Qué es la disentería, la enfermedad que inflama el intestino y puede provocar diarrea con sangre y fiebre

Esta afección gastrointestinal es de rápida propagación, por lo que debe tratarse cuanto antes

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Un hombre padece dolores de
Un hombre padece dolores de estómago (Shutterstock)

La disentería es una afección gastrointestinal que se manifiesta principalmente a través de diarrea con sangre y moco. El mayor problema de esta enfermedad es su capacidad de propagación rápida y sus potenciales complicaciones si no se trata a tiempo.

De acuerdo con la Clínica Universidad de Navarra, la disentería se define como una inflamación del intestino, en especial del colon, provocada por infecciones que pueden ser bacterianas o parasitarias. Entre sus síntomas más comunes se encuentran el dolor abdominal intenso, fiebre, náuseas, vómito pérdida de peso corporal. Cuando la pérdida de líquidos es muy rápida y severa, puede aparecer deshidratación, un cuadro clínico que representa un riesgo mayor en niños pequeños, ancianos y personas con enfermedades crónicas.

Existen dos grandes tipos de disentería, diferenciadas según el agente patógeno que las provoca. La más frecuente en entornos urbanos y de rápida propagación es la disentería bacilar, causada por bacterias del género Shigella. Estas bacterias se transmiten por vía fecal-oral, es decir, a través del consumo de alimentos o agua contaminados con materia fecal. En ambientes con condiciones higiénicas inadecuadas, su propagación puede ser veloz, especialmente en escuelas, guarderías o zonas de alta densidad poblacional.

Por otro lado, la disentería amebiana está causada por el parásito Entamoeba histolytica. Este tipo suele ser más común en regiones tropicales y subtropicales, donde las altas temperaturas y la escasa calidad del agua favorecen la supervivencia y transmisión del parásito. Si no se detecta y trata adecuadamente, la disentería amebiana puede llegar a afectar órganos más allá del intestino, como el hígado, y derivar en abscesos hepáticos potencialmente graves.

Existen además otras formas menos comunes de disentería, como la provocada por Escherichia coli enteroinvasiva o la disentería tricurítica, producida por el parásito intestinal Trichuris trichiura. Esta última afecta sobre todo a niños y puede desencadenar problemas de desarrollo, anemia crónica y desnutrición.

El diagnóstico de la disentería combina la evaluación clínica con análisis de laboratorio, explican desde la Clínica Universidad de Navarra. El examen de heces es la prueba fundamental para identificar la presencia del agente infeccioso. En algunos casos, cuando se sospecha afectación sistémica o complicaciones, se pueden realizar pruebas serológicas, estudios de imagen o incluso colonoscopias para evaluar el grado de inflamación intestinal.

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Tratamiento de la disentería

El tratamiento depende del tipo de disentería. Para la variedad bacilar, el uso de antibióticos como ciprofloxacino, azitromicina o ceftriaxona suele ser efectivo, reduciendo la duración de la enfermedad y limitando su transmisión. En la disentería amebiana, se utilizan fármacos antiparasitarios como el metronidazol o tinidazol, seguidos por agentes que eliminan el parásito en su fase luminal, como la paromomicina.

En todos los casos, la rehidratación es la piedra angular del tratamiento. Ya sea mediante soluciones orales o por vía intravenosa en los casos más graves, reponer líquidos y electrolitos es fundamental para evitar complicaciones.

Cabe destacar que el uso de medicamentos antidiarreicos debe ser restringido y bajo supervisión médica, ya que pueden retrasar la eliminación del patógeno del organismo y, en ciertos casos, empeorar la condición.