
En 2025 se diagnosticarán 296.103 nuevos casos de cáncer en España, según las previsiones de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Así, las estadísticas de años anteriores no solo se mantendrán, sino que sufrirán un ligero incremento. Fue en 2023, hace ahora dos años, cuando Lorena García pasó a formar parte de esta estadística.
La enfermedad comenzó a mostrar sus primeros síntomas a finales de 2022. “En octubre empecé a notar dolor en el pecho izquierdo, era un dolor distinto al que podría estar acostumbrada, pero como al palparme no noté nada, hice vida normal y no le di mucha importancia”, cuenta en una entrevista con Infobae España. Sin embargo, a los dos meses, el día Navidad, la situación cambió. “Me fui a levantar por la mañana y noté un pinchazo muy intenso, empecé a tocarme y noté un bulto por debajo del pecho”, explica. Fue ahí cuando decidió ir al médico. En un primer momento, le diagnosticó mastitis. No obstante, al final de la consulta decidió realizarle una mamografía para descartar otras causas. Después de hacérsela, le pidieron también una biopsia y una resonancia con contraste. Los resultados de las pruebas llegaron nueve días después.
“Cuando entré a la consulta, el médico me dijo que había un nódulo de dos centímetros con dos en la mama izquierda y que no era bueno. En mi caso era un tumor triple negativo, uno de los más agresivos”, relata. Las palabras “cáncer” y “más agresivo” resonaron durante días en su cabeza. Pero, tras el shock inicial, asegura que en ese momento se hizo fuerte. “No te queda más remedio que afrontarlo y decir: ‘Venga, me tengo que curar’”.
Y en su caso, así fue. Pasó por seis meses de quimioterapia, una operación, 15 sesiones de radioterapia y un tratamiento de inmunoterapia que tuvo que terminar antes de tiempo por una reacción adversa. Pero ahora todo parece estar bien, no hay signos de enfermedad en su organismo. Pese a ello, tal y como ella misma cuenta, “es cuando ya pasa todo y te dicen que está todo bien cuando empiezas a asimilarlo. Ahora impresiona más que en el momento”.
“Piensas que vas a retomarlo todo, pero al final esto no es así”
El doctor Rodrigo Sánchez Bayona, oncólogo médico de la Unidad de Cáncer de Mama del Hospital Universitario 12 de Octubre y secretario científico de SEOM, declara a Infobae España que, a nivel médico, “se considera que una persona ha superado el cáncer cuando, después de finalizar el tratamiento, no se detecta evidencia de la enfermedad durante un período específico de seguimiento”. En este punto, y a nivel general, los primeros cinco años son claves.
Ahora bien, el experto matiza que estar libre de cáncer no es sinónimo de acabar con los problemas asociados a la enfermedad. “Los efectos secundarios de la quimioterapia, la radioterapia y otros tratamientos pueden persistir. Las secuelas varían según el tipo de tratamiento y la salud del paciente, pero pueden incluir fatiga crónica, neuropatía, problemas de movilidad, linfedema y efectos en la piel, en el cabello y el tejido donde se aplicó radioterapia”.
Algunos de estos pueden durar unos meses y otros se vuelven permanentes. “Tú piensas que cuando te dicen que ya está todo bien vas a volver a tu vida de antes y vas a retomarlo todo, pero al final esto no es así”, comenta Lorena, que aún continúa sufriendo los problemas derivados de su cáncer. “Ahora estoy con revisiones de los pulmones porque me los afectó bastante el tratamiento, también me provocó un hipotiroidismo y un linfedema en la mama”, relata. Además, ha desarrollado una enfermedad autoinmune, que aún no saben cuál es, dolores articulares por todo el cuerpo y una fuerte fatiga. “Me ha cambiado la vida completamente. Yo soy auxiliar de veterinaria y peluquera canina y tendría que asimilar que ya no puedo ejercer de lo que me gusta y aparte tengo que aprender a vivir con muchos dolores”.

“Tu vida no es la misma”
“El cáncer está en todo. Ahora hago menos de la mitad de lo que hacía antes y estoy mucho más agotada”, lamenta Lorena. “Tengo 40 años, sigo siendo joven y siempre he sido una persona muy activa, todo esto es difícil de asimilar”, agrega.
Vanesa Jorge, responsable de Atención Psicosocial en la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), expresa a este medio que es importante entender que volver a la vida normal después del cáncer es siempre “entre comillas”. “Tu vida no es la misma. Sigue estando la incertidumbre, la espada de Damocles, esa tensión que aparece con cada revisión y también los días previos a la consulta médica”.
Además, según relata, los episodios depresivos tras superar la enfermedad también son frecuentes. “Piensa que los tratamientos suelen ser bastante largos y agresivos, reponerse de todo esto no es tan fácil”, afirma. Por otro lado, la culpa también es algo que acompaña a los pacientes. “Te han dicho que estás bien y deberías estar feliz, pero no te sientes como tal y no tienes esa respuesta emocional”.
“Me está costando más ahora que en el momento del diagnóstico”
Pero no solo es la parte física y emocional. También hay que tener en cuenta las diferentes barreras sociales y económicas a las que se enfrentan los pacientes oncológicos después de superar la enfermedad. En este sentido, tal y como indica Vanesa Jorge, la parte laboral tiene un peso muy importante. “Hay que valorar el cómo volver al trabajo porque hay personas que no pueden realizar lo mismo que antes o personas que han perdido su puesto a consecuencia de la enfermedad y se tienen que reinventar”. Así, en la búsqueda de un nuevo empleo surgen otras preocupaciones. Estar libre de enfermedad no quiere decir que no se siga estando en un proceso oncológico, y esto obliga a acudir a citas médicas periódicas. Comunicar esto a las empresas siempre genera dudas entre los pacientes.
En el caso de Lorena, la cuestión económica se ha convertido en un nuevo lastre. “Se me va a acabar la baja y ahora las ayudas se reducen muchísimo”, cuenta. La legislación actual considera el cáncer una enfermedad común, por lo que a ella solo le corresponde un 65% de su base reguladora. “Yo trabajaba a media jornada y se me ha quedado en una miseria”.
Y, por ahora, la situación no parece que vaya a mejorar. A día de hoy no está en condiciones de retomar su trabajo y de momento su única opción es la incapacidad permanente. “Si me la concedieran, sería con un 55% de mi base reguladora, un 10% menos de lo que ahora estoy cobrando y las deudas son las mismas. Yo tengo dos hijos adolescentes y una hipoteca. Mi marido trabaja, pero él es mileurista”, explica. “Vamos a estar ahogados todos los meses porque no llegamos, es imposible. A mí me está costando más ahora que en el momento del diagnóstico”, concluye.
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