
Existe un ámbito de estudio de la psicología que se centra, concretamente, en la forma que los seres humanos tienen de reaccionar ante diferentes colores: la psicología del color. Según los expertos de esta área, tampoco es infalible, ya que pueden existir ciertas variaciones en las interpretaciones por diferencias culturales o sociales. Sin embargo, sí que hay algunos principios aceptados (que se aplican especialmente a las sociedades occidentales) sobre cómo nuestro cerebro percibe los colores. Esto no es nada nuevo: muchas empresas diseñan sus logos e imágenes de marca basándose en estos principios, ya que los diferentes colores tienen un cierto grado de influencia sobre el estado de ánimo y las emociones de las personas.
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Existen dos tipos de factores que provocan esas actitudes concretas a distintos colores: los biológicos, que se relacionan con los cientos de miles de años de evolución de los primates y los primeros homínidos y cómo estos tuvieron que interactuar con su ambiente y averiguar, mediante la prueba y error, qué colores encontrados en la naturaleza significaban dolor, peligro, sustento o placer; y los culturales, ya que todas las sociedades humanas asocian y han asociado históricamente diferentes colores a sensaciones o ideas abstractas.

El color que eligen las “buenas personas”
En ese cruce de significados evolutivos y construcciones culturales, según el medio italiano Piano Lauree Scientifiche, el blanco ocupa una posición peculiar. Para la psicología del color, es el tono que más se vincula a la bondad, la inocencia y la pureza. No solo en sentido simbólico, como en rituales religiosos o tradiciones de luto en algunas culturas asiáticas, sino también desde el punto de vista perceptivo. El blanco, como ausencia de pigmento o suma de todos los colores de luz, se percibe como limpio, abierto, neutral. Y esa neutralidad, lejos de ser insípida, puede transmitir confianza, transparencia y una disposición amable hacia los demás.
Las personas que eligen vestir de blanco o se sienten identificadas con este color suelen ser asociadas a cualidades como la honestidad, la serenidad y la claridad interior. Según la psicóloga italiana Veronica Rossi, “el blanco representa la inocencia, una inocencia que no es solo priva de malicia, sino que es también signo de una predisposición natural a la relación”.
El blanco también se ha interpretado, desde una óptica más simbólica, como representación de la paz, la espiritualidad y el equilibrio. Su uso en espacios interiores - habitaciones, consultas médicas, centros de meditación - no es casual. Evoca orden, limpieza y cierta ligereza visual que puede aliviar tensiones. En la ropa, el blanco comunica sencillez y confianza, una elección que puede ser percibida como signo de transparencia y coherencia entre lo que se muestra y lo que se es.
Carl Gustav Jung, uno de los referentes de la psicología moderna, escribió sobre el blanco como símbolo de lo desconocido y lo posible. Para él, no era solo un color que representaba limpieza o ausencia de mancha, sino un espacio donde todo puede surgir: la sabiduría que se gana con el tiempo, la transformación personal, la apertura a nuevas experiencias. En sus propias palabras, era “la metáfora de la posibilidad”.
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