‘The Economist’ se fija en los jóvenes españoles y su “amor” por Vox: “Ven atractivo su populismo rudo”

La revista analiza la popularidad que vive el partido liderado por Santiago Abascal entre los jóvenes y la amenaza que eso supone para el PP de Feijóo

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El presidente de Vox, Santiago
El presidente de Vox, Santiago Abascal, este domingo entre los manifestantes en Madrid. (Matias Chiofalo/Europa Press)

El furor que causa Vox entre los jóvenes es algo que debería preocupar (y preocupa) al Partido Popular, asegura The Economist en un artículo publicado esta semana en el que también menciona el “interesante” año de Santiago Abascal, quien fue uno de los únicos políticos europeos -y el único español- en acudir a la toma de posesión de Donald Trump y cuyo partido no deja de subir en las encuestas.

Así lo muestra el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicado este martes, que indica que Vox ha subido hasta cuatro puntos en plena guerra arancelaria, mientras que el PSOE y el PP han caído.

Los de Santiago Abascal superan la marca del 15% (15,2%) por primera vez en tres años, cuatro puntos más desde el último estudio, y si ahora se celebrasen elecciones en España, los de Santiago Abascal se harían con hasta 628.384 votos que en los comicios de 2023 fueron para Alberto Núñez Feijóo. Esta cifra supone el 7,7% de quienes depositaron en las urnas la papeleta a favor de los populares, frente al 4,4% de marzo (359.076 sufragios).

Foto: Rober Solsona - Europa
Foto: Rober Solsona - Europa Press

Este ascenso progresivo en las encuestas viene acompañado con un dato importante: entre los hombres españoles menores de 25 años, Vox es ahora el partido líder, y entre los hombres menores de 45 años disfruta de más apoyo que el Partido Popular.

La importancia de la gestión de la DANA

¿A qué se debe este éxito? Según afirman en The Economist, el PP de Feijóo no ha conseguido dar con el tono adecuado entre su electorado y también ha fracasado en “proyectar una alternativa positiva” a Pedro Sánchez. Su moderación y la gestión “catastrófica” de la DANA en la Comunidad Valenciana, con Carlos Mazón al frente, no ha ayudado. El PP tampoco ha sabido cómo tratar a Vox, y ha oscilado entre criticarlo duramente y forjar pactos de gobierno con ellos, lo que no ha acabado tampoco de convencer.

Jóvenes alzan el brazo derecha
Jóvenes alzan el brazo derecha para hacer el saludo fascista ante la sede del partido de ultraderecha Vox en Madrid, mientras seguidores del partido esperan a los resultados de las elecciones generales españolas el domingo 23 de julio de 2023. (AP Foto/Andrea Comas)

Por ejemplo, apunta el semanario, mientras Mazón (del Partido Popular) está envuelto en un escándalo político y judicial por su ausencia durante las horas más cruciales de la DANA en Valencia y el PP se enfrenta al Gobierno central por la responsabilidad de la gestión, Vox se lució delante de la opinión pública mandando a voluntarios a las localidades afectadas bajo un lema potente (“Solo el pueblo salva al pueblo”).

Pero, por otro lado, el ala más reaccionaria del partido es la que gobierna (la que se identifica con en nacionalismo católico tradicional y el proteccionismo de la dictadura de Franco), después de que se marcharan los liberales económicos más destacados como Iván Espinosa de los Monteros o Macarena Olona.

Vox quiere que Ayuso examine a los menores migrantes de la cadera y la clavícula para que no mientan sobre su edad.

En The Economist también se preguntan qué factura le pasará al partido de Abascal sus amistades internacionales. El verano pasado abandonó el grupo Conservadores y Reformistas Europeos, del que el partido Hermanos de Italia de Giorgia Meloni es un miembro destacado, para unirse a los Patriotas de Viktor Orbán.

Según la revista, en este momento, Vox experimenta el éxito de la seducción entre los jóvenes españoles ofendidos por las concesiones a los nacionalistas catalanes y vascos, pero sobre todo entre los que sienten que el Estado español les está fallando. Aunque es difícil que desplace al PP por el fuerte arraigo territorial que tiene, en otros países europeos, este mismo balance de fuerzas entre partidos de extrema derecha y derecha tradicional ya se ha producido.

Lo que sí creen es que, aunque no consiga desplazarlo, sí podría dificultar el regreso del PP al poder a menos que Feijóo mejore su estrategia.