
La congestión nasal en los bebés puede dificultar su alimentación y sueño, además de aumentar su incomodidad y malestar, por lo que lavados nasales son una manera efectiva de eliminar el exceso de moco y mantener las vías respiratorias despejadas. Realizar un lavado nasal a un bebé es una práctica común entre los padres para ayudar a aliviar la congestión nasal y mejorar la respiración del bebé, pero es importante realizar este procedimiento de manera segura y efectiva para evitar posibles complicaciones.
Antes de comenzar el procedimiento, es importante reunir todos los materiales necesarios. Estos pueden incluir suero fisiológico o solución salina, una jeringa de 5 mililitros, gasas estériles, empapadores y un pañuelo para limpiar al bebé si es necesario. La Academia Americana de Pediatría recomienda que “antes de realizar un lavado nasal, asegúrate de tener todo preparado y a mano. Esto evitará tener que dejar al bebé solo durante el procedimiento”.
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Siguiendo las indicaciones y recomendaciones de los pediatras de la Clínica Mayo, los pasos a seguir para realizar un lavado nasal de forma efectiva y segura a un bebé son los siguientes:
- Posiciona al bebé de forma segura y cómoda sobre una superficie plana, como una mesa para cambiar pañales o el regazo del cuidador. Es importante que el bebé esté calmado y relajado durante el procedimiento.
- Limpia suavemente el exterior de las fosas nasales del bebé con una gasa húmeda para eliminar los mocos secos y cualquier suciedad.
- Llena la jeringa con suero fisiológico o solución salina y coloca la punta en uno de los orificios nasales del bebé. “Al administrar el suero, asegúrate de mantener el otro orificio nasal abierto para permitir que el líquido fluya libremente y evitar la irritación del tímpano”.
- Inyecta suavemente el suero en la nariz del bebé mientras mantienes una presión constante y suave en la jeringa. Evita hacerlo con demasiada fuerza para no causar molestias al bebé.
- Una vez administrado el suero en un lado de la nariz, gira suavemente la cabeza del bebé hacia el otro lado y repite el proceso en el otro orificio nasal.
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Después de completar el lavado nasal, debemos ayudar al bebé a eliminar cualquier exceso de moco inclinando suavemente su cabeza hacia un lado y dejando que el líquido salga. Para ello, podemos usar una gasa para limpiar cualquier líquido residual de la nariz del bebé. Es fundamental mantener al bebé cómodo y consolado durante y después del procedimiento. Puedes calmarlo con caricias suaves, canciones de cuna o dando el pecho o biberón si es necesario.

No obstante, siempre es recomendable consultar con el pediatra del bebé antes de realizar un lavado nasal, especialmente si el bebé es muy pequeño o tiene alguna condición médica subyacente. El profesional de la salud puede proporcionar orientación específica sobre la técnica adecuada y cualquier precaución adicional que se deba tener en cuenta.
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