La rabia, el virus mortal que transmite la saliva de algunos animales y que no tiene cura

Los perros callejeros y los murciélagos son los principales transmisores de la enfermedad

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Un murciélago en pleno vuelo.
Un murciélago en pleno vuelo. (AdobeStock)

La rabia es uno de los virus más temidos en ciertos lugares del mundo, especialmente en África y Asia, donde constituye un problema de salud pública. Este virus se propaga a través de la saliva, los arañazos y las mordidas de animales infectados: los perros son los responsables del 99% de los casos de rabia en humanos.

El 40% de las muertes que provoca son en niños menores de 15 años, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). No tiene cura y, si el virus llega al sistema nervioso, su desenlace es siempre mortal. Sin embargo, la OMS también indica que la muerte puede evitarse instaurando rápidamente medidas de profilaxis tras la infección para que el virus no llegue al sistema nervioso central. Se deben lavar minuciosamente las heridas y los tejidos infectados y, cuando esté indicado, administrar inmunoglobulinas antirrábicas.

Mientras que en los países en vías de desarrollo los perros callejeros son los más propensos a transmitir la rabia, en otros lugares del mundo son los murciélagos, los coyotes, los zorros y los mapaches los animales que más pueden infectar a un humano con el virus. Hay rabia en todos los continentes, excepto la Antártida.

Los síntomas de la rabia

Si un animal infectado muerde a una persona, esta puede incubar el virus entre dos y tres meses, aunque también puede oscilar entre una semana y un año dependiendo de la carga vírica. Los primeros síntomas suelen confundirse con los de la gripe, pues incluyen fiebre, náuseas, vómitos, ansiedad, confusión, dificultad para tragar, salivación excesiva, insomnio y alucinaciones.

Una vez que el virus ha llegado al sistema nervioso central, el encéfalo y la médula espinal se inflaman progresivamente hasta provocar la muerte de la persona.

La enfermedad puede adoptar dos formas, explica la OMS. La primera es la rabia furiosa, en la que los enfermos presentan signos de hiperactividad, excitación, alucinaciones, falta de coordinación, hidrofobia (miedo al agua) y aerofobia (miedo a las corrientes de aire o al aire libre). Acaban falleciendo a los pocos días por un paro cardiorrespiratorio.

La segunda forma de la enfermedad es la rabia paralítica y abarca al 20% de los casos en humanos. “Esta forma tiene una evolución menos grave y, por lo general, más prolongada. Los músculos se paralizan gradualmente, empezando por los más cercanos a la herida. El paciente entra en coma lentamente y acaba falleciendo”.

Más de 286.000 perros y gatos abandonados en España al año: estos son los motivos más comunes.

Cómo prevenir la rabia

La forma más eficaz de prevenir la rabia es mediante la vacunación de los animales, especialmente los perros, los gatos y los hurones. Mantener al día el calendario de vacunación de los animales domésticos reduce significativamente el riesgo de transmisión. Sin embargo, el sacrificio de los perros vagabundos no es una forma eficaz de combatir la rabia.

Otra medida preventiva importante es evitar el contacto con animales salvajes, como murciélagos, mapaches, zorros y coyotes, ya que estos pueden ser portadores del virus. Nunca se debe tocar un animal salvaje, incluso si parece herido o dócil.

En caso de sufrir una mordedura o arañazo de un animal, la Clínica Mayo recomienda lavar la herida de inmediato y buscar atención médica urgente. Es posible que se necesite una serie de vacunas postexposición, conocidas como profilaxis postexposición, para prevenir el desarrollo de la enfermedad.

Para quienes viven en zonas de alto riesgo o para quienes viajan a países donde la rabia es común, puede ser aconsejable vacunarse previamente como medida de precaución.