

Un homenaje con todo el pueblo

El acto contó con la presencia del alcalde de Bagno a Ripoli, Francesco Pignotti, y de la concejala Sandra Baragli. En nombre del municipio, entregaron a Paola y Paolo una placa conmemorativa como homenaje al centenario. “Es un hito precioso que queríamos celebrar con ellos”, declararon a Ansa. El alcalde, con humor, escribió en redes sociales: “Está claro que en Bagno a Ripoli se respira buen aire”.

Y así fue: entre abrazos, anécdotas, bromas y una tarta conmemorativa, los gemelos Anzidei fueron homenajeados por los suyos, no solo por haber llegado a los cien años, sino por haberlo hecho con dignidad, ternura y una memoria viva que forma ya parte del alma de este rincón de la Toscana.