
La manera en la que nos comportamos con el resto puede revelar nuestra personalidad verdadera: cómo nos comunicamos, de qué forma afrontamos los problemas y si somos capaces de mantener la asertividad, por ejemplo. La madurez emocional es la capacidad de comprender, de gestionar y de asimilar nuestras propias emociones, al igual que las de los demás, y poder adaptarnos a situaciones intensas.
Por el contrario, muchas personas no cuentan con estas características, por lo que su perfil revela una cierta inmadurez emocional que puede generar conflictos en su entorno, especialmente si no son conscientes de las acciones que realizan en este sentido y, por tanto, no pueden proponerse cambiarlas.
Desde la psicología se estudian las causas que llevan a las personas a comportarse de una determinada manera: traumas del pasado, formas en las que ha sido educado o cómo se han gestionado generalmente los problemas en su hogar. Todo esto influye en nuestra propia personalidad y determina cómo pueden llegar a ser nuestras relaciones con el resto.
Nicolás Salcedo, un psicólogo ampliamente conocido en TikTok, donde tiene casi 950.000 seguidores, ha compartido recientemente un vídeo en su perfil en el que explica cuáles son las seis señales que pueden identificar a una persona que es emocionalmente inmadura. Además, estas también sirven para, si se reconocen en uno mismo, poder tomar conciencia y empezar a cambiarlas.
Se ponen siempre a la defensiva
“Aunque sea una crítica constructiva, la van a sentir como un ataque”, explica Nicolás. Así, este tipo de personal suelen ponerse constantemente a la defensiva, por lo que van a discutir, evitar el tema o “peor aún, le darán la vuelta para que sea sobre ti porque proteger su propia imagen siempre va a ser más importante que resolver el problema".
Por el contrario, alguien que demuestra madurez emocional aceptará las críticas sin que considere que son ataques personales. Eso sí, siempre que sean constructivas y no destructivas.
Desvían la culpa
Al no querer ver resquebrajada su imagen y al no aceptar que han cometido un error, “las personas inmaduras no aceptan responsabilidad”. Así, pueden poner en marcha procesos para descargar esa culpa: “Tergiversan la historia, culpan a los demás o cambian de tema porque su ego no puede aceptar que simplemente están equivocados”.
Un rasgo que define a las personas que sí son maduras emocionalmente es la capacidad de reconocer un error, asumirlo y disculparse. De esta manera, se favorece la comunicación y las relaciones interpersonales se vuelven más positivas.
Usan la culpa para manipular
Como no son capaces de reconocer que están equivocados, cuando realmente lo están, convertirán la culpa en un arma de manipulación: “Ellos no te van a pedir las cosas amablemente, sino que te van a hacer sentir mal hasta que puedan conseguir lo que quieren”, explica el psicólogo.
Por el contrario, quienes tienen “un poquito de madurez”, sí dirán las cosas de “una forma clara y asertiva”. Saber enfrentarse a los problemas es algo complicado, pero puede favorecer la manera en la que nos comunicamos y relacionamos con el resto.
Son pasivo-agresivos
Nicolás Salcedo explica que “esto no significa que las personas agresivas no sean inmaduras”, pero las que demuestran tener pasivo-agresividad pueden resultar conflictivas porque “no te confrontan, no son directas”: “Te dejan un comentario sarcástico, una falta de respecto disfrazada de broma o simplemente te ignoran y te aplican la ley de hielo. Esto lo hacen como forma de mostrar su resentimiento sin arriesgarse al rechazo de la otra persona”.

Las personas que dicen lo que sienten en voz alta, sin sarcasmos para enmascarar su sentimiento verdadero y sin tener la necesidad de aplicar el silencio, son las que más demuestran tener madurez emocional.
Usan las emociones como arma
El experto destaca que un rasgo característico de las personas emocionalmente inmaduras es que utilizan el llanto “para victimizarse, ejercer control y poner presión a los demás”. Esto no significa que demostrar nuestras emociones a través de las lágrimas sea algo negativo, pues es “una forma saludable” e incluso necesaria en muchas ocasiones; la diferencia se encuentra en que las personas maduras no lo utilizarán “como una táctica para influir en el comportamiento del otro”.
Usan la triangulación
Este proceso se refiere a una forma de quitarse responsabilidad a través de la inclusión de una tercera persona que se encargará de “comunicar el mensaje, ponerse de su lado o reducir el impacto de lo que realmente sí que está diciendo”. Esto no es una forma sana de enfrentarse a los problemas, ya que suele generar un mayor conflicto para quien recibe la crítica o se encuentra en desventaja numérica en la disputa.
Así, las personas maduras emocionalmente será capaces de hablar con las personas implicadas de forma directa sin la necesidad de “delegar ese trabajo en otros”.
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