
Una chica uruguaya que vive en España se volvió viral tras compartir en TikTok una anécdota que muchos migrantes latinoamericanos conocen bien: cuando compartir un mismo idioma no basta para evitar los malentendidos. En este caso, todo giró en torno a una palabra que en el Río de la Plata natal de la tiktoker se usa casi sin pensar –y que en España puede sonar como una falta de respeto–.
En su primer trabajo en territorio español, la joven se enfrentó al primer choque cultural de muchos. Un cliente le preguntó si podía pagar con tarjeta, y ella, con la soltura natural de quien está haciendo bien su laburo, le dijo: “Obvio”. Pero lejos de una sonrisa agradecida, recibió una mirada fulminante y una respuesta inesperada: “Bueno, tan obvio no es, porque hay lugares que son en efectivo”.
El cliente volvió minutos después, esta vez para pedir servilletas. La respuesta fue la misma: “Obvio”. Y ahí ya no hubo retorno. “El señor ahí ya estaba envuelto en llamas, seguro que pensó ”Me estás tratando un poco de pelotudo"”. Para ella, sin embargo, no había intención de ofender: en Uruguay, decir “obvio” es otra forma de afirmar con amabilidad. Pero en España, el matiz cambia por completo.
Una palabra, dos mundos
Lejos de ser un caso aislado, su historia resonó con cientos de comentarios de personas que también vivieron diferencias lingüísticas entre el español latinoamericano y el peninsular. En el vídeo, ella misma reflexiona con gracia sobre su desconcierto: “Utilizaba mucho el ‘obvio’ como sinónimo de ‘sí‘, que allá en el Río de la Plata lo usamos un montón”.
Pero lo más gracioso —y tenso— llegó en su segundo trabajo, cuando su jefe le preguntó si se quedaba a comer. La escena fue digna de una sitcom: ella, sin pensarlo, respondió “obvio”, y su jefe la miró con una cara que decía todo menos simpatía. “No me echaron porque el universo es grande y poderoso”, cuenta entre risas, aunque reconoce que en ese momento el pánico era real.
Al poco tiempo, alguien se tomó el tiempo de explicarle cómo se percibe esa palabra en España: como una afirmación sobradora, casi condescendiente. No como un simple “claro” o “sí”, sino como una forma de decir “obviamente, qué pregunta más tonta”. “Ahí me fueron cayendo las fichas y sentí esa vergüencita. Te sentís como un payasito”, confiesa.
Del “obvio” al “claro”: reaprender a hablar

Frente al desconcierto inicial, decidió tomar cartas en el asunto y modificar su forma de hablar. “La palabra ‘obvio’ la saqué de circulación urgente. Fue la primera. Las respuestas eran muy impactantes, mejor no”, afirma. En su lugar, adoptó el “claro”, aunque eso también le causó confusión al principio. “Sentía que me lo decían con altanería, como si me estuvieran tratando de tarada”, relata. Con el tiempo, entendió que ese “claro” español es tan inocente como su “obvio” uruguayo.
Su historia pone sobre la mesa algo que muchas veces se da por sentado: que hablar el mismo idioma no significa necesariamente comunicarse igual. A través del humor y la humildad, deja ver cómo cada país tiene sus palabras con una historia cultural única, capaz de cambiar por completo la intención de una simple frase.
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