Qué es la dismorfia financiera, o creernos más ricos de lo que somos

No se clasifica como un trastorno clínico reconocido oficialmente, pero hay indicadores comunes y estrategias que pueden ayudar a enfrentar este problema

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Un grupo de personas en
Un grupo de personas en un yate. (Adobe Stock)

Yates atracados en calas con aguas cristalinas en cualquier punto del planeta en verano y pistas de esquí en las estaciones más lujosas para el invierno. Bucear en el mar Caribe o ir de safari en Tanzania. Entradas para todos los conciertos y compras en centros comerciales de lujo. Hay quien parece tener una cartera sin fondo capaz de sostener cualquier importe por elevado que sea. Pero, ¿la tienen?

Los habrá que sí y que no. Los del segundo grupo tienen un problema conocido como dismorfia del dinero o dismorfia financiera, una alteración en la percepción de la capacidad para gastar. Los psicólogos explican que la sufren las personas que sienten que poseen recursos suficientes para mantener estilos de vida elevados, incluso cuando su realidad económica no lo respalda. El fenómeno comparte ciertos paralelismos con el trastorno de dismorfia corporal, donde la percepción individual no se corresponde con la realidad, solo que, en este caso, el enfoque se centra en los recursos económicos.

La realidad a través del filtro de las redes sociales

Es un comportamiento reforzado en gran parte por la exposición a las redes sociales, donde se muestra constantemente un ideal de vida basado en el lujo, los viajes y el consumo, presentado como sinónimo de éxito y felicidad.

El aumento de la publicidad en redes sociales y la constante influencia de estilos de vida ostentosos juegan un papel clave. Influencers promocionando bienes y servicios exclusivos, combinados con ofertas de consumo accesibles mediante plataformas digitales, alimentan la necesidad de pertenecer a un grupo social de alto poder adquisitivo, lo que lleva a muchas personas a vivir por encima de sus posibilidades reales.

A nivel individual, no existe una lista oficial de síntomas avalados en el ámbito médico, ya que no se clasifica como un trastorno clínico reconocido oficialmente. Sin embargo, hay indicadores comunes que señalan que alguien puede estar enfrentándose a esta problemática y que recoge la plataforma de psicología La Mente es Maravillosa:

  • Obsesión con la riqueza y la idea de aparentar un nivel socioeconómico elevado.
  • Incapacidad para ahorrar o planificar financieramente.
  • Gasto excesivo en bienes de consumo innecesarios.
  • Constantemente compararse con personas que aparentan mayor estabilidad económica.
  • Sensación de estrés e inseguridad financiera constante.
  • Endeudamiento crónico por gastar fuera de los límites reales.
  • Frustración y ansiedad ante la incapacidad de suplir otras necesidades.
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Consecuencias en las finanzas y la salud mental

La dismorfia del dinero tiene efectos negativos tangibles tanto en el plano económico como emocional. Entre sus principales consecuencias están:

  1. Endeudamiento: Al vivir bajo la percepción equivocada de tener una mayor capacidad adquisitiva, las personas tienden a gastar más de lo que generan, lo que frecuentemente las obliga a recurrir a créditos o préstamos.
  2. Pérdidas financieras: La acumulación de bienes costosos e innecesarios eleva las deudas, agravando la situación financiera personal.
  3. Acumulación de bienes sin uso: Un deseo constante de adquirir productos recomendados por influencers o que simbolicen estatus lleva a la sobrecarga de objetos innecesarios.
  4. Ansiedad: Los problemas financieros, combinados con la desconexión entre las expectativas económicas y la realidad, alimentan preocupaciones constantes que derivan en ansiedad.
  5. Depresión: Sentirse incapaz de mantener el estilo de vida esperado, unido a la culpa por gastos excesivos, puede empujar a estados depresivos.

¿Cómo afrontar la dismorfia del dinero?

Aunque no es un trastorno oficial, existen estrategias que pueden ayudar a enfrentar este problema:

  1. Reconocer el problema: Aceptar la existencia de la dismorfia y ser consciente del impacto que tiene en la vida personal es el primer paso hacia el cambio.
  2. Regulación emocional: Trabajar en la forma en que se reaccionan ante impulsos de consumo excesivo mediante técnicas de relajación y gestión emocional.
  3. Reducir la influencia de las redes sociales: Limitar el tiempo en plataformas digitales y evitar exposiciones prolongadas a contenido que fomente el consumismo.
  4. Establecer metas financieras: Crear objetivos económicos realistas que promuevan el ahorro y una mejor organización monetaria.
  5. Consultar a expertos: Tanto la asesoría financiera como la terapia psicológica pueden proporcionar herramientas útiles para superar tanto los problemas emocionales como los financieros.