
Hablar por teléfono es una de las maravillas de la tecnología en nuestros días. Esos aparatos que, sin cables, nos pueden conectar con la otra punto del mundo sin esfuerzo, marcando el número de un familiar o un amigo. No obstante, los teléfonos móviles necesitan de torres de telecomunicaciones para poder enviar todas las señales que se mandan. Estas gigantescas torres están compuestas por antenas, estaciones base de transceptor, mástiles y equipos terrestres, comunicados por extensos cables de cobre que pueden ser un suculento tesoro para aquellos que pretenden quitarlos.
Es lo que ha ocurrido en Libourne, en Gironda, al suroeste de Francia, donde un suegro y dos yernos han robado alrededor de 1,5 toneladas de cobre de las torres de telefonía móvil. Los delincuentes fueron condenados el pasado jueves a distintas penas de prisión. Irónicamente, los tres han confesado estar confundidos por el bloqueo de sus teléfonos.
El suegro, de 31 años de edad, fue condenado a dos años de prisión, uno de ellos condiciones. Por otro lado, los dos yernos, de 20 y 18 años, han sido condenados a 18 meses de prisión, de los cuales 12 de ellos con condiciones. Inicialmente, la fiscalía pedía tres años para el suegro y dos años para los demás, según ha informado 20 minutes.
Detención y juicio
Los ladrones fueron detenidos el martes y llevados de inmediato al juzgado. Han comparecido ante el tribunal penal de Libourne por 34 robos de cables cometidos en las ciudades galas de Gironda, Charente Marítimo y Dordoña, que provocaron “perturbaciones importantes” en la red, según la fiscalía. Los robos comenzaron en agosto y grandes compañías telefónicas como Orange, SFR, y Free se han visto perjudicadas y fueron partes civiles en el juicio.
El análisis de las líneas telefónicas de los arrestados ha permitido detectar su presencia en el lugar de los hechos en los momentos de los robos y la brigada encargada de la investigación de las autoridades de Libourne ha confiscado 1.460 toneladas de cobre, así como los alicates que se usaron para cortar los cables.
El trío actuaba completamente cubierto, con guantes en las manos y capucha para no ser reconocidos en las grabaciones. Los cables primero se quemaban para pelarlos y después se vendían a un chatarrero. Se estima que el beneficio aproximado para cada integrante de la banda fue entre 1.800 y 2.000 euros.
Instalador y padre
Para poder ser instalador de cables de alta tensión se necesita una licencia o un curso de Formación Profesional que acredite la correspondiente formación para realizar el trabajo. Durante el juicio, los tres declararon ante el juez. En el estrado, el joven de 20 años ha dicho: “Lamento lo que hice, no sabía que podía afectar a tanta gente”.
El joven es originario de Reunión (colonia francesa) y padre de una niña de 9 meses. Era instalador desde hacía dos años y medio y trabajaba instalando células telefónicas en lo alto de las torres de alta tensión. No tenía antecedentes penales, a diferencia de los otros dos.
El suegro tenía diez condenas desde 2009, la gran mayoría por infracciones de tráfico. “No soy mala persona, me gustaría compensar todas las estupideces que he hecho”, ha asegurado el hombre ante el tribunal negando ser el líder de la banda. El más joven había declarado: “Estaba haciendo esto para pagar mi título”. Además, ya había sido condenado anteriormente a trabajos comunitarios por fraude y daños.
La policía de Francia ha informado de una “tendencia creciente” de robos de cables en los últimos años. De todos modos, es “raro” encontrar tanta cantidad junta.
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