Harrison Ford, con una carrera que se extiende por décadas y papeles icónicos en el cine de acción, ha sido reconocido no solo por su carisma y versatilidad interpretativa, sino también por su disciplina física y compromiso con sus personajes. Incluso a los 83 años, Ford ha demostrado un riguroso autocuidado, manteniéndose en forma para enfrentar los desafíos físicos de sus actuaciones. Este cuidado ha sido una constante necesaria debido a los exigentes papeles que ha asumido a lo largo de su filmografía, muchos de ellos en el género de acción y aventuras.
Ford rara vez ha rehuido a los retos físicos que implica su trabajo, pero lo normal en la industria es que actores de su nivel deleguen las escenas más arriesgadas a dobles especializados. Esta práctica se justifica no solo por cuestiones de seguridad, sino también para evitar retrasos millonarios en las producciones por eventuales lesiones del protagonista. Sin embargo, la posición de Ford respecto a la autenticidad en la pantalla lo ha llevado a tomar rutas menos convencionales, privilegiando la veracidad de la interpretación y el realismo de la acción ante los ojos del espectador. De hecho, el propio actor ha señalado en entrevistas pasadas: “Es necesario que se vea auténtico”.

La presión ejercida por Ford sobre Isaiah Washington para realizar acrobacias
Un reciente testimonio ha salido a la luz sobre el rodaje de Hollywood: Departamento de Homicidios’, donde Harrison Ford compartió créditos con Isaiah Washington. Según reveló recientemente al medio Far out Magazine, Ford habría presionado considerablemente a Washington para que realizara personalmente las peligrosas escenas de acción, en lugar de cederlas a los especialistas. Este comportamiento se distancia de la práctica común en Hollywood, y resulta llamativo incluso para otros profesionales del sector.
Según el relato, Ford impuso a su compañero la necesidad de aportar realismo a las escenas, anteponiendo la autenticidad a los riesgos inherentes al rodaje. La postura de Ford era categórica: las acrobacias más arriesgadas debían ejecutarse por los propios actores, ya que consideraba imprescindible que el público percibiera que el intérprete y el personaje eran uno solo en momentos de tensión y peligro. Así, su enfoque personal pasó a convertirse en una exigencia para sus colegas de reparto, marcando un estándar poco común en los rodajes de grandes producciones cinematográficas.

Washington expresó que, pese a sus reticencias iniciales y miedo ante los riesgos, la presión de Ford fue insoslayable. Él mismo relató: “Me obligó a hacer muchas de mis propias escenas con más riesgo porque él las hacía. Estábamos juntos en ellas. No tenía opción”. Ford logró convencer a Washington para asumir esas escenas, utilizando como justificación la importancia que, en su opinión, tiene la autenticidad de la acción para el impacto emocional del filme en el público.
Contexto y dificultades de la película “Hollywood: Departamento de homicidios”
El rodaje de Hollywood: Departamento de Homicidios no estuvo exento de dificultades más allá del debate sobre las acrobacias. Desde un inicio, la producción enfrentó problemas significativos, entre los que destaca la falta de un guion finalizado cuando comenzó el rodaje. Esta situación abonó a un clima de incertidumbre y de cierta desorganización en el set, condicionando la moral de los actores y el ritmo del trabajo.
Harrison Ford, con su experiencia, detectó rápidamente las debilidades estructurales del proyecto. Según los testimonios recogidos, el propio Ford daba por hecho que la película iba a estar condenada al fracaso desde su gestación, dado el caos organizativo que implicaba trabajar sin un libreto consolidado. Lejos de resignarse, el actor decidió implicarse aún más, exigiendo sacrificio y cooperación a sus compañeros, en especial a Isaiah Washington, quien sostuvo que ese impulso lo llevó a lugares incómodos, pero en los que se vio obligado a responder por el bien del equipo y la producción.

Washington llegó a confesar sus dudas: “De verdad creo que no deberíamos estar haciendo esto. Es peligroso. Podríamos morir”. Sin embargo, esa advertencia no cambió la presión que sintió de parte de su compañero, quien seguía insistiendo en la importancia del realismo por encima de la seguridad individual.
Testimonios y relatos de los protagonistas sobre los riesgos asumidos
Isaiah Washington relató con detalle cómo Ford no dejó lugar a la negociación respecto a la realización de las escenas peligrosas. Washington confesó que muchas veces expresó a Ford sus temores respecto a la seguridad, reconociendo que la práctica de rodar acrobacias sin especialistas conllevaba riesgos de lesionarse gravemente o peor. Ante sus advertencias, la respuesta de Ford fue tan sintética como contundente: “Nos vemos en el otro lado”.
Bajo esta consigna, los actores se lanzaron a filmar secuencias arriesgadas por exigencia de Ford, aunque no contaban con el mismo entusiasmo. Washington admitió que, si bien la autenticidad era relevante para Ford, él mismo no estaba convencido de que el riesgo valiera la pena. “Cuando Harrison te dice que hagas tus propias escenas de acción, ¿cómo se supone que se le dice que no?”, reconoció Washington sobre el dilema al que se enfrentó durante la filmación.
El saldo, afortunadamente, fue positivo en términos de salud. Nadie sufrió lesiones graves ni accidentes de consideración durante el rodaje de Hollywood: Departamento de homicidios, lo que no siempre ha sido el caso en otras películas de Ford, donde sí se han vivido incidentes en el set.
El resultado final de la película y su recepción

A pesar de los esfuerzos físicos asumidos y del intento por dotar de mayor realismo a las escenas de acción, Hollywood: Departamento de homicidios terminó pasando sin pena ni gloria. El filme no logró el reconocimiento del público ni de la crítica, y cayó pronto en el olvido, salvo por una recordada pelea entre Ford y Josh Hartnett, otro de los miembros del reparto. Esta falta de resonancia confirma, como advirtió Ford desde el principio, las deficiencias estructurales y la falta de dirección clara fueron obstáculos insalvables.
A la postre, la película es hoy mencionada más por las anécdotas internas de su producción que por méritos artísticos o aportaciones al género. Ni la entrega personal ni el riesgo asumido por los actores lograron revertir el destino de un filme que, salvo sus momentos de tensión en el set, poco ha dejado en la memoria colectiva del cine contemporáneo.
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