La taberna de Madrid donde Mario Vargas Llosa empezó a escribir su primera novela: el origen de un Nobel entre tapas y cañas

En un bar de la calle Menéndez Pelayo, el joven escritor peruano comenzó a dar forma a ‘La ciudad y los perros’

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El escritor Mario Vargas Llosa
El escritor Mario Vargas Llosa en la entrega la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica al presidente del Teatro Real, Gregorio Marañón (Europa Press)

Mario Vargas Llosa ha partido hoy de este mundo, pero muchos de los espacios donde gestó su obra siguen existiendo, aunque ahora tengan otros nombres o pertenezcan a nuevos dueños. En diversas ocasiones, el escritor peruano recordó que fue en un bar de Madrid donde tomó una decisión crucial para su vida: no seguiría el camino del Derecho, sino el de la literatura.

Era 1958 y el joven Mario había llegado a una España aún bajo el régimen franquista, becado para cursar estudios de posgrado en la Universidad Complutense. Vivía en una pensión cercana al parque del Retiro, y justo en la esquina de las calles Menéndez Pelayo y Doctor Castelo se encontraba el bar El Jute, donde comenzó a redactar el primer borrador de La ciudad y los perros.

La distancia con Lima y su experiencia adolescente en el colegio militar Leoncio Prado —donde pasó dos años— le permitieron finalmente dar forma escrita a aquella vivencia. De ahí nacería su primera novela, que le valdría el premio Biblioteca Breve y vería la luz en 1963.

Él mismo reconoció en más de una entrevista —y también en el prólogo de la edición definitiva de su obra— que fue allí donde se sentó por primera vez a escribirla. Contó cómo, tras sus clases, pasaba las tardes revisando capítulos entre raciones y cañas. El lugar era modesto y acogedor, con el bullicio propio de una taberna de barrio. El profesor Carlos Aguirre recuerda que Vargas Llosa hablaba con especial simpatía de un camarero bizco que, cada cierto tiempo, se le acercaba a preguntar: “¿Cómo va eso?”

Durante su estancia en Madrid, también compartió momentos con otros jóvenes latinoamericanos en El Jute. Uno de ellos fue Paúl Escobar, compañero peruano que más tarde se uniría a la guerrilla del MIR. Escobar lo animaba a dejar por un rato la escritura y a salir a caminar por la ciudad, en un intento de que se despejara.

El nuevo rostro de El Jute

Con el tiempo, El Jute cambió radicalmente su esencia. Hoy se llama Arzábal, y ha dejado atrás su aire de bar tradicional para convertirse en un espacio gastronómico moderno con una carta de autor.

Bajo la dirección de Álvaro Castellanos e Iván Morales, Arzábal ofrece platos elaborados con productos frescos y de temporada, como las croquetas de jamón ibérico con leche de oveja o los huevos con trufa sobre patatas fritas artesanas.

La conexión entre Vargas Llosa y España

Mario Vargas Llosa y la
Mario Vargas Llosa y la vez que fue cronista en el Mundial de España 82. Crédito: Cameselle

Aunque las referencias explícitas a escenarios españoles en la obra de Vargas Llosa son escasas, hay una excepción destacable: el cuento Los vientos, publicado en 2021 en la revista Letras Libres. Ambientado en un Madrid sombrío y decadente, donde los cines desaparecen y las librerías son solo un recuerdo, este relato parece anticipar los cambios que marcarían la última etapa de su vida. Es, en cierto modo, un canto melancólico a la capital española.

Pero el gesto más elocuente de su fuerte lazo con España fue el discurso que dio el 9 de octubre de 2017 en Barcelona, durante una manifestación organizada por Societat Civil Catalana. Aquel día dijo: “Queremos que Cataluña vuelva a ser la Cataluña capital cultural de España, como era cuando yo vine a vivir aquí, en unos años que recuerdo con enorme nostalgia. Eran los últimos años de la dictadura franquista. La dictadura se deshilachaba y hacía aguas por todas partes. Y ninguna ciudad española aprovechó tanto como Barcelona esos resquicios de libertad para volcarse al mundo y traer del mundo las mejores ideas, los mejores libros, todos los grandes logros de la vanguardia. Por eso venían los españoles a Barcelona. Porque aquí los aires eran ya los de Europa. Es decir, los de la democracia y la civilización. Aquí, en esa Cataluña se reunieron, después de haberse dado la espalda desde la guerra civil, los escritores españoles y los escritores latinoamericanos”.

Porque, en definitiva, fue en suelo español donde Mario Vargas Llosa comenzó a forjarse como el gran narrador que terminaría siendo.