
El insomnio, que se define como la dificultad para conciliar o mantener el sueño a pesar de contar con un entorno adecuado, es el trastorno del sueño más prevalente en España, afectando aproximadamente al 20% de la población. Sin embargo, sus efectos van más allá de las molestias nocturnas, ya que tiene un impacto significativo en la salud física y emocional de quienes lo sufren. Aunque la concienciación sobre la importancia del sueño y los trastornos relacionados ha aumentado en los últimos años, persisten desafíos en cuanto a su tratamiento y prevención.
La Sociedad Española de Neurología (SEN) subraya la necesidad de mejorar la higiene del sueño en la población, ya que, independientemente de si se tiene un trastorno diagnosticado, muchos ciudadanos no descansan adecuadamente. Según la SEN, un 48% de los adultos y un 25% de los niños en España experimentan un sueño de baja calidad, lo que incrementa el riesgo de padecer otros problemas de salud.
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Uno de los trastornos aún poco conocidos es el síndrome de piernas inquietas, una condición que afecta a una parte considerable de la población, especialmente durante la noche. Esta afección causa molestias en las piernas que empeoran al estar en reposo, dificultando el descanso y afectando la calidad del sueño.

Qué es el síndrome de las piernas inquietas
El síndrome de piernas inquietas (SPI), también conocido como enfermedad de Willis-Ekbom, es un trastorno neurológico que provoca una necesidad irresistible de mover las piernas, generalmente acompañada de sensaciones incómodas como hormigueo, picazón o tirantez. Estas molestias suelen intensificarse durante el reposo, especialmente por la noche, lo que interfiere con la conciliación y la calidad del sueño.
El SPI afecta a personas de todas las edades, aunque es más frecuente en mujeres y en personas de mediana edad o mayores. A pesar de que aún se desconocen las causas exactas del trastorno, se cree que puede estar relacionado con diversos factores, como la predisposición genética, deficiencia de hierro, desequilibrios en la dopamina o enfermedades crónicas. Entre las condiciones asociadas al SPI se encuentran la insuficiencia renal y la neuropatía periférica.
El impacto del síndrome es considerable, ya que no solo afecta el descanso nocturno, sino que puede generar fatiga durante el día, lo que disminuye la capacidad de concentración y afecta negativamente la calidad de vida. Si bien existen tratamientos disponibles para aliviar los síntomas, el diagnóstico temprano y un manejo adecuado son esenciales para mitigar los efectos del trastorno y mejorar la calidad del sueño de quienes lo padecen.
Cómo tratar el síndrome de las piernas inquietas
El tratamiento del síndrome de las piernas inquietas combina estrategias médicas y cambios en el estilo de vida. Mantener rutinas de sueño regulares, realizar ejercicio moderado y evitar sustancias estimulantes como la cafeína o el alcohol puede aliviar los síntomas. Si el SPI está relacionado con deficiencia de hierro, suelen recomendarse suplementos bajo supervisión médica.
En casos más graves, los médicos pueden prescribir medicamentos como agonistas de la dopamina, anticonvulsivos o relajantes musculares. Además, técnicas de relajación, masajes o baños calientes pueden ayudar a reducir la incomodidad.
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